«La belleza es verdad y la verdad belleza», dijo John Keats. ¿Pero qué sabía él? Keats era poeta, no científico.
En el mundo que habitan los científicos, la verdad no siempre es bella o elegante, aunque pueda ser profunda. De hecho, tengo la impresión de que a mayor profundidad en la explicación, menor probabilidad de que sea bella o elegante.
Hace algunos años, el psicólogo B. F. Skinner propuso una explicación elegante de "la conducta de los organismos", basada en la idea de que recompensar una respuesta —él lo llamaba refuerzo— elevaba la probabilidad de que se volviera a producir la misma respuesta en el futuro. La teoría falló, no porque fuera falsa (el refuerzo sí eleva por lo general la probabilidad de una respuesta), sino porque era demasiado sencilla. Ignoraba los componentes innatos de la conducta. No podía manejar siquiera toda la conducta aprendida. Gran parte de la conducta se adquiere o se moldea por la experiencia, pero no necesariamente a través del refuerzo. Los organismos aprenden diferentes cosas de distintas maneras.
La teoría de la mente modular es otra forma de explicar la conducta —en particular, la conducta humana—. La idea es que la mente humana está hecha de una serie de componentes especializados, llamados a menudo módulos, que trabajan de manera más o menos independiente. Estos módulos recogen diferentes tipos de información del entorno y la procesan de distintas maneras. Emiten diversas órdenes —órdenes en conflicto, a veces—. No es una teoría elegante; al contrario, es la clase de cosa que haría a Occam sacar inmediatamente su navaja. Pero no deberíamos juzgar las teorías pidiéndoles que compitan en un concurso de belleza. Deberíamos pedirles si pueden explicar más, o mejor, la realidad de lo que fueron capaces las teorías previas.
La teoría modular puede explicar, por ejemplo, el curioso efecto de los daños cerebrales. Algunas capacidades pueden perderse mientras que otras pueden salvarse, difiriendo los patrones de un paciente a otro. Más concretamente, la teoría modular puede explicar algunos de los misterios de la vida diaria. Por ejemplo el conflicto entre grupos. Los Montesco y los Capuleto se odiaban entre ellos, sin embargo Romeo (un Montesco) se enamoró de Julieta (una Capuleto). ¿Cómo puedes amar a un miembro de un grupo, y sin embargo seguir odiando a ese grupo? La respuesta es que están involucrados dos módulos mentales separados. Uno trata con la grupalidad (identificación con el grupo de pertenencia y la hostilidad hacia otros grupos), y el otro se especializa en las relaciones personales. Ambos módulos recogen información sobre la gente, pero hacen diferentes cosas con los datos. El módulo de la grupalidad traza líneas de categorías y computa las medias dentro de las categorías; el resultado se llama estereotipo. El módulo de las relaciones recoge y almacena información detallada sobre individuos específicos. Siente placer recogiendo esta información, por eso es por lo que nos encanta cotillear, leer novelas y biografías, y ver a los candidatos políticos desatados en nuestras pantallas de televisión. Nadie tiene que darnos comida o dinero para hacer estas cosas, ni siquiera darnos una palmadita en la espalda, porque recoger esos datos es la propia recompensa.
La teoría de la mente modular no es bella ni elegante. Pero sin ser poetisa, valoro la verdad por encima de la belleza.»
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"Beauty is truth, truth beauty," said John Keats. But what did he know? Keats was a poet, not a scientist.
In the world that scientists inhabit, truth is not always beautiful or elegant, though it may be deep. In fact, it's my impression that the deeper an explanation goes, the less likely it is to be beautiful or elegant.
Some years ago, the psychologist B. F. Skinner proposed an elegant explanation of "the behavior of organisms," based on the idea that rewarding a response—he called it reinforcement—increases the probability that the same response will occur again in the future. The theory failed, not because it was false (reinforcement generally does increase the probability of a response) but because it was too simple. It ignored innate components of behavior. It couldn't even handle all learned behavior. Much behavior is acquired or shaped through experience, but not necessarily by means of reinforcement. Organisms learn different things in different ways.
The theory of the modular mind is another way of explaining behavior—in particular, human behavior. The idea is that the human mind is made up of a number of specialized components, often called modules, working more or less independently. These modules collect different kinds of information from the environment and process it in different ways. They issue different commands—occasionally, conflicting commands. It's not an elegant theory; on the contrary, it's the sort of thing that would make Occam whip out his razor. But we shouldn’t judge theories by asking them to compete in a beauty pageant. We should ask whether they can explain more, or explain better, than previous theories were able to do.
The modular theory can explain, for example, the curious effects of brain injuries. Some abilities may be lost while others are spared, with the pattern differing from one patient to another.
More to the point, the modular theory can explain some of the puzzles of everyday life. Consider intergroup conflict. The Montagues and the Capulets hated each other; yet Romeo (a Montague) fell in love with Juliet (a Capulet). How can you love a member of a group, yet go on hating that group? The answer is that two separate mental modules are involved. One deals with groupness (identification with one's group and hostility toward other groups), the other specializes in personal relationships. Both modules collect information about people, but they do different things with the data. The groupness module draws category lines and computes averages within categories; the result is called a stereotype. The relationship module collects and stores detailed information about specific individuals. It takes pleasure in collecting this information, which is why we love to gossip, read novels and biographies, and watch political candidates unravel on our TV screens. No one has to give us food or money to get us to do these things, or even administer a pat on the back, because collecting the data is its own reward.
The theory of the modular mind is not beautiful or elegant. But not being a poet, I prize truth above beauty.
J.L.Borges decía: LA BELLEZA ES MÁS DIFÍCIL DE ENTENDER QUÉ LA FELICIDAD.
ResponderEliminarBESOTE.
A estos literatos no hay quien los entienda!!!
ResponderEliminarUn besote.