“Ningún poder en la tierra podrá arrancarte lo que has vivido.” Viktor Frankl
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Viñetas de plata. Poesía gráfica de Luis Alberto de Cuenca, de Laura Pérez Vernetti
Reino de Cordelia ha editado este precioso libro con quince poemas de Luis Alberto de Cuenca que han sido transformados en tebeos por Laura Pérez Vernetti. Todas las viñetas son en blanco y negro - excepto portada, contraportada y forro - y con trazos claros. El propio Luis Alberto aparece en algunas de las viñetas.
Los poemas de Luis Alberto me parecen colosales - algunos de ellos parecen escritos por un dios - y la visión que Laura hace de ellos los convierte en mejores obras. Les aporta, por ejemplo, un toque erótico muy adecuado para el poeta. Loquillo musicó algunos de los poemas de Luis Alberto, y en el caso de "El encuentro" el resultado fue espectacular.
El libro es breve; 64 páginas de viñetas y los poemas reproducidos a continuación. Las hojas son de alto gramaje y las tapas duras. En la web de Reino de Cordelia se pueden ver las primeras páginas.
A continuación, algunas de las páginas del libro fotografiadas por mí:
Viñeta del poema Homo homini lupus.
Viñeta del poema Homo homini lupus.
Viñeta de "El desayuno".
En Twitter he abierto una cuenta (twitter.com/poemasladc) en la que he compartido varios poemas de Luis Alberto; tanto de este libros como de otros.
Bloc de Otoño, de Luis Alberto de Cuenca
Otro maravilloso libro (portentoso diría el gran José Luis Garci) de don Luis Alberto de Cuenca. Es el tercero que leo tras "Poesía 1979-1996" y "Cuaderno de vacaciones". El libro está bellamente editado por Visor Poesía; en tapa dura. Son poemas escritos entre 2013 y 2017. En el título el otoño indica la época de la vida en la que está el autor y el bloc está en contraposición a las modernas herramientas proporcionadas por Internet (al menos así lo he interpretado al escuchar al autor en el magnífico programa radiofónico "Cowboys de Medianoche").
Tiene poemas deliciosos como el de "Inútil prima Vera" en el que confiesa que "La verdad es que me aburro mortalmente sin ti." Prefiere a los héroes que dicen: "tú te quedas / con la gloria de ser quien se siente a la diestra / del rey. Déjame a mí ese rincón oscuro / donde me espera ella, desnuda bajo el manto / y susurrando: 'ven'." Escribe sobre Eros y cómo “nunca yerra el canalla.” Y cuando lo alcanza con su flecha: "Me he vuelto a enamorar. / De nuevo soy un ramo de temores, / un manojo de afanes y deseos." Cómo "Pronto olvidarás todo. / Pronto te olvidarán." Y advierte a su amante: "y prefieres no saberlo / para no tentar al Diablo."
No me importa el dinero. No me traen
el poder de los dioses ni la gloria
del artista. No quiero propagarme
en las lenguas ajenas, ni en las letras
de molde de los libros. Solo quiero
tener entre mis brazos a mi amada
y acariciar sus muslos muy despacio,
rozándolos apenas, y enlazar
mi cuerpo con el tuyo.
En Twitter he abierto una cuenta (twitter.com/poemasladc) en la que he compartido varios poemas de Luis Alberto; tanto de estos libros como de otros.
Cuaderno de vacaciones, de Luis Alberto de Cuenca
Excelentes poemas en este libro de Luis Alberto de Cuenca. Escribe sobre temas similares a las poesías contenidas en "Poesía 1979-1996", cuya lectura recomiendo.
