El 15 de mayo de 1978 fallece el guardia civil MIGUEL ÁNGEL ÍÑIGO BLANCO, a consecuencia de las heridas sufridas en el atentado que la banda terrorista perpetró el 9 de mayo contra un Land Rover de la Guardia Civil que patrullaba el acuartelamiento de Intxaurrondo. En el atentado falleció casi en el acto su compañero y conductor del vehículo, Juan Marcos González.
Unos minutos antes de las nueve y media de la mañana del 15 de mayo de 1980 la banda asesina ETA acribillaba a balazos en San Sebastián a tres policías nacionales cuando tomaban café en un bar de la ciudad. JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ FONTANA, natural de Almería, perdió la vida en el acto;DIONISIO VILLADANGOS CALVO, de León, fallecía a los pocos minutos de ingresar en un centro sanitario; y JESÚS HOLGADO SABIO, de Málaga, murió desangrado a las seis de la tarde, después de ser sometido a una intervención quirúrgica en la residencia Nuestra Señora de Aránzazu.
El atentado se produjo cuando los tres policías, que prestaban servicio en las oficinas de expedición del carné de identidad, bajaron a tomar café al Bar Majusi en el barrio donostiarra de Amara, a unos treinta metros de las oficinas del DNI. Las víctimas, que vestían de uniforme, estaban apoyadas en la barra del establecimiento y fueron sorprendidas por la espalda por dos terroristas que, a cara descubierta, abrieron fuego de pistola contra los agentes. José Manuel Rodríguez Fontana, que había conseguido desenfundar su pistola parapetado detrás de una caja de botellas, fue el primero en caer herido de muerte. A sus dos compañeros no les dio tiempo ni de hacer el amago de sacar sus armas reglamentarias. Un tercer terrorista esperaba al volante de un automóvil, en el que segundos después los asesinos emprendieron la huida.
Los tres agentes iban de uniforme ya que acababan de terminar el servicio, tras haber pasado toda la noche de vigilancia en el interior de las dependencias policiales del Documento Nacional de Identidad.
En el establecimiento se encontraba también un inspector de Policía de paisano que iba desarmado, por lo que sólo pudo dar aviso de lo ocurrido a la comisaría de San Sebastián. En el interior del bar se recogieron posteriormente cinco casquillos de bala calibre 9 milímetros parabellum. El mismo día del atentado, la banda terrorista ETA se hizo responsable del asesinato de los tres agentes. A día de hoy, cuando han pasado 31 años del atentado, sigue sin saberse absolutamente nada sobre los autores materiales del mismo.
Al día siguiente, 16 de mayo, se celebraron los funerales en el Hospital Militar de San Sebastián, presididos por el delegado especial del Gobierno en el País Vasco, el general Sáenz de Santamaría. Hubo momentos de tensión, acentuados por las muestras de dolor de la madre de uno de los policías muertos, que repetía en voz alta el nombre de su hijo. Posteriormente, los féretros con los cadáveres de los agentes fueron trasladados a sus localidades de origen.
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