El triple atentado de Barajas, Chamartín y Atocha, y ocho víctimas más de ETA


Horas después del asesinato de los policías Emilio López de la Peña y Miguel Ángel Saro Pérez, en torno a las once menos cuarto de la noche del 28 de julio de 1979, miembros de la banda terrorista ETA ametrallaban desde un Peugeot 404 la casa-cuartel de la Guardia Civil en el barrio donostiarra de Herrera, alcanzando a tres agentes. Dos de ellos, el brigada MOISÉS CORDERO LÓPEZ y el agente ANTONIO PASTOR MARTÍN fallecieron horas después, el 29 de julio de 1979, en la residencia Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián. Un tercer guardia civil, José Álvarez Hillos, resultó herido, pero logró salir adelante.
El automóvil Peugeot 404 utilizado por los etarras para cometer el atentado fue encontrado al día siguiente en el barrio donostiarra de Alza en San Sebastián. En su interior aparecieron varios casquillos de fusil Cetme y del calibre 9 milímetros parabellum, marca FN. El vehículo presentaba varios impactos de bala en la parte izquierda del cristal trasero.
El atentado fue reivindicado el 30 de julio por ETA militar, en el mismo comunicado en el que se atribuía el asesinato de los policías nacionales Emilio López de la Peña y Miguel Ángel Saro Pérez y el tiroteo a dos guardias civiles de Tráfico en Pamplona, que resultaron heridos. Ese fin de semana se produjeron otros atentados, sin víctimas mortales, en el País Vasco y Navarra. En Pamplona, dos policías resultaron conmocionados al intentar desactivar una bomba colocada en una de las ventanas de un antiguo cuartel deshabitado de la Policía Nacional. Un artefacto colocado en las taquillas del puente colgante de Portugalete produjo daños materiales en las viviendas cercanas. Y en el barrio de Urioste de Bilbao, los ocupantes de un vehículo intentaron atropellar a dos guardias civiles que se encontraban en un control de carretera.
Moisés Cordero López, brigada de la Guardia Civil, recibió seis impactos de bala y falleció a las tres y media de la madrugada en la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu. Natural de Isla Cristina (Huelva), tenía 51 años, estaba casado, y era padre de tres hijos de 21, 19 y 11 años. Fue enterrado en el pueblo onubense de Encinasola, donde pasó su infancia y juventud. Estaba destinado en el cuartel de Herrera desde el 1 de julio.

Antonio Pastor Martín, agente de la Guardia Civil de 24 años, falleció la tarde del domingo 29 de julio de 1979 tras varias intervenciones quirúrgicas y transfusiones de sangre. Había ingresado en la Guardia Civil el 15 de febrero de 1979 y llevaba sólo dos días destinado en el cuartel de Herrera. Antonio Pastor estaba casado y su cadáver fue trasladado a Palencia, de donde era natural, tras celebrarse el funeral en el Hospital Militar de San Sebastián. En enero de 2010 el delegado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Palencia, León y Valladolid, Víctor Manuel Villalobos Blanco, entregó al alcalde, Heliodoro Gallego, una solicitud para que el Ayuntamiento le dedique una calle en su ciudad natal.
La ofensiva iniciada por ETA militar el día anterior en Bilbao y San Sebastián, con el asesinato de dos policías y dos guardias civiles, la continuó el 29 de julio de 1979 en Madrid la rama político-militar de la banda asesina con una cadena de atentados indiscriminados en el aeropuerto de Barajas y en las estaciones de tren de Atocha y Chamartín que dejarían siete víctimas mortales y más de cien heridos.
En sólo catorce minutos la banda terrorista ETA sembró el caos, el pánico y el terror en Madrid. Resultaba ciertamente paradójico que una de las ramas de ETA asesinaba para oponerse al Estatuto de Guernica, mientras la otra ponía en marcha su campaña de "Con el Estatuto, los presos a la calle" con tres bombas consecutivas en Madrid.
La primera de ellas explotaba a las 13.01 horas en la consigna de equipajes de llegadas nacionales del aeropuerto de Barajas de Madrid, causando la muerte en el acto de JOSÉ MANUEL AMAYA PÉREZ, delegado del equipo de submarinismo de Tenerife que se disponía a coger un avión de vuelta a la isla tras participar en un campeonato en Oviedo. Se trataba de una maleta-bomba, cargada con seis kilos de amonita, situada cerca de la pared interior de la consigna contigua a los servicios. Varios miembros del equipo de submarinismo resultaron alcanzados por la onda expansiva y heridos de gravedad: Francisco Rodríguez, Luis Ulé y Juan Antonio Galindo. Otras cuatro personas también resultaron gravemente heridas.