Acusa a una mujer por ese vestido nuevo "que nunca te pusiste para mí"; sabe que "el amor y la muerte siempre ganan"; está "abrumado por un sol de injusticia / que no es mi sol"; le pide a una mujer: "Léeme el mundo, amor, / pon luz en mi tiniebla con páginas reales"; incluye en "Sueño con reloj de bolsillo" a Alicia, H. G. Wells, Drácula, Borges y Mycroft Holmes; critica a Safo: "¡Lástima / grande que confundiera la belleza / -permanente, objetiva- con un simple, / despreciable y efímero deseo!"; se pregunta "¿por qué entonces / ibas a preocuparte de la muerte?" Y afirma que "hay tiempo suficiente para saborear / el triunfo de estar vivos"; confiesa su amor así: "Si fuese Luis Alberto, que lo soy, / serías para mí la noche, el día, / el mañana, el ayer, el siempre, el hoy"; aterrorizada cuando "se dio la vuelta, / abrió los ojos, y la pesadilla / se hizo real en su mirada turbia, / pues el monstruo seguía allí, desnudo, / junto a ella, al otro lado de la cama", era "Su Marido"; "'¿Hasta qué punto?', le dije. / 'Hasta este punto', dijo, y la toalla / cayó al suelo. Y la charla terminó."
'Rey es quien nada teme,
rey es aquel que no desea nada',
decía el viejo Séneca.
Yo no quiero ser rey.
Ni de viejo me atrae la monarquía.
Soy y seré hasta el último día de mi muerte
un cóctel de temores y deseos.
Y "Lo sagrado":
En Twitter he abierto una cuenta (twitter.com/poemasladc) en la que he compartido varios poemas de Luis Alberto; tanto de este libro como de otros.El maquillaje es sospechoso siempre.Tú, recién levantada de la cama,sin nada que no sea tu gloriosocuerpo gastado por las decepcionesy por los desengaños, pero erguidocomo un árbol al viento de la vidaque se lo lleva todo por delante:esa es mi religión, esa es la únicavisión de lo sagrado que conozco.
Poesía 1979-1996, de Luis Alberto de Cuenca
Maravilloso libro de libros de poesía que contiene "La caja de plata" (1985), "El otro sueño" (1987), "El hacha y la rosa" (1993), y "Por fuertes y fronteras" (1996); además, se añade un apéndice. En los poemas de Luis Alberto de Cuenca aparecen dioses crueles, personajes de cine, amores posibles e imposibles, literatura clásica, reencuentros, erotismo, viejos amigos, muerte, gigantes de hielo, mujeres, Helena de Troya, Heráclito, el sol de la vida, España y mucho más; pero sobre todo mucha belleza e incorrección.
Luis Alberto termina la "Conversación" con "el agotamiento interminable / de amarte y de sentirme amado"; está el "Mal de ausencia" del autor que ha "visto una película / que ha terminado hace apenas un siglo"; a "La malcasada" le aconseja ponerse "ropa sexy" a ver si así "Juan Luis vuelve a mirarte, / y tus hijos se van a un campamento, / y tus padres se mueren"; advierte que "sin ella, sin tu musa, no eres nada, poeta"; le dice a la niña "que la muerte te pille bailando"; cuando piensa en los viejos amigos escribe que "me ofrecieron un día / la extraña sensación de no sentirme solo / y la complicidad de una franca sonrisa"; "mientras yo te quitaba, dulcemente, / la ropa de cintura para arriba" cuando los padres de ella se habían ido; cuando sangre la herida "no será el momento de hacer frases"; todos hemos experimentado "el silencio de una cobardía"; una vez que se ha matado, "Isabel ha dejado de molestar"; a "La mentirosa" le advierte que "el premio del engaño es el olvido"; Luis Alberto se vuelve poderoso cuando la mujer se desnuda, "incendiando mis ojos, como siempre, y prendiéndole fuego al universo"; en "La despedida" el autor afirma que "yo te estaré queriendo, vida mía, en la sombra"; escribe "de mujeres indómitas que deben ser domadas"; asevera: "quiero volver atrás, al tiempo en que las cosas no eran tan complicadas"; por "Soleares": "no sé de mejor olvido / que recordar muy despacio / las cosas que han sucedido"; recuerda "La llamada" en la que "quería oír tu voz y oí la de tu amante"; ¿qué hacía Paris durante la guerra de Troya? "Imagino que en la peluquería, / haciéndose las uñas y afeitándose"; tantos versos de calidad.
