Patricia Smith Churchland es una filósofa canadiense y la representante más conocida de la “Neurofilosofía”, “el estudio interdisciplinario de la filosofía y la neurociencia”, junto con su marido Paul Churchland. Su último libro esBrain-trust. What neuroscience tell us about morality. De momento, ninguno de sus libros ha sido traducido al español. Recientemente estuvo en Madrid, donde ofreció una charla sobrecreatividad en el contexto de la neurociencia. También tuvo tiempo para conceder esta entrevista a Cultura 3.0:
¿Por qué cree que hay que estudiar el cerebro para entender la filosofía? ¿Cómo puede ayuar la filosofía a la ciencia? ¿Y por qué todavía se resisten algunos filósofos?
Buena pregunta. En primer lugar, necesitamos entender el cerebro para entender cómo es la mente: el aprendizaje, la memoria, la consciencia, la percepción, y la toma de decisiones. Estas son cosas que hacen todos los cerebros. Parte de lo que hemos aprendido de la neurociencia durante los últimos 40 años es que, una vez que tenemos una imagen clara de lo que está ocurriendo a nivel psicológico y neurobiológico en la percepción, o en la toma de decisiones, esto no coincide con lo que piensan normalmente los filósofos. La epistemología es una parte central de la filosofía, tiene que ver con la naturaleza del conocimiento. Y es el cerebro el que piensa cosas, es el cerebro el que recuerda…
Una de las cosas más sorprendentes es que la inteligencia resulta muy sensible a la información, tanto interna como externa, que depende de procesos inconscientes. Una de las cuestiones es saber cómo funcionan los procesos inconscientes y cómo es que terminan produciendo algo tan complejo como el hecho de que sea capaz de reconocer tu cara, de recordar algo que me ha ocurrido durante el vuelo de esta mañana, etc. Si la epistemología realmente trata de la naturaleza del conocimiento, y no parece que existan verdades a priori, que nadie es capaz de explicar, y si la evolución no se las ha podido ingeniar para introducir verdades a priori en nuestros cerebros, entonces comprender cómo llegamos a comprender y recordar, cómo funcionan los diferentes sistemas de memoria (que son distinguibles y separables) es algo que no podemos hacer desde el sofá.
Usted ayudó a crear un laboratorio de “filosofía experimental” en la universidad de California, San Diego. ¿Qué tiene esto en común con el movimiento actual de “filosofía experimental” practicado por filósofos como Joshua Knobe y Shaun Nichols?
Nuestro laboratorio de filosofía experimental empezó hace unos 25 años. En realidad, estábamos interesados en los resultados de los experimentos psicológicos y neurobiológicos y en lo que podrían decirnos sobre la conciencia y sobre cómo representamos el yo, la naturaleza del conocimiento, la memoria, etcétera. Lo que Knobe y Nichols están haciendo realmente es sociolinguística. Lo que quieren saber es por qué emplean las personas determinadas palabras, el tipo de supuestos tienen y qué tipo de inferencias hacen, y esto puede ser algo interesante. Pero nosotros estábamos más centrados en cosas como la percepción y la naturaleza de la toma de decisiones, y en el modo en que los distintos sistemas de memoria podrían interactuar para producir un todo coherente. Lo que realemente estábamos preguntando no es cómo piensan las personas, sino cómo funcionan los cerebros.
¿Qué dice la neurociencia sobre el libre albedrío? ¿Podemos ser realmente responsables sin creer en el libre albedrío?
Depende de lo que entiendas por libre albedrío. Si por libre albedrío entiendes que actúas de una forma controlada de modo que eres capaz de reconocer las consecuencias de tus intenciones, entonces, claro que tenemos libre albedrío. Si por libre albedrío entiendes una especie de creación causada desde la nada por un alma no fisica, entonces no, no tenemos una cosa así. Pero no creo que la mayor parte de las personas piensen así. Lo más importante que ha hecho la neurociencia es investigar en gran detalle las diferencias que hay entre un cerebro que parece controlado y un cerebro que perdido el control. En este aspecto hemos aprendido algo acerca de las diferencias que hay entre alguien que es adicto y alguien que no es adicto, alguien que es adicto a la cocaína, por ejemplo.
El tema de la responsabilidad surge en un contexto social y el contexto social tiene que ver básicamente con mantener la paz, es decir, evitar que las personas hagan cosas que podrían resultar dañinas para los demás, y castigiar a aquellas personas que hayan hecho cosas dañinas. En buena medida este es un sistema eficaz, ya que si carecemos de un sistema capaz de determinar la intención, entonces lo que ocurriría es que la sociedad se volvería loca. Si decides abrir las puertas de las cárceles y liberar a todo el mundo, entonces las personas se tomarán la justicia por sus propias manos. En consecuencia, por supuesto que tenemos que preservar el sistema de la responsabilidad y tenemos que hacerlo del modo más juicioso posible. Además, creo que en general la mayoría de las juridiscicciones que poseen un sistema de justicia criminal lo hacen bastante bien.
Algunos filósofos no están de acuerdo con el reduccionismo fisicalista y hablan incluso de “fundamentalismo del cerebro”. ¿Cómo concibe la neurofilosofía el problema del reduccionismo y el fisicalismo?
Depende de qué entiendas por reducción. Algunas personas entienden que si reducimos A a B, eso significa que A no es real. Esto es una estupidez. Lo que queremos decir por reducción es que A es un fenómeno de cierto nivel de organización. Reducirlo significa simplemente que encontramos una explicación a un nivel más bajo. Las propiedades químicas del agua pueden explicar las propiedades del agua en términos de oxígeno e hidrógeno y el modo en que funciona el sistema al completo. Cuando hablamos sobre reducción, por ejemplo, cuando hablamos sobre reducir la conciencia a procesos del cerebro, lo que queremos decir es simplemente que la conciencia es un fenónmeno, un fenómeno real que se correlaciona con actividades del cerebro.