Unos minutos después, el presidente Suárez y el ministro del Interior, Antonio Ibáñez Freire, recibían la noticia mientras estaban reunidos en el salón de Consejos de la Moncloa y el Gobierno llevaba algo más de dos horas estudiando el plan económico. Pocos minutos más tarde, a las 13:11 horas de la tarde, explotaba otra bomba, esta vez colocada en las taquillas automáticas de la estación de Chamartín, causando la muerte en el acto de la estudiante danesa DOROTHY FERTIG, que fue decapitada por la onda expansiva. La maleta llena de explosivos, igual que la de Barajas con unos seis kilos de amonita, estaba en una de las taquillas automáticas del armario central de la consigna, junto a la sala de espera llena de viajeros y muy cerca de las cafeterías de la planta baja. La explosión provocó medio centenar de heridos, entre ellos una joven alemana compañera de Dorothy Fertig. Un viajero marroquí relató que oyó "un tremendo ruido" y cayó contra el suelo. "Junto a mí había una cabeza de una joven". Este marroquí estaba con su mujer y sus tres hijos esperando el tren para Algeciras y relató que fue lanzado muy lejos y que, con el brazo colgando, fue a buscar a sus hijos entre la confusión y el pánico que provocó la explosión. Casi todos los heridos fueron trasladados al Hospital de La Paz. Uno de ellos, el joven atleta José Manuel Juan Boix, falleció casi tres semanas después, el 18 de agosto de 1979. Hubo, además, cuantiosos daños materiales, y el servicio ferroviario tuvo que ser interrumpido durante horas.
Cuatro minutos después, a las 13.15 horas, una tercera bomba explotaba en la oficina de facturación de coches-cama en la estación de Atocha, detrás de la caseta de información a los viajeros y, como las otras dos, en una cabina de consigna de equipajes. La explosión provocó la muerte en el acto del guardia civil JUAN LUNA AZOL y del ama de casa GUADALUPE REDONDO VIAN, y la del joven JESÚS EMILIO PÉREZ PALMA, que falleció pocas horas después en la residencia sanitaria Primero de Octubre. El marido de Guadalupe, Dionisio Rey Amez, falleció cuatro días después, el 2 de agosto. También resultó herida grave la hija de ambos, Carmen Rey Redondo. Esta tercera explosión provocó más de cuarenta heridos, alguno en estado grave o muy grave, que fueron trasladados al Hospital Primero de Octubre.
A partir de ese momento el caos y la confusión de los instantes iniciales dieron paso a la movilización de efectivos sanitarios y de ciudadanos particulares que acudían masivamente a la llamada de las emisoras de radio pidiendo sangre. La respuesta ejemplar de los madrileños hizo que se cubriesen enseguida las necesidades y que las emisoras de radio tuviesen que pedir que no acudiese nadie más a los hospitales.
Barajas, Chamartín y Atocha temblaron con unos seis kilos de explosivos de alta velocidad que, en los tres casos, se había colocado en maletas con temporizadores. Los tres atentados dejaron un saldo de siete muertos (dos de ellos en días posteriores) y ciento trece heridos, algunos muy graves, que se repartieron entre La Paz, Primero de Octubre, el Francisco Franco y la casa de socorro de Retiro-Mediodía. Veinte heridos menos graves fueron atendidos en el botiquín de las instalaciones de Renfe.
Entre los heridos más graves trasladados a La Paz estaban Agustina Rubia Carballo, Ángel Galindo Gutiérrez, Francisco la Rubia Baena, Eladio Vallina Mayo, Manuel Gallardo Mera, Francisco Rodríguez Padón, Luis Hanle, José Francisco Espejo Roig, Javier Rodríguez Villarino, Eusebio García Martín e Ildefonso Gallardo Serrano. En el Hospital Francisco Franco fueron ingresados Magdalena Olmedia Márquez, Francisca Pico Gómez, Nicolás Peñaranda Romero, Juan Díaz Martínez, Gerardo Cuesta Recio, Consuelo Alina de Juanes, Francisco Alcaide Carmona, los británicos Benjamín Patrick Gaunt y Thomas Murty, y los canadienses Georget Alace Dagon y Angeles Lapace. En el Primero de Octubre, Isabel García Sánchez (mutilada), Gonzalo Joaquín Viana, José María (Chema) Arconada Blanca y María Rosales Mazachin.
Chema Arconada, uno de los supervivientes de la bomba de Atocha, comentó al diario El Mundo el 4 de febrero de 2007, con ocasión de la manifestación del Foro de Ermua en Madrid, que no puede volver a su Mondragón natal desde que su condición de víctima de la banda le hizo tomar conciencia de la necesidad de movilizarse para reivindicar sus derechos, por lo que se fue a vivir a Palencia. El 29 de julio de 1979 tenía 20 años y estaba en Atocha esperando el TALGO que le iba a llevar a Sevilla. Para Chema, lo peor es que no pudo volver a practicar su afición favorita: la espeleología. "Cuando volví a Mondragón, me recibieron como si nada. Un daño colateral de su lucha", rememoró. A juicio de Chema, ETA "ya sólo es una mafia, pero si quieres vivir bien allí, tienes que ser como ellos". "Las víctimas somos gente independiente que quiere vivir en paz, pero también en libertad".
La banda asesina ETA, viendo los resultados del triple atentado, intentó trasladar la responsabilidad de los asesinatos a las autoridades alegando que se había avisado a la agencia Euskadi Press. Efectivamente, hubo un aviso apenas una hora antes a la agencia vasca. La agencia avisó a la Policía y, a las 12:40 horas, a la Agencia Efe, indicándoles que iban a facilitarles un comunicado. A continuación pasaron una grabación en donde se oía una voz de hombre que, precipitadamente, decía: "ETA, organización armada para la revolución vasca, en su segunda fase de la operación, hoy, 29 de julio de 1979, entre las doce y las catorce horas harán explosión tres bombas en Madrid: en Barajas, Chamartín y Atocha". No hubo tiempo de desalojar las instalaciones amenazadas. Además, en aquellas fechas se recibían, sólo en Madrid, entre quince y veinte falsas amenazas de bomba.
