Lecturas y vídeo 12 de mayo de 2011


Interesante reflexión sobre qué sucede cuando un Estado adopta leyes injutas y/o excesivas.

Destaco este último párrafo:

La solución al contrabando de tabaco –y las actividades delictivas asociadas– pasa por acabar con los impuestos confiscatorios. Por desgracia, para los políticos chupasangre y los fanáticos anti-tabaco, que ven en los impuestos confiscatorios una herramienta de su cruzada moral contra el tabaco, sólo cuenta lo positivo. Para ellos, el precio que hay que pagar por su cruzada es irrelevante o, como mucho, algo secundario. Llegados a este punto, conviene recordar las palabras del novelista C.S. Lewis:

De todas las tiranías, puede que la peor sea la ejercida por el bien de sus víctimas.

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Hizo y pagó por Arcadi Espada.

Otra vez más, como casi siempre, coincido con Espada. Si alguien es juzgado, condenado y cumple su pena es libre. No tiene ninguna deuda con el Estado. Y ha triunfado el Estado de Derecho.

Destaco:

En cuanto a cómo vaya por dentro Errandonea, me trae sin cuidado. Yo, experto, distingo mucho entre la paidofilia y la pederastia; es decir, entre los sentimientos y los hechos. El ex etarra (si aún estuviera en activo supongo que la polícia lo habría detenido de inmediato) no ha salido de la cárcel en virtud de ningún pacto político, penitenciario, sino por la extinción de la pena. Su única victoria es la de no haberse podrido en ese miserable cuarto de siglo. Todas las demás victorias son del Estado de Derecho. Incluida, last but not least, la exhibición del cartel de una coalición política que rechaza el uso de la violencia y cuya actividad ha sido declarada legal por el máximo tribunal español.

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La realidad, tan alejada de la ficción: "El médico miró al grupo, sonrió y les dijo que los sanitarios no sólo estamos para curar y mandar a la gente a casa en perfecto estado, sino también para acompañar en los malos momentos y paliar; que los enfermos no vienen como en las películas y las series, perfectamente aseados y con cara de “lechuguita mustia sin llegar a ser lechuga podrida”; que la vida real, con todo lo que implica, era lo que estaban viviendo, las historias que cuentan los familiares, los nervios de quienes no quieren “malgastar” sus vacaciones en acompañar al abuelo ingresado, los nervios de quienes no asumen bien que su padre, su madre, van a morir, los nervios de quienes a la más mínima tos salen corriendo porque temen que se muera en ese instante".

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Richard Feynman: "En este sencillo enunciado está la clave de la Ciencia: No importa lo bonita que sea tu suposición, no importa lo listo que fuera el que realizó la suposición o cuál fuera su nombre. Si no concuerda con los experimentos… es errónea".


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