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Julian Simon’s 1996 masterpiece, The Ultimate Resource 2 (pages 42-43)

Cafe Hayek.

There is an almost insuperable difficulty in the definition of available “copper,” “oil,” and so on, because there are many different grades of each resource in places that vary in difficulty of extracting the resource, and because . . . the amounts at low concentrations (such as the quantities of metals on the sea bottom and in seawater) are extraordinarily large in contrast to the quantities we usually have in mind (the “proven reserves”). What’s more, we constantly create new supplies of resources, in the sense of discovering them where they were thought not to exist. (In the past, the U.S. Geological Survey and others thought that there was no oil in California or Texas.) Often, new supplies of a resource come from areas outside of the accustomed boundaries of our system, as resources from other continents came to Europe in past centuries and as resources may in the future be brought from the sea or from other planets. New supplies also arise when a resource is created from other materials, just as grain is grown and nuclear fuel is “bred.”

 …. In exactly the same way that we manufacture paper clips or hula-hoops, we create new supplies of copper. That is, we expend time, capital, and raw materials to get them. Even more important, we find new ways to supply the services that an expensive product (or resource) renders.

Donde el monte no arde por Pedro Cáceres.


La comarca de Pinares Soria-Burgos, un ejemplo de buena gestión forestal desde hace más de un siglo, obtiene la denominación de Bosque Modelo, una etiqueta internacional que certifica la sostenibilidad de la explotación de la madera.