El triple atentado provocó la indignación de los ciudadanos, los políticos y los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales. La prensa francesa condenó duramente los atentados, especialmente la de derechas, y lo mismo hizo la alemana. El impacto fue tremendo. El Gobierno estuvo reunido todo el día, mientras llovían las condenas. Ramón Rubial, dirigente socialista español, presidente del PSOE hasta su muerte en 1999 y primer lehendakari vasco de la etapa preautonómica en el Consejo General Vasco, declaró desde Asturias: "Sólo hay una manera de liquidar a ETA: lo que hizo Francia con la OAS", aunque luego matizó: "esto no lo puede decir ningún demócrata".
La presión sufrida hizo que el 2 de agosto ETA político-militar anunciase su decisión de parar su "lucha armada", al tiempo que daba información sobre varias bombas colocadas en Sitges, Salou y Alicante que todavía no habían explotado.
José Manuel Amaya Pérez, nacido en Melilla, residía en Tenerife desde los 9 años, cuando su padre, comandante de Infantería, fue trasladado a la isla, donde creció y donde fue enterrado. Tenía 32 años, estaba casado y era padre de dos hijos. Venía de participar con un club isleño en el Campeonato Subacuático celebrado en el embalse de San Andrés, en Veriña, Asturias, y le mató la bomba que estalló en Barajas. Estuvo cuatro años trabajando en Nigeria y con el dinero ganado se compró una casa en Santa Cruz. Al regresar a la isla comenzó a trabajar en la dársena pesquera, compatibilizándolo con su dedicación a la Federación Tinerfeña de Actividades Subacuáticas, porque el fondo del mar era su gran pasión. Su hermana Clotilde contó que "no le gustaba estudiar. Hizo de todo, hasta de taxista. Cuando se metió en las actividades subacuáticas encontró su pasión" (La Opinión de Tenerife, 27/03/2006). Su cadáver llegó al aeropuerto de Los Rodeos el 30 de julio. Clotilde Amaya recordó de esta manera cómo se enteró de la noticia: "Era un domingo caluroso de julio, el típico día de verano. A eso de las ocho de la tarde, estábamos viendo la televisión. Estaba en mi casa (en aquel entonces vivía en la calle Salamanca) y nos había visitado mi madre. De repente, en el Telediario, nombraron el nombre de mi hermano en las informaciones sobre varios atentados de ETA. Nos quedamos paralizados. Pensamos que a lo mejor había otra persona que se llamaba igual. Pero los datos que dio el presentador coincidían con los de mi hermano: el nombre completo, la edad, que regresaba de un torneo de submarinismo en Asturias... Fueron momentos de histeria. No sabíamos qué hacer, ni a quién llamar. No nos habían comunicado nada. Fue algo increíble (...) La familia recibió numerosas condolencias. Nos enviaron condolencias de todos los lados y muchas autoridades fueron al funeral y al entierro. Pero a partir de ahí, nadie se acordó más. Si le soy sincera, me duele".
Dorothy Fertig era una joven estudiante danesa de 20 años. Murió en el acto en la explosión de la bomba de Chamartín. Un compañera suya, alemana, resultó herida por la explosión.



Juan Luna Azol, guardia civil retirado de 53 años, era natural de Jaén. Fue una de las cuatro víctimas mortales que provocó la bomba que estalló en la estación de Atocha.



Jesús Emilio Pérez Palma falleció en la residencia sanitaria Primero de Octubre horas después de quedar gravemente herido por la bomba que estalló en la estación de Atocha.



Guadalupe Redondo Vian, ama de casa de 59 años, falleció en el acto por la explosión de la bomba que estalló en la estación de Atocha. Su marido,Dionisio Rey Amez, falleció cuatro días después, mientras que su hija, Carmen Rey Redondo, fue ingresada en La Paz en estado grave con traumatismo craneoencefálico, aunque consiguió salvar la vida.

El 29 de julio de 1985 miembros de la banda terrorista ETA ametrallaban al vicealmirante de la Armada y director general de Política de Defensa, FAUSTO ESCRIGAS ESTRADA, y a su chófer,Francisco Marañón García, que quedó gravemente herido.
El atentado se produjo a unos cien metros del domicilio del vicealmirante, que se dirigía en ese momento al Ministerio de Defensa, para incorporarse a su despacho tras pasar varios días de descanso en Puentedeume (La Coruña). Iñaki de Juana Chaos, Belén González Peñalva y Juan Manuel Soares Gamboa cruzaron su vehículo en la confluencia de las calles Comandante Zorita y Dulcinea, cortando de esta forma el paso del vehículo en el que iban el militar y su chófer. En ese momento, Soares Gamboa ametralló el vehículo oficial con varias ráfagas, matando en el acto al vicealmirante Escrigas, que recibió doce impactos de bala, e hiriendo a Francisco Marañón, que fue alcanzado en la cabeza y las piernas. El terrorista efectuó, al menos, dos ráfagas de metralleta por la parte derecha del automóvil oficial, y posteriormente realizó otra por la parte izquierda. Las dos ventanillas laterales derechas y la lateral delantera izquierda quedaron destrozadas. A continuación, se montó en el vehículo donde esperaban De Juana y González Peñalva, dándose a la fuga.
"El conductor, con la cara llena de sangre, intentó salir por su pie, pero se cayó al suelo, y el militar, de uniforme blanco, estaba quieto en la parte de atrás, con la mandíbula destrozada", comentó entre sollozos una mujer testigo de los hechos.
