Entrevista con Judith Rich Harris. Cristian Campos 05.05.2011


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Extractos:

De acuerdo a mi teoría, hay dos elementos que modelan la personalidad de los niños a largo plazo: los genes que heredan de sus padres y sus experiencias fuera del hogar. Los niños se parecen algo a sus padres en personalidad, habilidades y actitud, pero eso se debe básicamente a la herencia, es decir a la influencia genética en esos rasgos. Así que, con el objetivo de confirmar o refutar mi teoría, las investigaciones deberían poder controlar o descartar de la ecuación esas influencias genéticas. Cuando eso se consigue, los resultados han coincidido en general con mi teoría. Por ejemplo, algunos investigadores de los EE UU han estudiado cómo los niños pequeños adquieren el autocontrol que necesitan para comportarse correctamente en la escuela. Cuando los investigadores se centraron en la influencia de los genes en el comportamiento de los niños, encontraron que las enseñanzas de los padres no tenían ningún impacto en cómo se comportaban aquellos en la escuela. Lo que sí influía era cómo se comportaban en clase el resto de los niños.


¡Muy buena pregunta! Siempre hay expertos que se ganan la vida aconsejando a los padres, pero los consejos que dan cambian con los años. Yo nací en 1938, una época en la que la paternidad y la maternidad eran muy diferentes de lo que son ahora. Los padres de los años 30 y 40 no se preocupaban de la autoestima de sus hijos: les preocupaba la posibilidad de que prestarles demasiada atención los malcriara y los convirtiera en niños consentidos. Los padres no se preocupaban demasiado por los deberes escolares de sus hijos; ese era el trabajo de los profesores, no el suyo. Y el castigo físico era pura rutina. Los padres jugaban sólo un pequeño papel, si lo jugaban, en el cuidado de los niños: su principal función era administrar la disciplina. A pesar de los importantes cambios que se han producido recientemente en el papel de los padres, la gente es igual que siempre. A pesar de todo el afecto y la atención que los niños reciben hoy en día, tanto por parte de padres como de madres, no son menos depresivos o demuestran una mayor autoestima que hace años. A pesar del descrédito del castigo físico, no son menos agresivos. Estos hechos son una prueba apabullante de que mi teoría es correcta.

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