A largo plazo, es razonable predecir que seremos capaces de explicar estos problemas en términos de redes de neuronas y cómo interactúan. Ahora bien, ya que hablabas antes de la resistencia de muchos filósofos a la neurofilosofía; muchos filósofos están resistiéndose de un modo realmente desafortunado, esto es, distorsionando nuestra posición para que parezca ridícula. Esta no es una manera muy buena de sugerir un punto de vista alternativo sobre la naturaleza de la mente. Los Churchland no pensamos que no exista la conciencia. Nunca hemos dicho que la consciencia no exista. De hecho, creemos que la consciencia es real y que probablemente se trata de una mezcla de distintos fenómenos. A largo plazo, haremos progresos en la explicación de las bases neurobiológicas de la conciencia sensorio perceptiva.
Algunos filósofos se sienten amenazados ante la idea de que, tal vez, tengan que saber algo. Desafortunadamente la consciencia es un sistema biológico que no se puede descomponer. No puedes explicar la esquizofrenia descomponiéndola. No puedes explicar las diferencias entre dormir y estar despierto descomponiendo sus elementos. Ahí se da un fenómeno real. Si no le prestas atención, perfecto, pero no digas que tienes una “aproximación” diferente que es a priori y mejor.
¿La llamada “falacia naturalista” es realmente una falacia?
Sería estúpido decir algo como que, dado que en términos generales los hombres son más grandes que las mujeres, entonces las mujeres deberían subordinarse a los hombres. Esto no sería una buena idea. No tienes que pasar necesariamente de lo que es a lo que debe ser. Por otra parte, está claro que el cerebro de los mamíferos está organizado de tal modo que el cuidado de los hijos y otros miembros del grupo resulta ser un valor fundamental. Podríamos decir, ¿pero realmente debemos cuidarlos? Bueno, no. Pero tu cerebro está organizado de tal modo que es problemático no hacerlo. Debes hacerlo. Es el caso que valoramos estas cosas y, en consecuencia, las debemos hacer.
Pero el problema…es interesante que los filósofos se hayan resistido a la neurofilosofía, como decías antes. Creo que las nuevas generaciones reconocen que la filosofía analítica de los últimos 40 años está cambiando. No quieren pasar su tiempo trabajando en problemas que no van a ningún sitio.
¿Qué significa la expresión “valores basados en el cerebro”? Desde una perspectiva neurobiológica y neurocientífica, ¿Qué hace que unas teorías morales sean más plausibles que otras?
El cableado del cerebro de los mamíferos hace que el cuidado de los niños sea un poderoso incentivo, especialmente para las hembras (pero también para otros machos animales). Por ejemplo, tener comunas donde dejas a tus hijos lejos de los padres y son criados en común, probablemente es una buena idea. Probablemente esto es bueno para los niños y para los padres. Este podría ser un ejemplo. Pero no pasa lo mismo con muchos otros problemas, nuestros problemas morales serios, como los impuestos por herencias. Antes hablábamos sobre la muerte y varios problemas sanitarios serios como las pensiones y la seguridad social. Estos son problemas realmente difíciles y la neuroencia no te va a dar la respuesta. Al final, las personas tendrán que reunirse y decir lo que piensan hacer, porque pensamos en definitivas cuentas que esto tiene más valor que esto otro. Tendremos que negociar. Algunos como Sam Harris sugieren, o parecen sugerir, que la neurociencia nos dirá cómo resolver estos problemas morales. Desearía que así fuera. Pero no lo creo.
¿Puede ayudar la neuroética a desarrollar una ética universal? ¿Estás de acuerdo en que el desafío moral más importante hoy en día es descubrir modos más eficientes de extender las obligaciones entre los parientes cercanos y los camaradas étnicos hacia todos los individuos y los grupos, haciendo que las relaciones genéticas cada vez sean menos reconocibles?
No lo sé. Es algo sobre lo que he pensado mucho. No creo que la neurociencia esté particularmente bien situada para hacer algo a este respecto. Creo que Steve Pinker en su libro más reciente sostiene el argumento general de que ciertos tipos de instituciones son más propensas para fomentar ese tipo de comportamiento, pero sigue siendo un asunto difícil, porque las personas se preocupan más por aquellas a las que están unidas y conocen que por aquellas que no conocen. Cómo podemos superar esto, y qué precio hay que pagar para hacerlo, no lo sé.
En realidad, creo que la biología puede servirnos para verlo de este modo: los padres aman tanto a sus hijos que están dispuestos a hacer casi cualquier cosa por ellos, más de lo que estarían dispuestos a hacer por cualquier niño de cualquier otra parte del planeta. Si niego el cuidado a mis propios hijos a favor de 20 niños al otro lado del planeta, la mayoría de las personas pensarán que esto es moralmente inaceptable. Y creo que esto es correcto. Esto nos dice algo sobre un valor que es fundamental en los mamíferos, en los mamíferos homo, es decir, el hecho de que tenemos un fuerte apego a los niños y los parientes. Pero a veces tenemos que superarlo. Y lo hacemos en cosas como nombrar a personas para posiciones independientemente de que sean nuestros hermanos. Intentamos organizar nuestras instituciones de forma que esto no suceda. Una de las cosas buenas de librarse de los reyes es que no tenemos ya toda esa línea familiar de reyes, de tíos y hermanos, y demás parentela…
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