El automóvil utilizado por los terroristas fue abandonado, con cinco kilogramos de explosivo en su interior, en la calle de Anastasio Herrero, poco transitada, estrecha y situada aproximadamente a un kilómetro del lugar del atentado. El coche fue dejado en doble fila e impedía el paso de otros coches, por lo que algunos automovilistas, ayudados por empleados de un taller próximo, lo estuvieron moviendo y empujándolo incluso con otro coche para retirarlo y facilitar el tránsito. El coche fue localizado desde un helicóptero policial poco antes de las nueve de la mañana. En su interior, la Policía observó que había una bolsa de deportes junto a los pedales del conductor y otra en el maletero. Toda la zona contigua fue acordonada por la Policía y desalojadas las casas cercanas. Varios artificieros inspeccionaron el vehículo y lograron desactivar un sistema de relojería que hubiera provocado la explosión del artefacto hacia las 13:05 horas.
Entre las personalidades que acudieron a la clínica La Paz para interesarse por las víctimas estuvieron los ministros de Defensa y Sanidad, Narcís Serra y Ernest Lluch, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, los jefes de Estado Mayor de la Armada y del Ejército de Tierra. También estuvo la esposa del vicealmirante Escrigas, María Flor Rodríguez. A las cuatro de la tarde quedó instalada en el Ministerio de Defensa la capilla ardiente con los restos del vicealmirante. El funeral se celebró al día siguiente, 30 de julio, con la asistencia de Felipe González, y posteriormente sus restos mortales fueron trasladados a bordo de un avión militar a El Ferrol, su localidad natal, donde fue enterrado.
Francisco Marañón García, de 57 años, conductor del vehículo oficial en el que viajaba el militar, llegó al hospital en un estado calificado como "crítico", con una bala alojada en el cerebro y habiendo perdido mucha sangre. Si la pérdida de una vida humana es algo irreparable, sobrevivir a un atentado de estas características con secuelas de por vida, puede ser una auténtica tortura. Las secuelas que le quedaron en las extremidades le imposibilitaron desenvolverse por sí solo el resto de su vida, requiriendo ayuda permanente hasta que falleció en 2007. "Cuando muera, en la lápida deberían poner: ‘Ahí tenéis un trozo de carne con ojos’, porque eso es lo que soy yo, un trozo de carne con ojos", dijo Francisco Marañón, uno de los protagonistas del documental Trece entre mil, de Iñaki Arteta y Alfonso Galletero (2005) y uno de los testimonios recogido enOlvidados, de los mismos autores (Adhara, 2006):
"Y lo que digo yo, a los caballos de carreras cuando no sirven, cuando se han roto una pata, pum, un tiro y a dejar de sufrir. Así tendrían que hacer conmigo y adiós a los dolores (...) Era un 29 de julio de 1985, de eso me acuerdo perfectamente. Yo, como siempre, iba hablando con el almirante. Teníamos la costumbre de ir con la ventanilla bajada, pero él siempre sacaba el brazo y yo no hacía más que decirle: ‘Almirante, meta el brazo para dentro que un día viene un coche y se lo corta’. ‘Anda, anda, cállate y no digas burradas’, recuerdo que me dijo. Y llegamos al semáforo. Luego ya no recuerdo nada más que un ‘ta ta ta ta’, ‘ta ta ta ta’, durante años estuve escuchando el sonido de aquella metralleta(...) Aquel día, creo que fue aquel día o uno de aquellos días, le dije al ayudante del almirante: ‘Le voy a pedir permiso al almirante para irme de vacaciones’. ‘Espérate’, me dijo, ‘le vas a llevar a Pontedeume, lo dejas, te vienes para acá y te vas con permiso. Ya te avisaré yo’. Lo tenía todo para irme de permiso. Nos íbamos a ir en una roulotte que había comprado aquel año. No la llegué a estrenar. De lo que aún me acuerdo con nitidez es de que mi mujer me había dicho: ‘A ver si esta noche vienes antes porque el nieto hace seis años’. Mi mujer era muy golosa y había comprado una tarta enorme. Le dije: ‘No te apures que vendré a tiempo de celebrar el cumpleaños’. ¡Qué seis años tuvo mi pobre nieto! (...) Yo ya no me enteré de nada hasta tres o cuatro meses después. No sé ni cuanto tiempo estuve en la UVI. El médico dijo que me quedaría ciego o tonto, pero se equivocó, aunque me tuvieron que enseñar de nuevo a hablar (...) Cuando desperté y me enteré en la situación en la que me encontraba lo único que deseaba era morirme. Y el caso es queintenté tirarme por la ventana, pero como no podía andar tuve que utilizar una silla de estas y antes de alcanzar la ventana me caí. Me tuvieron que atar. Mi pobre mujer era la que peleaba conmigo. Yo lloré mucho aquellos días y mi mujer lloraba conmigo. Nada me quita de la cabeza que la enfermedad que cogió ella en el pecho fue por los disgustos que tenía. Al final la operaron (...) Murió el 11 de diciembre de 1987. El cáncer de mama se la llevó (...) Ahora, por la mañana viene Betty y estoy acompañado por ella. Luego me acuesta y me quedo ahí. Los domingos no me levanto de la cama porque nadie me acuesta, no hay nadie para acostarme. Y sólo puedo esperar".