Reproduzco el poema "Optimismo" completo:
No pienses en el día oscuro, en el día en que nadieresponde, en el día en que tienes a un dios enfrente.Piensa en la otra jornada, aquella en que vencisteal enemigo o ganaste en el juego, aquel día felizen que todo te sonreía. Que tu ejemplo en la vidasea siempre lo que gozaste, no el sufrimiento.
Muy útiles el índice de poemas y el de primeros versos, ambos ordenados alfabéticamente. Casi todos los poemas están anotados, lo que permite conocer más detalladamente el porqué de muchas de las expresiones, ideas y personas, incluidas en ellos.
En Twitter he abierto una cuenta (twitter.com/poemasladc) en la que he compartido varios poemas de Luis Alberto; tanto de estos libros como de otros.
No se pierdan a Loquillo cantando el poema "El encuentro".
El encuentro, de Luis Alberto de Cuenca (Loquillo)
Loquillo ha convertido algunos poemas del genio de la poesía Luis Alberto de Cuenca en canciones. Lean y escuchen "El encuentro":
En Salamanca, el último noviembre,
te encontré por la calle, tan delgada
como entonces, pero con más arrugas.
Dabas clase de no sé qué muy raro
(Textología, por ejemplo) y eras
muy feliz explicando a tus alumnos
lo divino y lo humano. Me dijiste
que tus hijos quedaron en Madrid,
con su padre, y que sólo los veías
-ya eran mayores- tres o cuatro veces
al año; que te habías doctorado
(¡por fin!) y que ahora sólo te faltaba
ser funcionaria para ver el mundo
desde el lugar que merecías.
Yo
te dije que bueno, que pasaba
por allí casualmente, que tenía
un amigo escritor en Salamanca
y que había venido a visitarlo.
¿Tú me dijiste: “¿Tienes mucha prisa
o podemos tomarnos algo juntos?”
Después de muchas copas, con el alba
siguiendo nuestra pista, te lo dije:
“Desde entonces no ha habido otra mujer.”
Y en mi interior bullía la mentira
al alimón con el deseo, y todo
-aquel horrible bar, tú y yo, la noche-
era tan esperpéntico y absurdo
que se parecía a la vida.
En Salamanca, el último noviembre,
te encontré por la calle, tan delgada
como entonces, pero con más arrugas.
Dabas clase de no sé qué muy raro
(Textología, por ejemplo) y eras
muy feliz explicando a tus alumnos
lo divino y lo humano. Me dijiste
que tus hijos quedaron en Madrid,
con su padre, y que sólo los veías
-ya eran mayores- tres o cuatro veces
al año; que te habías doctorado
(¡por fin!) y que ahora sólo te faltaba
ser funcionaria para ver el mundo
desde el lugar que merecías.
Yo
te dije que bueno, que pasaba
por allí casualmente, que tenía
un amigo escritor en Salamanca
y que había venido a visitarlo.
¿Tú me dijiste: “¿Tienes mucha prisa
o podemos tomarnos algo juntos?”
Después de muchas copas, con el alba
siguiendo nuestra pista, te lo dije:
“Desde entonces no ha habido otra mujer.”
Y en mi interior bullía la mentira
al alimón con el deseo, y todo
-aquel horrible bar, tú y yo, la noche-
era tan esperpéntico y absurdo
que se parecía a la vida.
Un amor imposible, de Luis Alberto de Cuenca
Te he encontrado en la calle
y, luego, hemos cenado juntos.
Te lo he dicho otra vez:
mi vida quiere ser lo que llamaba Bowra
"the pursuit of honour through risk".
Y tu sonrisa se transforma
en una mueca obscena,
y sigues sin saber qué es el pudor.
Antes de medianoche
estabas muerta ya, amor mío.
