Libertad Digital.
El 2 de diciembre de 1980 fallece en la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social de Logroño el inspector de Policía CARLOS FERNÁNDEZ VALCÁRCEL, cinco días después de que los miembros de la banda terrorista ETA Isidro Echave Urrestrilla y Juan Manuel Soares Gamboa hicieran estallar un potente coche-bomba en la calle Ollerías de Logroño cuando cuatro amigos salían de un bar cercano. La explosión mató en el acto al comerciante Miguel Ángel San Martín y dejó también muy grave a Joaquín Martínez Simón, que fallecería el 3 de enero de 1981.
Sólo sobrevivió el cuarto amigo, José Luis Hernández Hurtado, también herido grave (estuvo siete meses de baja), que el 27 de noviembre de 2010, treinta años después, relataba en larioja.com que todavía soñaba con el atentado. José Luis tenía entonces 40 años: "Lo recuerdo como si hubiese sido ayer (...) Salvé la vida milagrosamente ya que el cuerpo de Miguel Ángel San Martín me hizo de coraza". José Luis recuerda hasta el orden de salida del bar: "Primero Carlos, luego San Martín, que medía 1,85 metros y pesaba cien kilos, y después yo, que mido 1,69 y pesaba 68 kilos. El último, Joaquín".
Carlos Fernández Valcárcel sufrió heridas graves en todo el cuerpo, estallido pulmonar y abdominal, además de quemaduras. Tuvieron que extirparle el bazo y un riñón en una primera intervención quirúrgica que duró tres horas. Su estado empeoró radicalmente el 1 de diciembre, sufriendo un shock séptico que provocó su muerte al día siguiente, martes 2 de diciembre.
El 3 de diciembre se celebró el funeral por su alma. El féretro, cubierto con la bandera nacional y escoltado por miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, fue trasladado a hombros por familiares y compañeros de la víctima desde la capilla ardiente, instalada en el Gobierno Civil, hasta la catedral de La Redonda.
La viuda, familiares, amigos y un centenar de miembros de las fuerzas de seguridad se concentraron a la salida de la catedral, para despedir los restos mortales del agente asesinado. En ese momento, algunas personas dieron gritos de "¡Viva la Policía!", "¡Viva el Ejército!" y "ETA, asesina".
Carlos Fernández Valcárcel tenía 40 años. Estaba casado, tenía dos hijos y era natural de La Coruña. El féretro con sus restos mortales fue trasladado en avión a su ciudad natal, donde fue enterrado. Por Real Decreto 308/2005, de 18 de marzo, Carlos Fernández Valcárcel fue ascendido, con carácter honorífico y a título póstumo, al puesto de comisario.
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