En 1995 la Audiencia Nacional condenó a 48 años de reclusión mayor a Inés del Río Prada por su colaboración en el atentado que acabó con la vida del vicealmirante Escrigas Estrada e hirió gravemente a Francisco Marañón. Por la misma sentencia fueron condenados Iñaki de Juana Chaos y Esteban Esteban Nieto a 55 años cada uno. En 1996 fue condenado Juan Manuel Soares Gamboa a 27 años y en 2006, Belén González Peñalva, extraditada por Francia en 2005, fue condenada a un total de 53 años.
Fausto Escrigas Estrada, de 59 años, había nacido en El Ferrol (La Coruña) y estaba casado con María Flor Rodríguez. Tenía cuatro hijos, dos de ellos marinos, como él. Desde febrero de 1984 ocupaba la Dirección General de Política de Defensa, donde estudiaba y preparaba los asuntos competencia del Ministerio en sus ámbitos interior y exterior. Narcís Serra manifestó que el asesinato de Escrigas había sido "un mazazo personal", porque el vicealmirante era uno de sus "colaboradores más sólidos". Su sucesor en el cargo, el teniente general Francisco Veguillas Elices, fue asesinado exactamente nueve años después, el 29 de julio de 1994.
Ese mismo día 29 de julio de 1985 por la noche, la banda terrorista ETA asesinaba en Vitoria, de un tiro en la nuca, al subcomisario del Cuerpo Superior de Policía AGUSTÍN RUIZ FERNÁNDEZ DE RETANA cuando se dirigía en compañía de unos amigos a un bar del centro de Vitoria. Varios individuos le abordaron por detrás y uno de ellos le disparó un único tiro en el cuello. La víctima cayó mortalmente herida, en medio de un gran charco de sangre, mientras los agresores emprendían la huida a pie.
El cuerpo de Agustín fue recogido por miembros de la propia Policía Nacional, que lo trasladaron hasta el Hospital General Santiago Apóstol, de Vitoria, donde ingresó cadáver.
En el momento de producirse el atentado la calle, situada en las inmediaciones del casco antiguo de Vitoria, estaba muy concurrida. Uno de los amigos que iba con él esa noche, y que presenció su asesinato desde unos metros detrás de él, señaló que "se trataba de una persona maravillosa, incapaz de hacer mal a nadie, y a quien todos querían mucho. Todos los días tomaba vinos por esta zona, y nunca nos había comentado que tuviera miedo o se sintiera amenazado". Agustín solía ir desarmado cuando salía por las noches, a pesar de que había recibido amenazas de ETA. Al frecuentar siempre la misma zona de bares de la capital alavesa, era un blanco fácil de la banda asesina.
En 1987 la Audiencia Nacional condenó a los etarras Ricardo Izaga González, alias Txomin, y Jesús Díaz de Heredia Ruiz de Arbulo, alias Josu, a 29 años de reclusión mayor por el asesinato del subcomisario de Policía. Ambos fueron detenidos en febrero de 1986 en Vitoria. Izaga González fue excarcelado en 2002. Jesús Díaz de Heredia Ruiz de Arbulo tenía fijada la fecha de excarcelación para octubre de 2009, pero la aplicación de la doctrina Parot ha retrasado su salida hasta febrero de 2016.
Agustín Ruiz Fernández de Retana, de 43 años y soltero, era natural de la localidad alavesa de Mendoza. Estaba destinado en las oficinas de expedición del Documento Nacional de Identidad en la comisaría de la Policía Nacional de Vitoria. Era, además, colaborador directo de la gobernadora civil de Álava, Alicia Izaguirre. El 30 de julio se celebró en Vitoria el funeral por su alma.

El 29 de julio de 1994 la banda terrorista ETA hizo estallar un coche-bomba en Madrid al paso del vehículo en el que viajaba el teniente general del Ejército y director general de Política de Defensa, FRANCISCO VEGUILLAS ELICES, que había sucedido en el puesto al vicealmirante Fausto Escrigas Estrada, asesinado el mismo día nueve años antes. La explosión provocó la muerte casi en el acto del teniente general Veguillas y de su chófer, el conductor civil del Ministerio de Defensa,FRANCISCO JOAQUÍN MARTÍN MOYA, además de la de CÉSAR GARCÍA CONTONENTE, operario de una compañía de danza que se encontraba en esos momentos trabajando en la zona. La onda expansiva reventó a César García y parte de su cuerpo quedó colgando de uno de los balcones próximos. Los responsables del Instituto Anatómico Forense tardaron casi cuatro horas en identificar los tres cadáveres, ya que los cuerpos quedaron totalmente destrozados y carbonizados.
Otras diecinueve personas resultaron también heridas por la onda expansiva, dos de ellas de gravedad. Entre los heridos se encontraban dos policías municipales que patrullaban la zona, tres guardias civiles, escoltas del teniente general que viajaban en otro vehículo, y otros tres operarios de Los Ballets de Madrid que trabajaban junto a su compañero César García.
El atentado, perpetrado por miembros del grupo Madrid de ETA, se produjo en la madrileña plaza de Ramales, una zona histórica de la capital a escasos metros del Palacio de Oriente. En torno a las ocho y media de la mañana, el etarra Mikel Azurmendi Peñagaricano, alias Hankas, tras ser avisado por Juan Arri Pascual, alias Carlos y Munipa, de la llegada a la plaza del vehículo oficial blindado procedente de la calle Arenal, accionó el mando a distancia que activó el mecanismo del artefacto cuando el coche del objetivo de ETA pasaba a la altura del coche-bomba.