Optimismo, de Luis Alberto de Cuenca
No pienses en el día oscuro, en el día en que nadie
responde, en el día en que tienes a un dios enfrente.
Piensa en la otra jornada, aquella en que venciste
al enemigo o ganaste en el juego, aquel día feliz
en que todo te sonreía. Que tu ejemplo en la vida
sea siempre lo que gozaste, no el sufrimiento.
De Poesía 1979-1996.
Sólo el silencio salva, de Luis Alberto de Cuenca
Sólo el silencia salva, compañero.
Sólo el silencia salva. Si has tenido
una noche gloriosa en que Afrodita
te ha sonreído y Baco te ha llenado
la copa sin cesar, piensa que luego,
cuando la oscuridad se desvanezca,
tus amigos se marchen a sus casas
y empiece a amanecer, sólo el silencio
va a salvarte, muchacho. Tenlo en cuenta.
De Sin miedo ni esperanza (2002)
Sólo el silencia salva. Si has tenido
una noche gloriosa en que Afrodita
te ha sonreído y Baco te ha llenado
la copa sin cesar, piensa que luego,
cuando la oscuridad se desvanezca,
tus amigos se marchen a sus casas
y empiece a amanecer, sólo el silencio
va a salvarte, muchacho. Tenlo en cuenta.
De Sin miedo ni esperanza (2002)
Abre todas las puertas, de Luis Alberto de Cuenca
A todas las puertas: la que conduce al oro,
la que lleva al poder, la que esconde el misterio
del amor, la que oculta el secreto insondable
de la felicidad, la que te da la vida
para siempre en el gozo de una visión sublime.
Abre todas las puertas sin mostrarte curioso
ni prestar importancia a las manchas de sangre
que salpican los muros de las habitaciones
prohibidas, ni a las joyas que revisten los techos,
ni a los labios que buscan los tuyos en la sombra,
ni a la palabra santa que acecha en los umbrales.
Desesperadamente, civilizadamente,
conteniendo la risa, secándote las lágrimas,
en el borde del mundo, al final del camino,
oyendo cómo silban las balas enemigas
alrededor y cómo cantan los ruiseñores,
no lo dudes, hermano: abre todas las puertas.
Aunque nada haya dentro.
De El bosque y otros poemas (1997).
la que lleva al poder, la que esconde el misterio
del amor, la que oculta el secreto insondable
de la felicidad, la que te da la vida
para siempre en el gozo de una visión sublime.
Abre todas las puertas sin mostrarte curioso
ni prestar importancia a las manchas de sangre
que salpican los muros de las habitaciones
prohibidas, ni a las joyas que revisten los techos,
ni a los labios que buscan los tuyos en la sombra,
ni a la palabra santa que acecha en los umbrales.
Desesperadamente, civilizadamente,
conteniendo la risa, secándote las lágrimas,
en el borde del mundo, al final del camino,
oyendo cómo silban las balas enemigas
alrededor y cómo cantan los ruiseñores,
no lo dudes, hermano: abre todas las puertas.
Aunque nada haya dentro.
De El bosque y otros poemas (1997).
Collige, virgo, rosas, de Luis Alberto de Cuenca
Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlete los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.
De Por fuertes y fronteras (1996).
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlete los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.
De Por fuertes y fronteras (1996).
Tu musa, de Luis Alberto de Cuenca
Convéncete primero de que le caes simpático,
de que lo pasa bien cuando sale contigo.
Llévala a casa luego, sírvele un par de copas
y, en un momento dado, mordisquéale el cuello.
Unas veces querrá pasar al dormitorio,
otras alegará una indisposición
y otras te contará su vida por entregas.
Muéstrale en cada caso la dosis de cariño
que te pidan sus ojos. Sé generoso siempre.
Trata de conservarla como sea a tu lado.
Sin ella, sin tu musa, no eres nadie, poeta.
De Por fuertes y fronteras (1996)
de que lo pasa bien cuando sale contigo.
Llévala a casa luego, sírvele un par de copas
y, en un momento dado, mordisquéale el cuello.
