La semana pasada zerohedge publicó un gráfico sobre la crisis de España que corrió como la pólvora. El gráfico representaba las tasas de crecimiento de nuestro PIB desde 1850 y se resumía con un dato desolador: España vive su peor recesión desde la guerra civil.
El dato es cierto (y terrible), pero el gráfico es algo tramposo.
La gráfica mostraba la variación relativa del PIB y no su valor absoluto, lo que viene a ser contar la mitad de la historia —es como si os dijera que me han bajado el sueldo a la mitad, pero no aclaro si mi sueldo inicial eran mil o diez mil euros—. Representar una variación (una derivada) es útil para seguir los cambios a corto plazo de una variable, en este caso el PIB, pero no tanto para un análisis con perspectiva histórica.
Por eso he acompañado el gráfico original con un segundo gráfico, que muestra el PIB en términos absolutos, y que será por tanto un mejor reflejo de como ha evolucionado nuestra capacidad de producir riqueza en los últimos dos siglos.
Nota. He representado los datos en PIB/capita. El PIB está expresado en términos reales (paridad de poder de compra y precios internacionales de 2000).
El segundo gráfico cuenta una historia distinta: España ha acumulado décadas de desarrollo apenas interrumpido, multiplicando su capacidad de producir riqueza y (con matices) nuestro bienestar material. Esa capacidad acumulada nos sirve de amortiguador frente a la crisis, porque sufrir una contracción del diez por ciento no tienen el mismo efecto sobre el bienestar en una economía de 20.000 dólares/capita que en una de 3.000 dólares/capita. Eso no evita que España enfrente la peor recesión desde la postguerra, y que nuestra economía vaya a retrotraerse cinco o diez años, quizás incluso más. Un retroceso que está teniendo consecuencias graves y que hay que combatir, pero sin olvidar que, aunque retrocediese al nivel de 2002, nuestro PIB será aún superior al que tuvimos en cualquier momento anterior de nuestra historia.
Pensaba en esto hace unos días, cuando el FMI dijo que España sufrirá una “década perdida”. Tengo la sensación de que todos estos malos presagios provocan una desesperanza peligrosa, comprensible, pero no del todo justificada. Pensad en Japón. El país nipón vivió una de estas “décadas perdidas” en los noventa —golpeado también por una burbuja inmobiliaria y una crisis bancaria—, pero sigue siendo el lugar del mundo con la mayor esperanza de vida. Además, Japón no solo se está reponiendo, sino que en su travesía por la recesión no ha dejado nunca de ser un país rico y un lugar próspero.
Los tiempos difíciles son motivo para trabajar duro, no para cruzarse de brazos.
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