Además de los muertos y heridos, la explosión de los 49 kilos de amosal y dos de amerital, metidos en dos ollas de cocina y con dos bidones de gasolina, provocó daños en cuarenta viviendas y locales, además de en sesenta y cinco vehículos estacionados en las proximidades. Algunos trozos de los turismos fueron arrancados de cuajo y lanzados por el aire a varias decenas de metros, como el techo de un automóvil que apareció en el tejado de una casa.
El vehículo utilizado por los terroristas para cometer el atentado había sido robado días antes en Madrid. Probablemente, los etarras aparcaron el vehículo minutos antes del atentado, en la plaza de Ramales esquina con la calle Santiago, puesto que estaba mal estacionado y sobresalía un poco de la esquina.
Al lugar del atentado se desplazaron inmediatamente los ministros de Defensa, Julián García Vargas, y de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, así como otras autoridades como el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano. También acudieron al lugar de los hechos el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, y el director general de la Policía, Ángel Olivares.
El triple asesinato fue ampliamente cubierto por la prensa española, en un momento en el queestaba en cuestión la política de reinserción de etarras, incluidos aquellos con delitos de sangre, puesta en marcha desde que, el 5 de mayo de 1994, Juan Alberto Belloch había asumido la doble cartera ministerial de Justicia e Interior. Por ello ABC tituló al día siguiente "ETA da las gracias a Felipe González por la reinserción de terroristas con delitos de sangre". Tanto González, como Belloch, Margarita Robles, secretaria de Estado de Interior, y María Teresa Fernández de la Vega, secretaria de Estado de Justicia, impulsaron la política de beneficios de régimen abierto para los etarras.
Meses después, el portavoz de Herri Batasuna, Floren Aoiz, hizo la siguiente valoración: "El atentado del mes de julio fue uno de los golpes más fuertes contra el Estado desde la muerte de Carrero Blanco. Se ha ocultado la importancia real de lo que ha supuesto el liderazgo político de ETA ante una parte importante de la sociedad".
Mikel Azurmendi Peñagaricano, alias Hankas, fue detenido en marzo de 1998 en Sevilla, cuando ya estaba integrado en el grupo Andalucía de ETA. En febrero de 2001 la Audiencia Nacional lo condenó a 208 años de prisión mayor por el atentado de la plaza de Ramales. En abril de 2003 es extraditado por Francia Álvaro Juan Arri Pascual, alias Carlos y Munipa. En diciembre de 2005 la Audiencia Nacional lo condena a 208 años de reclusión por su participación directa en el mismo atentado. El tribunal considera probada su integración desde 1992 en el grupo Madrid de ETA, junto a Mikel Azurmendi y otros. En noviembre 2003 es también extraditada por Francia la etarra Idoia Martínez García, alias Francisca y Olga, presuntamente implicada en este atentado según fuentes del Ministerio del Interior.
César García Contonente, de 24 años, era tramoyista de la compañía privada de danza Los Ballets de Madrid, donde su novia Laura Jorquera era bailarina. Aquella mañana se encontraba cargando un camión con material para la compañía de ballet que actuaba esa tarde en Hoyo de Manzanares (Madrid). Fue inhumado en el cementerio de Carabanchel de Madrid, y a sus actos fúnebres no asistió ningún representante de la Administración, algo que criticaron familiares, amigos y compañeros de la víctima (El Mundo, 31/07/1994). Hijo de José María García y Olvido Contonente, en el primer aniversario el padre dijo que no podía perdonar a los asesinos de su hijo: "Lo siento, pero no lo puedo olvidar, aunque sea católico no podré perdonar nunca" (Agencia Efe, 29/07/1995). Su mujer Olvido, quien le ayudaba en una tienda de alimentación, no había podido trabajar desde que asesinaron a César. Una calle de Leganés y el polideportivo municipal de Cardiel de los Montes (Toledo) llevan el nombre de César García Contonente.
Francisco Joaquín Martín Moya, estaba casado y tenía tres hijos. Era conductor civil del Parque Móvil del Estado, destinado en el Ministerio de Defensa. Fue condecorado a título póstumo en 2001 con la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil. Su funeral se celebró a la vez que el del teniente general Veguillas Elices, en el patio de armas del Cuartel General del Ejército de Tierra, con la asistencia de numerosas autoridades civiles y militares. Al término del mismo, el ministro de Defensa impuso sobre el féretro la Cruz del Mérito Militar. Los restos mortales de Francisco Joaquín Martín fueron incinerados en el cementerio de La Almudena de Madrid.
Francisco Veguillas Elices, de 69 años, ocupaba la Dirección General de Política de Defensa en el Ministerio dirigido entonces por Julián García Vargas. Además, era una persona muy próxima al vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, pues había sido jefe de su gabinete técnico. Natural de Alcalá de Henares (Madrid), estaba casado con Amalia Altenburg y no tenía hijos. Ingresó en el Ejército en 1942 y tenía un brillante currículum. Entre otros puestos, fue agregado militar en la Embajada de España en Washington. Ascendió al generalato en 1982 y participó en diversas negociaciones militares internacionales. Además, estaba en posesión de numerosas distinciones militares. El teniente general Veguillas Elices fue un elemento clave para la reforma de las Fuerzas Armadas y de la modernización de la política de defensa, siendo la mano derecha de Narcís Serra y de García Vargas durante sus periodos al mando del Ministerio de Defensa. Su viuda declaró que le extrañaba la poca vigilancia que había en la zona donde se cometió el atentado: "¡qué poca vigilancia hubo!.. tan cerca de Capitanía. ¿Qué hacía aquel coche ahí?.. ¡Si hemos estado al lado de ellos! ¡Si nos los hemos cruzado por la calle! Seguro" (El País, 23/04/1995). En la misma entrevista, dijo que no se puede perdonar a los terroristas: "Ni perdonar, ni olvidar. Los santos perdonan, pero nosotros somos humanos".
