Esta madrugada mi comentario sobre Carrillo ha sido descalificado por Jesús M. Ruiz Sagredo, que a la 1:58 am, escribía:
Enviado el 22/09/2012 a las 1:58 amMe gustaría recomendarle al sr. González el artículo publicado por Paul Preston y otros historiadores para que ajuste sus conclusiones sobre Carrillo y Paracuellos porque me ha dado la sensación que están más avaladas en impresiones que no deberían ser suficientes para formar una opinión publicable.
Casi una hora más tarde, Manuel Gómez, coincidía en el diagnóstico:
Enviado el 22/09/2012 a las 2:53 amSr. González: Sobre la supuesta incongruencia de la respuesta de Carrillo con los datos, acerca de Paracuellos, le recomiendo la lectura de este artículo firmado por historiadores:http://elpais.com/elpais/2012/05/14/opinion/1336994556_676295.html.
¡Ah!, perdón, es prensa socialdemócrata. Y quizá los historiadores son… En fin, quizá usted prefiera otros. Yo prefiero los datos a los presentimientos y, por supuesto a los prejuicios.
No tienen necesidad de recomendarme ustedes nada. Leí la Cuarta Página de El País firmada por Viñas, Hernández, Ledesma y Preston ‘Puntualizaciónes sobre Paracuellos’, muy probablemente antes que ustedes (minutos antes de las 5 de la mañana de ayer viernes) y seguramente con más atención. Quiero decir atención profesional, puesto que mi segunda ocupación es la revista de prensa de Herrera en la onda en Onda Cero.
No sé por qué me atribuye Gómez una descalificación sistemática de lo que publica la ‘prensa socialdemócrata’. El hecho de que El País no sea lo que fue no invalida la mayor pàrte de sus contenidos. Cuando descalifico algo es precisamente por no ajustarse a los hechos, no por la fuente. Siempre prefiero las fuentes que digan la verdad.
He aquí la primera falacia de los cuatro historiadores referidos: para descalificar el testimonio de Félix Schlayer, lo caracterizan así: “cónsul honorario de Noruega y súbdito alemán que publicó sus memorias durante el cálido régimen del maestro Goebbels”. Eso es descalificar los hechos por la fuente. Ni siquiera afirman que Schlayer fuera nazi, como hizo Carrillo en su día. Se conforman con esa pequeña insidia de que su libro ‘Diplomat im roten Madrid’ (Diplomático en el Madrid rojo’) fue publicado en la Alemania nazi (en 1938 concretamente). ¿Y?¿Qué gilipollez es esa? Yo compré las obras completas de Federico García Lorca y lo esencial de Miguel Hernández “durante el cálido régimen del maestro Franco”. Ah, pues serán falsas.
Ah, la posibilidad de que Schlayer fuera un agente nazi es bastante ridícula. Carrillo lo confunde en sus memorias con el cónsul de Finlandia. Nació en Alemania en 1873 y vivió en España desde 1895 hasta su muerte en 1950 y lo que cuenta en su libro es inequívoco: él y George Henny (Delegado Internacional de la Cruz Roja) descubrieron los enterramientos de Paracuellos y Torrejón al día siguiente de la primera matanza y pidieron una reunión con Miaja y Carrillo aquel mismo día para denunciar lo que habían visto. Y las sacas y los fusilamientos masivos siguieron produciéndose en un número no inferior a siete y con un número de víctimas entre 2.000 y 4.000. No es, no puede ser, como dice Carrillo que los convoyes de presos fueran asaltados por las turbas que desbordaron a los pundonorosos milicianos que los custodiaban y protegieron sus vidas con el celo que ponía John Wayne en impedir los linchamientos. Todos fueron inexorablemente a parar a Paracuellos del Jarama, donde fueron fusilados en actos repetidos, idénticos, con su liturgia y su lenguaje. Victoria Prego escribió un sobrecogedor reportaje, publicado el 6 de septiembre de 2005 en El Mundo, en el que contaba que las matanzas requieren planificación:
“La organización de asesinatos en serie requiere de una planificación amplia, larga y rigurosa, que hace inevitable que las noticias de los preparativos de nuevas matanzas trasciendan del ámbito de quienes las programan. Según consta en las declaraciones de los protagonistas y de testigos de lo sucedido, en el pueblo se sabe de antemano cuándo se van a producir nuevos fusilamientos. “Mañana va a haber besugo fresco”, es la frase que los hombres de la localidad utilizan para anunciar que al día siguiente les espera tarea, aludiendo con ello a la expresión de los rostros de quienes morían de aquella forma violenta con cara de espanto y los ojos saltones, casi fuera de las órbitas”.