Las administraciones públicas españolas se gastaron el año pasado en prevención y extinción de incendios 721 millones de euros. Sin embargo, esta inversión no evitó que en 2006 ardieran 150.000 hectáreas de terreno forestal, superficie equivalente casi a la provincia de Guipúzcoa. En la Península Ibérica hay fuego cada verano por todos lados. Menos en uno. Porque en esa negra España de las llamas hay un rincón en el que los incendios suenan a cosa lejana. Tan lejana como que el último gran siniestro data del siglo XIX.
Es la comarca de Pinares Soria-Burgos, cuyos montes cubiertos en su mayoría por pino silvestre ('Pinus sylvestris') forman la mayor masa continua arbolada de España. Para averiguar cómo es posible que el mayor bosque del país no arda resulta interesante recorrerlo y descubrir que se trata de un lugar que ha convertido la madera en su principal medio de vida.
En la comarca de Pinares Soria-Burgos, el 41% de la población activa se dedica al sector de la madera. Unos 4.000 trabajadores faenan para 700 empresas. Y la actividad ha permitido que sea una de las pocas áreas rurales del interior peninsular que no perdió población en el siglo XX. La implicación de los habitantes con el monte, del que obtienen beneficios, y las políticas de ordenación forestal y gestión del territorio son la clave del éxito.
La visita podría empezar por Navaleno (Soria), un pueblo de 1.000 habitantes donde el paro es casi desconocido y que acoge a varias empresas dedicadas a la transformación de la madera y las setas. Junto a Navaleno se encuentra el monte de Pinar Grande, que cumple un siglo desde que fue sometido a ordenación forestal por primera vez. Lo que significa que, desde 1907, se sabe cuántos árboles hay, qué tamaño tienen, cuáles se van a cortar... y cuándo.
El jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Soria, José Antonio Lucas, lo tiene claro: «En esta comarca, los montes que mejor se conservan son los que más se han cortado». Su frase sonará subversiva a quienes tengan la idea de que la naturaleza debe permanecer siempre intocada. Pero resulta convincente cuando se observa el imponente aspecto de bosque maduro que tiene Pinar Grande. Nada hace pensar que lleva produciendo madera desde siempre. Sin embargo, el 15% de todas la talas de Castilla y León salen de esta comarca. Pese a lo cual los árboles no dejan de aumentar.
Una de las claves de la buena conservación de los montes es que los habitantes son beneficiarios directos. Como explica la alcaldesa de Covaleda, Concepción Martínez: «La propiedad es de los ayuntamientos. Los gestiona la Junta de Castilla y León, porque son montes de utilidad pública, pero el derecho de explotarlos es de los vecinos». De modo que, desde hace siglos, «debido a privilegios de poblamiento concedidos por los reyes desde el siglo XIII», cada persona nacida y residente en un pueblo pinariego tiene derecho a su «suerte de pinos». Realizada la tala anual, se reparten los ingresos. Según la alcaldesa, «pueden ser ahora unos 600 euros por persona, pero en los años 40 suponía mucho más y la gente vivía sólo de la madera de un año».
María Pascual, una joven consultora natural de Navaleno, piensa que «el respeto al monte se inculca en la comarca desde la infancia. Es nuestro patrimonio, y lo cuidamos. Si alguien hiciera algo malo en él los vecinos se le echarían encima». «Hay una relación directa, por la cercanía física al bosque, por los ingresos que genera y por el resto de servicios, como los turísticos, que produce. El monte forma parte de nuestra forma de ser», concluye María Pascual.
Dada la productividad y los valores emocionales ligados al monte, parece normal que todos lo cuiden. Sin embargo, el interés común no lo explica todo. En Galicia, donde el año pasado se calcinaron 90.000 hectáreas, la mayoría de los terrenos forestales son comunales, pero arden. Hay algún otro secreto. Y José Antonio Lucas lo tiene claro: «La situación idílica de nuestros días se debe a la gestión. Antes no era así. En 1868 ardieron 7.200 hectáreas de monte en la comarca. Pero no ha vuelto a ocurrir. ¿Por qué? Fue cuando vino la ordenación de montes para compatibilizar los usos, entre ellos el de los ganaderos, que querían pastos y no árboles. Ahora hay una rotación de espacio y de tiempo que evita los conflictos de intereses. Cada uno tiene su aprovechamiento».
Lucas explica el modo de proceder en un monte ordenado. «El terreno se divide en secciones, que cuentan con media docena de cuarteles, que se dividen a su vez en otros tantos tramos y estos en rodales». El rodal, que es la unidad última de medida, tiene unas 30 ó 40 hectáreas. En Pinar Grande el turno de corta de cada tramo es de 100 años, lo que significa que la parte que se explota hoy fue seleccionada para ello hace un siglo. Y cerca está el área que la sustituirá, de edad similar.
De esta forma, siempre hay un abanico de paisajes, desde el área recién cortada al bosque maduro, pasando por distintas etapas de sucesión del bosque. También está regulada la explotación de la caza y estudiada la producción de las setas. Según Lucas, «los montes de 20-40 años son buenos para el níscalo ('Lactarius deliciosus') y los migueles ('Boletus edulis') crecen más en pinares de 60 a 80 años».
Todo parece medido, pero no se hace por sí solo. Cada etapa exige trabajos y algunos de ellos no son rentables por sí mismos. Tras la tala, puede brotar un denso pinar de 4.000 pies por hectárea. Sucesivas tareas de corta y clareo reducen los ejemplares y eliminan los árboles enfermos hasta dejar 350 por hectárea. La calidad lo agradece. Ésta es la única zona de España con una marca o denominación de origen de madera, llamada Pino Soria-Burgos.
Los valores biológicos no se olvidan. Javier María García, jefe de la Unidad de Ordenación y Mejora del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Burgos, explica que las áreas donde crecen especies singulares como la 'Myrica' 'gale', una pequeña planta de las turberas, se protegen especialmente. Tampoco se cortan los «cuarteles de cumbre» y se potencia el crecimiento de otras especies como robles o hayas. Además, añade Lucas, en cada sección hay un cuartel que nunca se corta, «como espacio de recreo y de valor paisajístico».
En el Aula Divulgativa del Bosque El Amogable, junto a Navaleno, José Antonio Lucas ha puesto en marcha un centro interpretativo de estas cuestiones. Pero es también un espacio de capacitación forestal y un centro de vigilancia ante el fuego que funciona de forma continua.
Mariano Torre Antón, director general de Medio Ambiente, explica que la Junta de Castilla y León ha logrado un acuerdo para que las cuadrillas antiincendios pasen «del régimen agrario al régimen general», con lo que ahora cobran más y trabajan todo el año y no sólo en verano, como ocurre en muchos lugares de España. De este modo, en El Amogable «tienen dos equipos de trabajo, el de corta y el de extinción», y dedican gran parte del año a las tareas de prevención y limpieza.
En la tierra de Pinares, el interés común -y el sentido común- lleva décadas haciendo realidad el mito del desarrollo sostenible. Sus montes, que ya contaban con el sello PEFC, un certificado internacional de buena gestión, están integrados desde el pasado 25 de abril en la Red de Bosques Modelo, una categoría nacida de la Cumbre de Río 92 en la que sólo están otros 42 lugares del globo.



