Gina Rinehart, 58 años, australiana, es la persona más rica de Asia y Oceanía, y es probable que pronto lo sea del mundo. Hace dos décadas heredó las minas de hierro que había descubierto su padre y que convirtieron a Australia en el mayor exportador mundial de ese mineral.
A la minería y la exportación de hierro ella añadió el otro ingrediente necesario para desarrollar una economía con fundamento, el carbón. Ahora, junto a un socio indio, está detrás de la concesión de explotación de un enorme yacimiento en el interior del país, en Queensland, que requerirá además la construcción de un ferrocarril de 500 kilómetros para el transporte del carbón hasta la costa.
China e India se disputan el destino final del mineral. China, aunque es con diferencia el principal productor mundial, necesita importar carbón. En la India, la demanda de electridad es enorme y el carbón, como en China, su fuente preferida.
En España durante toda la pasada década se ha preferido oficialmente la energía experimental, de vanguardia, un "mix" en el que cualquier experimento tenía su subvención. Una cocina carísima, como la de Ferrán Adriá, en El Bulli, en la que cuando llega la hora de pagar es recomendable comerse la factura o salir corriendo. Algo así como con los 24.000 millones del llamado "déficit de tarifa".
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