La web titula que Michelle vende a su marido como un americano que sabe lo que es sufrir. Y este subítulo: «La primera dama recuerda a los ciudadanos que, al contrario que Romney, el presidente pasó los mismos apuros que ellos.»
Si los ciudadanos tuvieran además de voto voz (voz y no gorjeo) le responderían a la señora Obama:
?¿Y bien?
El haber pasado los mismos apuros que otro no implica resolver mejor ni más atentamente los problemas del otro. Ni siquiera ponerse (¡adecuadamente!) en su lugar. No funcionan así los mecanismos de la empatía. Yo mismo. Nací en el puro pueblo, por no especificar más abajo, y mira. Y en términos generales: bien se sabe que en muchas ocasiones los más acérrimos enemigos de los inmigrantes son los más recientes inmigrantes. No hay peor cuña que la de la misma madera. Y por supuesto: ser como ellos es solo ser como ellos: no significa ser honrado ni digno ni inteligente ni corrupto ni miserable ni cermeño.
Esta aristocracia del sufrimiento es tan descabellada y pueril como cualquier otra y solo puede tomarse en serio con humor. Aunque, naturalmente, y como en el caso de los aristócratas convencionales también los que atesoran generaciones de humillados y ofendidos tienen todo el derecho a vivir del cuento.
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