FIJACIÓN DE CO2

Evitar el cambio climático. Los árboles, al crecer, fijan el CO2 atmosférico. Un metro cúbico de madera inmoviliza una tonelada de CO2. El director general de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, Mariano Torre Antón, explica que los bosques son «un gran sumidero de carbono». En una explotación sostenible, los árboles que crecen tras la tala siguen fijando carbono, mientras que la madera ya cortada se convierte en un almacén de CO2. En Castilla y León se corta cada año el 22% del crecimiento anual del bosque, es decir, la 'renta'. El resto se deja en el campo como 'capital'.


VIVIR CON MADERA

Promoción del producto. El proyecto Vivir con Madera es una iniciativa desarrollada por la patronal europea del sector maderero y liderada en España por la Confederación Española de Empresarios de la Madera (Confemadera) y diversas instituciones públicas y empresariales. Tiene como objetivo promocionar el uso de este material en todo tipo de aplicaciones y defender que, si se explota adecuadamente, evita los incendios, protege la biodiversidad y mitiga el cambio climático. Recientemente, Vivir con Madera ha promocionado la comarca de Pinares como un ejemplo a seguir.


BOSQUE MODELO

Pionero en España. El concepto de Bosque Modelo nació en Canadá para promover la gestión integral y sostenible de los recursos forestales mediante la participación y el consenso social. España acaba de entrar en ese club internacional, del que forman parte 43 espacios, con la inclusión del Bosque Modelo de Urbión. Cubre 100.000 hectáreas de la comarca de Pinares, que ya contaban con el certificado PEFC y ahora incorporan el nuevo aval. El Bosque Modelo de Urbión pretende mejorar la gestión forestal y poner en valor los productos y servicios del bosque y su conservación.



Peak Everything by Ronald Bailey‏

Forget peak oil. What about peak lithium, peak neodymium, and peak phosphorous?

When you really need something, it’s natural to worry about running out of it. Peak oil, the notion that global petroleum production will top out and then begin to decline permanently, has been a global preoccupation since the 1970s, and the warnings get louder with each passing year. Environmentalists want to put limits on the consumption of fossil fuels, but they haven’t been very successful in encouraging people to consume less energy, even with the force of law at their backs.

But maybe they’re going about it all wrong, looking for solutions in the wrong places. Lucas Bretschger, an economist at the Swiss Federal Institute of Technology, and Sjak Smulders, an economist at Tillburg University, argue that we shouldn’t focus directly on preserving the resources we already have. In a 2003 article for the Italian think tank Fondazione Eni Enrico Mattei, they instead ask, “Is it realistic to predict that knowledge accumulation is so powerful as to outweigh the physical limits of physical capital services and the limited substitution possibilities for natural resources?” In other words, can increases in scientific knowledge and technological innovation overcome any limitations on economic growth imposed by the depletion of nonrenewable resources?

The debate over peak oil is heavily politicized, so let’s set it aside and test the idea of imminent resource peaks and their consequences for economic growth on three other nonrenewable resources: lithium, neodymium, and phosphorus.

Peak lithium. Lithium is the element at the heart of the electric car revolution that green energy enthusiasts are trying so hard to foment. For example, the Chevy Volt, scheduled to be at dealers this fall, will be energized by 400 pounds of lithium-ion batteries, plus a gasoline engine to produce electricity to extend the car’s range of travel once the batteries are drained.

In 2007 William Tahil, an analyst with the France-based consultancy Meridian International Research, issued a report that concluded there is “insufficient economically recoverable lithium available in the Earth’s crust to sustain electric vehicle manufacture in the volumes required.” Tahil added, “Depletion rates would exceed current oil depletion rates and switch dependency from one diminishing resource to another.”

