Muy interesante película de Fritz Lang dividida en dos partes: Siegfried (La muerte de Sigfredo) y Kriemhilds Rache (La venganza de Krimilda). La incluyo entre mis películas.
Hay algunos aspectos que diferencian la película del cine moderno. Uno es que la cámara nunca se mueve, sólo lo hacen los personajes dentro de la escena, incluso se salen de plano y vuelven a entrar. La cámara nunca les sigue. Otro es que las mujeres parecen hombres. Los maquillajes son muy marcados, además de ser ellas varoniles. Pasa tanto con Margarete Schön, Krimilda, como con Hanna Ralph, Brunilda. La historia se desarrolla de una manera pausada, el hilo no se pierde nunca, y los personajes están perfectamente definidos, no hay sorpresas. Aunque no hay buenos y malos, cada personaje va tejiendo sus lealtades y actuando en función de éstas y de las circunstancias. Al final todos pierden.
Hay escenas con un gran realismo, por ejemplo, en el caso del incendio en el tramo final. Aunque la lucha con el dragón es un poco infantil es mejor eso que lo que nos muestran algunas películas modernas, estoy pensando en el King Kong de Peter Jackson.
La planificación de todas las escenas es minuciosa. Todo encaja. Los decorados son perfectos.
Aunque las dos partes de la película son largas, más de 2 horas, el interés se mantiene y se disfruta. Mi recomendación es ir a verla sin prejuicios y a disfrutar del cine mudo, que hace que las actuaciones sean muy diferentes a lo que se está acostumbrado en la actualidad.
Gracias a las mágníficas programaciones del Cine Doré, se puede disfrutar de estas joyas del cine.
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