Uno de los más influyentes comentaristas de la crisis actual es el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, que ha dedicado gran parte de sus energías a condenar las políticas de austeridad y muy poca tinta a explicarnos específicamente a qué se refiere.
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La Comunidad Forex define la austeridad como "la reducción del gasto por parte de los Gobiernos con el objetivo de reducir el déficit presupuestario". "Las medidas de austeridad suelen incluir recortes salariales y aumento de impuestos y se realizan para garantizar el pago de los créditos a los acreedores gubernamentales", añade. En inglés hay definiciones igual de confusas, y por eso el economista Tyler Cowen, de George Mason University, ha llegado a la conclusión de que austeridad es "una palabra engañosa y muchas veces mal interpretada".
Si observamos la evolución del gasto público como porcentaje del PIB entre 2006 y 2011, veremos que en España pasó del 38,4 al 43,6%, en Grecia del 45,2 al 50,1% y en la Eurozona del 46,7 al 49,3%. Así que, a simple vista, hablar de recortes de gastos "brutales" o "salvajes" parece exagerado, cuando no incorrecto.
Mi colega del Cato Institute Juan Carlos Hidalgo ha analizado las políticas de ajuste aplicadas en algunos países de Europa. En el Reino Unido, el gasto público –como porcentaje del PIB– pasó del 51,5% en 2009 al 49,9 en 2011; en el mismo período, el gasto público francés pasó del 56,8 al 55,9%; el italiano, del 51,6 al 49,6% y el griego, del 53,8 al 50,3%.
El denominador común entre los países considerados por Hidalgo es que el ajuste se realizó principalmente mediante subidas de impuestos y tímidos recortes del gasto público. El resultado de esta estrategia ha dejado mucho que desear. En el mejor de los casos, no se ha retomado la senda de la recuperación económica; en el peor, la situación ha empeorado considerablemente.
Era de suponer que, cuando los políticos hablaban de "austeridad" –entendida como apretarse el cinturón–, no eran ellos los que se iban a incomodar, sino que iban a cargar a la ciudadanía con más impuestos.
© El Cato
Es mejor si describimos las políticas de manera más concreta y de hecho eso no es tan difícil hacerlo.A grandes rasgos, el término puede referirse a varias estrategias que pretenden combatir el déficit fiscal:
- reducción del gasto público;
- subida de impuestos;
- reducción del gasto y subida de impuestos.
Si observamos la evolución del gasto público como porcentaje del PIB entre 2006 y 2011, veremos que en España pasó del 38,4 al 43,6%, en Grecia del 45,2 al 50,1% y en la Eurozona del 46,7 al 49,3%. Así que, a simple vista, hablar de recortes de gastos "brutales" o "salvajes" parece exagerado, cuando no incorrecto.
Mi colega del Cato Institute Juan Carlos Hidalgo ha analizado las políticas de ajuste aplicadas en algunos países de Europa. En el Reino Unido, el gasto público –como porcentaje del PIB– pasó del 51,5% en 2009 al 49,9 en 2011; en el mismo período, el gasto público francés pasó del 56,8 al 55,9%; el italiano, del 51,6 al 49,6% y el griego, del 53,8 al 50,3%.
El denominador común entre los países considerados por Hidalgo es que el ajuste se realizó principalmente mediante subidas de impuestos y tímidos recortes del gasto público. El resultado de esta estrategia ha dejado mucho que desear. En el mejor de los casos, no se ha retomado la senda de la recuperación económica; en el peor, la situación ha empeorado considerablemente.
Era de suponer que, cuando los políticos hablaban de "austeridad" –entendida como apretarse el cinturón–, no eran ellos los que se iban a incomodar, sino que iban a cargar a la ciudadanía con más impuestos.
© El Cato
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