Not everyone agrees with Tahil’s peak lithium prognostications. Geologist R. Keith Evans, who has long been involved in the lithium industry, issued a rebuttal arguing that lithium resources are much higher than estimated by Tahil. Evans also asserts that as prices rise other sources of lithium will become economical. And lithium prices have indeed been increasing. But for the sake of argument, let’s assume we are “running out” of lithium. Then what?

Even Tahil’s original report noted that there were alternative battery technologies in the works, approaches to use more common substances instead of lithium. The Swiss company ReVolt Technology, for example, is developing rechargeable zinc-air batteries that hold four times as much charge as lithium-ion batteries and cost half as much. Fluidic Energy a tech startup in Arizona, claims it can develop a metal-air battery that will hold 11 times the charge of the best lithium-ion batteries for less than a third of the cost. A car running on such batteries would have a range of 400 to 500 miles on a single charge. In addition to being far more available, the materials could be fairly easily recycled.

Peak neodymium. Neodymium is a rare-earth metal used extensively to produce permanent magnets found in everything from computer magnetic disk drives and cell phones to wind turbines and automobiles. The magnets that drive a Prius hybrid’s electric motor use more than two pounds of neodymium. Neodymium magnets were invented in the 1980s in response to the global cobalt supply shock that occurred as a result of internal warfare in Zaire. Because China can produce the material more cheaply than any other country in the world, that nation is now the source of 95 percent of the world’s neodymium. China’s government recently warned that it would begin restricting exports of neodymium and other rare-earth metals to ensure supplies for its own manufacturers.

In March, Rep. Mike Coffman (R-Colo.) introduced the Rare Earth Supply-Chain Technology and Resource Transformation (RESTART) Act of 2010. The RESTART Act would offer federal loan guarantees to mining and refining companies to recreate in five years a domestic rare-earth minerals industry, achieving a kind of rare-earth minerals independence.

But there are alternatives to industrial policy. If neodymium supplies really are a problem, there may be a technical fix. For example, Chorus Motors has invented and developed an improved AC induction motor that supplies the energy needed to accelerate hybrid or electric vehicles without neodymium magnets. If this technology is widely adopted, it would free up neodymium supplies for other uses and reduce the metal’s price.

Peak phosphorus. In the 1840s, scientists discovered that plants need the element phosphorus to grow. The phosphorus fertilizer industry grew rapidly, at first by exploiting vast deposits of seabird guano left on oceanic islands. Today phosphate rocks are mined to produce the fertilizer, which is essential to modern agriculture. According to Global Phosphorus Research Initiative (GPRI), a collaboration between independent research institutes in Europe, Australia, and North America, known phosphorus reserves could be depleted within the next 50 to 100 years. The April 2010 issue of Foreign Policy ominously warned that failing to meet the challenge of “peak phosphorus” would mean that “humanity faces a Malthusian trap of widespread famine on a scale that we have not yet experienced.”

But unlike petroleum or natural gas, phosphorus, an element, is not destroyed when it’s used. So it could be recovered and recycled. The GPRI points out that the phosphorus in just one person’s urine would be close to the amount needed to fertilize the food supply for one person. So why not recycle urine?

NoMix toilets keep urine separate from solid wastes, allowing phosphorus and nitrogen to be recovered and used as fertilizer. Furthermore, biotechnologists are exploring ways to dramatically increase the efficiency with which crops use phosphorus, which would reduce the amount of fertilizer needed to grow a given amount of food.

“Every generation has perceived the limits to growth that finite resources and undesirable side effects would pose if no new recipes or ideas were discovered,” the Stanford economist Paul Romer writes in The Concise Encyclopedia of Economics. “And every generation has underestimated the potential for finding new recipes and ideas. We consistently fail to grasp how many ideas remain to be discovered. The difficulty is the same one we have with compounding: possibilities do not merely add up; they multiply.” The production of some physical resources may peak, but there is no sign that human creativity is about to do anything of the kind.

Science Correspondent Ronald Bailey (rbailey@reason.com) is the author of Liberation Biology: The Scientific and Moral Case for the Biotech Revolution (Prometheus).