Pasadas las once y media de la mañana del miércoles 29 de julio de 2000, ETA asesinaba en Tolosa (Guipúzcoa) al directivo de Aldeasa y ex gobernador civil de Guipúzcoa JUAN MARÍA JÁUREGUI APALATEGUI. La víctima residía desde tres años antes en Chile, y pasaba unos días de vacaciones en el País Vasco. Era objetivo de ETA desde su época de gobernador civil, no "por ser un buen o un mal hombre, sino por su cargo, ni más ni menos" (Zutabe de agosto de 2000 publicado por Garaen noviembre de ese año).
Jáuregui recibió dos disparos en la nuca cuando se encontraba sentado en una de las mesas del Bar-restaurante Frontón, en compañía del periodista de la televisión autonómica Euskal Telebista,Jaime Otamendi, con el que mantenía una estrecha relación. El exgobernador fue trasladado en una ambulancia medicalizada, todavía con vida pero en estado crítico, a la Clínica de la Asunción de Tolosa. El informe médico indicaba que la víctima presentaba "dos orificios de bala de probable entrada a nivel parietotemporal y occipitoparietal, ambos del lado derecho, con dos orificios de probable salida a nivel poroparietal izquierdo y borde inferior del pabellón auricular del mismo lado". Además, tenía "una mínima actividad electrocardiográfica, por lo que se iniciaron maniobras de reanimación cardiorrespiratoria. Tras 55 minutos, y cesada todo tipo de actividad eléctrica electrocardiográfica, se dejaron de aplicar las medidas de reanimación certificando el fallecimiento del herido" a las 13:30 horas.
Una hora antes hizo explosión un coche en Villabona, localidad próxima a Tolosa, siendo el vehículo utilizado por los terroristas en su huida. Contenía poco más de un kilo de dinamita de la sustraída en Bretaña en septiembre de 1999 que fue activada mediante un temporizador. El vehículo había sido robado el 21 de julio en Elgóibar.
Juan María Jáuregui había salido de su casa, situada en su localidad natal de Legorreta, alrededor de las once de la mañana y se dirigió directamente en su coche al bar del frontón Beobide, donde acostumbraba a acudir los sábados cuando estaba de visita en el País Vasco. Según explicó un empleado del local los dos terroristas entraron un cuarto de hora antes de que dispararan contra el ex gobernador civil, cuando la víctima ya se encontraba en el bar. Los dos etarras pidieron una consumición y permanecieron en la barra hasta que, en un momento dado, uno de ellos fue al cuarto de baño. Tras salir, disparó por la espalda a la víctima. Después de disparar, los pistoleros abandonaron el lugar corriendo y continuaron la huida en un coche donde les esperaba un tercer terrorista.
Se presentaron en el lugar del atentado concejales del PSE-EE, de la coalición PNV-EA y de Euskal Herritarrok (EH), así como el alcalde de la coalición de la izquierda proetarra, Antxon Izaguirre. Algunos de ellos, que fueron compañeros de Jáuregui cuando ocupó el cargo de concejal en el Ayuntamiento de la villa papelera, no pudieron contener las lágrimas al conocer que había fallecido. El cadáver del ex gobernador civil fue trasladado a las 15:00 horas al Instituto Anatómico forense de Polloe, en San Sebastián, donde se le practicó la autopsia. A continuación, el cuerpo fueconducido hasta la Casa del Pueblo de la capital donostiarra, donde quedó instalada la capilla ardiente.
El dirigente socialista había abandonado el País Vasco en 1996, después de cesar en su cargo al perder el PSOE las elecciones generales de ese año y ser informado de que era objetivo de la banda terrorista. En abril de 1996, miembros del grupo Donosti proyectaron asesinarlo mediante un coche-bomba. El plan consistía en atraer al gobernador civil al barrio donostiarra de Alza asesinando previamente a un guardia civil que residía en la zona y, una vez constatada su presencia, hacer explotar el coche bomba estacionado en una curva de las inmediaciones. El plan se descubrió a raíz de la desarticulación parcial del grupo Donosti un mes antes, con la detención del etarra Valentín Lasarte. La documentación incautada por la Ertzaintza puso de manifiesto que Jáuregui era objetivo de ETA y que había sido sometido a una prolongada vigilancia por confidentes de la banda. Además de las características y matrículas reservadas de los vehículos oficiales utilizados por el gobernador civil y sus escoltas, y el punto idóneo para estacionar el coche-bomba, ya entonces los etarras conocían al detalle las costumbres del gobernador civilcomo sus visitas al café Frontón de Tolosa, donde fue abatido a tiros. El seguimiento se extendió también a Legorreta, su pueblo natal.