Léanlo en este vínculo. Bueno, ¿cómo va a tener credibilidad un boletín de la “Hermandad de Ntra. Señora de los Caídos de Paracuellos del Jarama”? Pues porque lo que reproduce es un artículo de Victoria Prego. O sea, la verdad.
Desde el punto 1 ya se ponen exculpatorios, con las mismas razones que Carrillo emplea con MAI en EPS del 9 de enero de 2005: los militares facciosos 2.000 supervivientes del Cuartel de la Montaña, como si en el citado lugar hubieran quedado 2.000 supervivientes, amenazaba con ser una quinta columna si eran liberados. Eso justificaría su traslado a Valencia, pero es que en el traslado no iban solo militares: desde el comediógrafo Muños Seca a curas, adolescentes y señoritos varios (gente que fueron detenidos por vestir corbata) fueron paseados. (Busquen en Google imágenes Matanza del cuartel de la Montaña. Verán el suelo lleno de cadáveres, la mayoría con una mancha oscura junto a la cabeza: un tiro de jajá, lo llamaban en el lenguaje ocurrente de la época. No hicieron muchos prisioneros)
Es notable que cuatro historiadores no citen un dato (dato, no prejuicio ni impresión): Todas las sacas que acabaron en Paracuellos TODAS fueron firmados por el inmediato colaborador de Carrillo en Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid: Segundo Serrano Poncela.
Los cuatro historiadores afirman (y esto sí es una impresión) que “su nombre (el de Carrillo) aparece tanto más vinculado a Paracuellos cuanto más se aproximaba la transición. Una batalla del pasado que sigue librándose en tono presentista”. Bueno, creo que esto no se sostiene. El franquismo podría seguir recriminándole Paracuellos, pero la sociedad española lo amnistió en la transición. Hay una imagen elocuente: FRaga presentando a nuestro hombre en el Club Siglo XXI en 1977. Cuando rebrota lo de Paracuellos es cuando Carrillo que tantas razones tenía para ser discreto, se suma imprudentemente a la operación de la memoria histórica.
Si han leído bien el artículo de los historiadores verán que no exoneran a Carrillo. No niegan su responsabilidad. Sólo la diluyen. Con estas palabras: ” Las primeras “sacas” se examinaron en una de las periódicas reuniones de la Junta de Defensa de Madrid. Ninguno de sus componentes pudo alegar desconocimiento sobre lo ocurrido. Dado que la presidía el general Miaja, sería difícil exonerarle de responsabilidad. También a los demás componentes. Uno de ellos, el consejero de Orden Público, Santiago Carrillo, recibió instrucciones que no se transcribieron. Como otros jóvenes socialistas, acababa de solicitar el ingreso en el PCE. Las “sacas” se paralizaron por intervención del anarquista Melchor Rodríguez.” Hombre, caracterizar precisamente al CONSEJERO DE ORDEN PÚBLICO como un componente más de la Junta de Defensa es muy notable.
Los 4 historiadores de Bremen pasan de puntillas sobre Melchor Rodríguez. Efectivamente fue una orden suya la que puso fin a las matanzas. Fue el 4 de diciembre de 1936 y en ella, MR, director de Prisiones a quien los franquistas llamaban el ángel rojo, decía lo siguiente: a partir del día de la fecha, ningún preso saldrá de las cárceles madrileñas sin mi autorización expresa”. Y se acabaron las matanzas de Paracuellos. Esto niega radicalmente la versión piadosa del propio Carrillo y de la banda de los cuatro: no fue una excepción, espontaneísmo popular que desbordó la rectitud de las instituciones republicanas, puesto que una de ellas paró los crímenes.
La última conclusión es extraordinaria: Peor fue el terror franquista. Y la matanza de tutsis en Ruanda, miren ustedes. ¿En qué desmiente eso los hechos?
Nota.-Sin que sirva de precedente y a título de ejemplo.
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