“Ningún poder en la tierra podrá arrancarte lo que has vivido.” Viktor Frankl
Escritos inconexos 3
Los verdugos también mueren (Fritz Lang, 1942)
Otra vez el tema de la valentía; fingirla es imposible; o se demuestra o no se tiene. Dentro de su formalidad, la película es violenta y además tiene hondura. ¿Merece la pena sobrevivir siendo un traidor? ¿Merece la pena vivir subyugado? ¿Merece la pena morir por una causa justa? Todo eso se exhibe en la película e incluso se responde.
La cinta nos da esperanzas y tiene, aparentemente, un final feliz. Pero en el camino mueren y sufren muchos. Lamentablemente, en la vida no siempre hay justicia, ni siquiera poética.
Escritos inconexos 2
Escritos inconexos 1
Estar vivos es un regalo; la vida está para aprovecharla a cada instante. Amistad, familia, amor, arte, baloncesto, lecturas. Todo. Llegan problemas serios e irresolubles, pero no queda otra que resistir y seguir adelante. ¿Rendirse? No es una opción para mí. ¿Miedo a la muerte? No. Llegará en su momento. Tal y como se afirma en la película de Kubrick: "Los muertos solo saben una cosa: es mejor estar vivo". El propio Aquiles se lo dijo a Ulises:
“¡Vamos, no quieras dorarme la muerte, ilustre Odiseo!
Preferiría, estando en la tierra, trabajar a sueldo para otro,
para un hombre sin suerte, que no tuviera muchos recursos,
más que reinar entre todos los muertos, que han perecido...”
Viktor Frankl escribió algo que me marcó: “ningún poder en la tierra podrá arrancarte lo que has vivido.”
El "Optimismo" de Luis Alberto de Cuenca me va:
No pienses en el día oscuro, en el día en que nadie
responde, en el día en que tienes a un dios enfrente.
Piensa en la otra jornada, aquella en que venciste
al enemigo o ganaste en el juego, aquel día feliz
en que todo te sonreía. Que tu ejemplo en la vida
sea siempre lo que gozaste, no el sufrimiento.
Y el propio Luis Alberto escribe en "Palabras que son vida" sobre el entusiasmo, tan importante para afrontar la vida:
"no es fácil acceder a la vía del entusiasmo. Se llega a ella por insistencia apasionada, por obsesión benigna, por apuesta contundente. Los entusiastas no abundan, pero cuando se encuentra uno con un entusiasta destila siempre una especie de fervor contagioso que viene bien en todo momento, y más en los de crisis, que con tanta frecuencia nos devastan el ánimo. El entusiasmo, por su origen divino, tiene que ver con «pasmo», y no solo la rima consonante. El entusiasta es un pasmado a lo divino que piensa que aún existen parcelas confortables desde donde olvidar la incertidumbre y el pánico. Benditos sean los que convierten el frenesí de una pasión en camino, en verdad., en fe de vida y esperanza".