El ex gobernador civil pidió al ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, que hiciera gestiones para encontrarle una ocupación fuera del País Vasco. De este modo, Jáuregui comenzó a trabajar en la empresa de la cadena de tiendas de aeropuertos Aldeasa, siendo trasladado en un primer momento a Canarias, donde fue ascendido como jefe de la empresa para Sudamérica, fijando su residencia en Chile desde 1997. El 4 de agosto de 2000 tenía que viajar a Buenos Aires (Argentina) y tras el verano tenía previsto regresar de nuevo a España para instalarse en Madrid como subdirector del área de Internacional de la compañía.
El delegado del Gobierno en el País Vasco, Enrique Villar, señaló que Juan María Jáuregui no llevaba escolta porque su residencia estaba fijada fuera del País Vasco y añadió que no tenía conocimiento de que estuviese en España. En este sentido, el delegado del Gobierno indicó haber hecho todo lo posible, junto al Gobierno del PP, "para sacarle del País Vasco donde corría un gran peligro". Sin embargo, fuentes socialistas indicaron que allegados del ex gobernador civil habían pedido protección policial a la Ertzaintza cuando supieron que Jáuregui iba a llegar al País Vasco. Estas fuentes indicaron que, días antes de que Juan Mari llegara desde Chile a Legorreta,aparecieron en su casa unas pintadas, lo que motivó que sus familiares solicitaran protección a la Policía Autonómica. El departamento de Interior del Gobierno Vasco desmintió este aspecto a través de su gabinete de prensa: "Los familiares no habían pedido a la Ertzaintza protección. Por su condición de ex gobernador civil, siempre tuvo protección de la Policía Nacional. Pero en este caso, insistimos en que no se había solicitado protección a la Ertzaintza".
En febrero de 2004 la Audiencia Nacional condenó a Patxi Xabier Makazaga e Ibon Etxezarreta a 39 años de cárcel, y a Luis María Carrasco a 36 años. Los tres eran miembros del grupo Buruntza de ETA a los que dirigentes de la banda, sabiendo que Jáuregui estaba en Guipúzcoa, les encargaron que lo asesinaran. Lo intentaron el 22 de julio, pero desistieron al encontrarse en El Frontón personas que les conocían. Sí lo consiguieron una semana más tarde, el 29 de julio. Mientras Etxezarreta se quedaba a la espera en el vehículo en el que luego emprenderían la huida, Carrasco y Makazaga entraron en el bar y pidieron unas consumiciones. Cuando se cercioraron de que era factible, Makazaga se acercó a Jáuregui y le disparó por la espalda dos tiros en la cabeza.
Juan María Jáuregui Apalategui, de 44 años, estaba casado con Maixabel Lasa. El matrimonio tenía una hija, María, de 19 años, que en el momento del asesinato se encontraba practicando montañismo en Leiza con unos amigos. Era euskaldún nacido en Legorreta, en la comarca guipuzcoana del Goyerri, militó durante su juventud en la lucha antifranquista y durante un periodo corto de tiempo en las filas de ETA. Cuando se escindieron las ramas de ETA-V y ETA-VI Asamblea "Jáuregui se comprometió con esta última opción, que abandonaba la lucha armada. El sector mayoritario de ETA-VI evolucionó pronto hacia el trotskismo, lo que no aceptó un grupo denominado los ‘minos’ (minoritarios), que era partidario de una aproximación a la izquierda tradicional representada por el Partido Comunista" (El País, 31/07/2000). Juan Mari llegó a ser encarcelado por participar en las protestas contra el juicio de Burgos. Estuvo afiliado al partido comunista desde 1973 y hasta mediados de los ochenta, cuando se integró en el Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE). También estuvo muy activo en Comisiones Obreras.
Cursó estudios de Sociología en la Universidad de Deusto y fue concejal del Ayuntamiento de Tolosa por el PSE-EE (PSOE), cargo que desempeñó hasta ser nombrado gobernador civil de Guipúzcoa por el Consejo de Ministros en septiembre de 1994 a instancias del entonces ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch. Jáuregui sustituyó en el cargo a José María Gurruchaga, que procedía de la época de José Luis Corcuera y mantenía fuertes enfrentamientos con la secretaria de Estado para la Seguridad, Margarita Robles. Robles quería sacar adelante una investigación sobre torturas en el cuartel de Intxaurrondo y sobre lo que entonces era elincipiente ‘caso Lasa- Zabala’. En los dos años siguientes, Jáuregui colaboró desde el Gobierno Civil en la investigación del comisario Enrique de Federico sobre el caso. En mayo de 1996 fue destituido como gobernador civil por el primer gobierno del PP. "Juan Mari Jáuregui (era) un buenexponente de esa generación de vascos de izquierdas que sufrieron la cárcel con Franco y la muerte con ETA", dijo de él su compañero de partido Ramón Jáuregui (El Diario Vasco, 31/07/2000).
En septiembre de 2000, sus familiares y amigos esparcieron las cenizas de Jáuregui en un paraje de su localidad natal. Su viuda, Maixabel Lasa, descubrió un monolito con un lauburu (estela funeraria vasca) y la inscripción en euskera "Los que te queremos te recordamos". El monolito fue destruido por unos vándalos en mayo de 2008. Maixabel, entonces directora de Atención a las Víctimas del Gobierno vasco, aseguró que lo restaurarían todas las veces que fuera necesario. Ese mismo año, en noviembre, la banda terrorista señaló a Maixabel como "una militante antiabertzale que derrama lágrimas de cocodrilo" en las que "diluir la opresión del pueblo vasco". Al verse en el punto de mira de ETA, Maixabel llegó a plantearse abandonar el País Vasco.

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