Unas veces querrá pasar al dormitorio,
otras alegará una indisposición
y otras te contará su vida por entregas.
Muéstrale en cada caso la dosis de cariño
que te pidan sus ojos. Sé generoso siempre.
Trata de conservarla como sea a tu lado.
Sin ella, sin tu musa, no eres nadie, poeta.
De Por fuertes y fronteras (1996)
La malcasada, de Luis Alberto de Cuenca
Me dices que Juan Luis no te comprende,
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres sus reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, ¿qué es lo que pinto en esta historia?
¿Qué quieres que haga yo?¿Qué mate a alguien?
¿Qué dé un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mirarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.
De El otro sueño (1987)
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres sus reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, ¿qué es lo que pinto en esta historia?
¿Qué quieres que haga yo?¿Qué mate a alguien?
¿Qué dé un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mirarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.
De El otro sueño (1987)
Insomnio, de Luis Alberto de Cuenca
La vida dura demasiado poco.
No da tiempo a hacer nada. No hay manera
de reunir los suficientes días
para enterarte de algo. Te levantas,
abrazas a tu novia, desayunas,
trabajas, comes, duermes, vas al cine,
y ni siquiera tienes un momento
para leer a Séneca y creerte
que todo tiene arreglo en este mundo.
La vida es un instante. No me explico
por qué esta noche no se acaba nunca.
De El hacha y la rosa (1996)
No da tiempo a hacer nada. No hay manera
de reunir los suficientes días
para enterarte de algo. Te levantas,
abrazas a tu novia, desayunas,
trabajas, comes, duermes, vas al cine,
y ni siquiera tienes un momento
para leer a Séneca y creerte
que todo tiene arreglo en este mundo.
La vida es un instante. No me explico
por qué esta noche no se acaba nunca.
De El hacha y la rosa (1996)
Mal de ausencia, de Luis Alberto de Cuenca
Desde que tú te fuiste, no sabes qué despacio
pasa el tiempo en Madrid. He visto una película
que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes
qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana.
Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo,
que pudre el corazón tanta melancolía,
que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil,
que parezco un ejemplo de subliteratura.
Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta,
los hilos del teléfono, la calle en la que vivo.
Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas
a saquear mi alma contaminada y triste.
Y, para colmo, sigo soñando con gigantes
y contigo, desnuda, besándoles las manos.
Con dioses a caballo que destruyen Europa
y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.
De El otro sueño (1987)
pasa el tiempo en Madrid. He visto una película
que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes
qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana.
Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo,
que pudre el corazón tanta melancolía,
que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil,
que parezco un ejemplo de subliteratura.
Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta,
los hilos del teléfono, la calle en la que vivo.
Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas
a saquear mi alma contaminada y triste.
Y, para colmo, sigo soñando con gigantes
y contigo, desnuda, besándoles las manos.
Con dioses a caballo que destruyen Europa
y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.
De El otro sueño (1987)
Conversación, de Luis Alberto de Cuenca
Cada vez que te hablo, otras palabras
escapan de mi boca, otras palabras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes,
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto, y cada vez que surgen
de dentro – o de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.
Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amarte y de sentirme desamado.
De La caja de plata (1985)
escapan de mi boca, otras palabras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes,
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto, y cada vez que surgen
de dentro – o de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.
Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amarte y de sentirme desamado.
De La caja de plata (1985)
El Fantasma, de Luis Alberto de Cuenca
Cómeme y, con mi cuerpo en tu boca,
hazte mucho más grande
o infinitamente más pequeña.
Envuélveme en tu pecho.
Bésame.
Pero nunca me digas la verdad.
Nunca me digas: “Estoy muerta.
No abrazas más que un sueño.”
hazte mucho más grande
o infinitamente más pequeña.
Envuélveme en tu pecho.
Bésame.
Pero nunca me digas la verdad.
Nunca me digas: “Estoy muerta.
No abrazas más que un sueño.”
De Necrofilia (1983)
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