Me interesa, en especial, lo de Stallman porque se vincula con el párrafo del periódico en aquello que es más demoledoramente falso: la especie de que el mundo digital esté acabando con el autor y la obra original. Lo cierto es que sucede absolutamente lo contrario. Nunca como en el entorno digital pudo el hombre distinguir entre el artista y el copista. Todos esos cabezudos que acuden a la Antigüedad o al Renacimiento para observar allí la retroutopía que rige nuestros tiempos digitales ignoran que la historia del autor de la obra de arte está trazada de modo lineal y en absoluto como un bucle. Es decir, que ese presunto Eldorado de la obra colectiva, fruto de la confusión y dificultad de precisar las autorías, pierde cualquier fundamento ante Google, herramienta que puede identificar, como nunca antes, a un autor con un texto.
¡Por supuesto que nunca fue tan fácil hacer de una vida un copypaste! Pero con una condición: la de quedar retratado como copista. Nunca fue tan fácil copiar y tan difícil hacerse pasar por creador.
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