El Imperio. Ryszard Kapuscinski. 1993


Una muestra más de lo que ha significado, y significa, el comunismo: crímenes, falta de libertad, injusticia, hambrunas, violencia del Estado, campos de concentración, etcétera. Todo malo. El libro se centra en las experiencias y viajes del autor a lo largo de la antigua Unión SoviéticaLo incluyo entre mis libros.

La primera parte del libro (pp. 13-91) abarca tres épocas en las que el autor tuvo contacto con el Imperio, en los años 1936, 1958 y 1967. La segunda parte (pp. 95-324) se desarrolla de los años 1989 a 1991 y relata los viajes del autor a lo largo del Imperio. La tercera parte (pp. 327-352) es una especie de epílogo.

Como escribió Arcadi Espada del libro de Jordi Pérez Colomé, Adiós Gongtan, lo que inspiran estas lecturas es "leer para no ir nunca". 

La desolación al saber como han vivido y sufrido millones de personas es tremenda. Por ejemplo, el autor relata como siendo un niño compraban, después de pasar una noche a la intemperie con un frío atroz, "latas de caramelos vacías", para que luego sus madres pudieran "hervir agua en aquellas latas y así obsequiar[les] luego con ¡una bebida dulce y aromática!".

Ejemplos de las atrocidades del régimen comunista en la Unión Soviética hay muchos en el libro, por ejemplo: "Por contactos con extranjeros Stalin mandaba fusilar o condenaba a cinco o a diez años de trabajos forzados" (p. 44). No hay ninguna duda de que Stalin y los demás dirigentes comunistas eran unos psicópatas y unos hijos de puta. Pero eso ya lo dedujo brillantemente Hayek, en Camino de Servidumbre, los peores elementos formarán las élites que dirijan un sistema totalitario como el comunista. 

Hay también lugar para artistas e historias de muchas personas, el autor habla con gente de la calle no busca dirigentes ni personalidades políticas. Por ejemplo, Niko Pirosmani, nacido en Georgia (p. 50). Un problema del libro cuando trata de artistas es que describe sus obras (cuadros, esculturas, etc.) sin mostrarlas. ¿Tiene sentido un libro así? Creo que un libro electrónico que incorporase las imágenes de esas obras para verlas en paralelo a la lectura sería muy deseable e instructivo. Ese salto adelante mejorará la educación y la cultura.

"Los disidentes (que nunca fueron numerosos: en 1968 sólo seis personas se manifestaron en la Plaza Roja de Moscú contra la intervención armada de Checoslovaquia) o bien han emigrado, o bien, como Marchenko, cumplen condenas en la cárcel" (p. 121). Auténticos héroes, como algunos cubanos en la actualidad.

¿Qué métodos se usan para aterrorizar y paralizar a millones de personas? "Millones de huérfanos hambrientos y descalzos deambulaban por los caminos de Rusia. Robaban lo que podían. Stalin los encerró en internados. Allí aprendieron a odiar, y cuando crecieron, fueron vestidos con uniformes del NKVD. El NKVD tenía al pueblo atenazado por un miedo animal. Aquí tienes el comunismo" (p. 154).

Los campos de concentración o Lagers eran "una estructura ideada con sadismo a la vez que con precisión cuyo objetivo consistía en destruir y aniquilar a la persona de tal manera que ésta, antes de morir, experimentara los mayores sufrimientos, humillaciones y tormentos" (p. 219). Frío, hambre, falta de sueño, suciedad, insectos, sadismo del NKVD, terror de los criminales, sensación de injusticia, añoranza y miedo, todo lo anterior se sufría en un Lager (pp. 219-220).

El problema del aislamiento fue muy grave en la Unión Soviética, estancó el país a todos los niveles, por ejemplo, tal y como relata H. G. Wells, la vigilancia y seguridad que rodeaba a Lenin (uno de los grandes criminales del siglo XX) "dificulta el contacto directo entre Rusia y él, y, lo que parece aún más importante en lo referente a la eficacia de las actuaciones del gobierno, el contacto entre él y Rusia. Si todo lo que llega a Lenin pasa por un filtro, también lo que de él sale tiene que filtrarse, operaciones en cuyo curso pueden producirse importantes tergiversaciones" (p. 240).

"Al mundo lo asolan tres plagas, tres pestes. La primera es la plaga del nacionalismo. La segunda es la plaga del racismo. Y la tercera es la plaga del fundamentalismo religioso". "No hay manera de llegar a una mente tocada por cualquiera de estas plagas. En una cabeza así constantemente arde una santa pira en espera de víctimas. Todo intento de entablar una conversación serena está condenado al fracaso. Aquí no se trata de una conversación sino de una declaración" (p. 266).

Otro problema de la maquinaria comunista fue el ingente número de funcionarios. Por ejemplo, el "Ministerio de Política de Aguas de la antigua URSS" empleaba "a dos millones de personas. Todos los días, los dos millones de personas se levantaban de sus camas, van al trabajo, se sientan a sus mesas, sacan papel y un lápiz, y tienen que empezar a hacer algo. [...] Por eso en cada uno de los proyectos, por más fantásticos que sean, trabajan aquí masas ingentes de expertos y funcionarios" (p. 282).

El autor destaca "la historia de la Gran Hambruna: a principios de 1929, la XVI Conferencia del Partido Comunista de la Unión (bolchevique) aprueba el programa de total colectivización. Stalin decide que para el otoño de 1930 todo el campesinado de su país (lo cuál en la época supone las tres cuartas partes de la población, más de cien millones de personas) se haya convertido en trabajadores de los koljozes. Pero los campesinos se resisten a entrar en los koljozes. En vista del panorama, Stalin aplasta su resistencia usando dos métodos: mete en campos de trabajos forzados o deporta a siberia a cientos de miles de campesinos y a los que quedan los quiere obligar a la obediencia condenándolos al hambre.
El golpe más violento cae sobre Ucrania.
[...] Moscú fijó la cantidad de productos agrícolas -cereales, patatas, carne, etc.- que cada pueblo debía entregar obligatoriamente al Estado. Las cantidades fijadas superaban en mucho las posibilidades de la producción agrícola de estas tierras. Era obvio que los campesinos no podrían cumplir el plan que les había sido impuesto. Entonces se empezó a confiscarles los bienes a la fuerza -militar, por lo general-, a despojarlos de todo lo que había en los pueblos para comer. Los campesinos no tenían ni para comer ni para sembrar. A partir de 1930 el hambre hacía estragos, un hambre feroz e implacable que se prolongó durante siete años y que se llevó la más terrible de sus cosechas en 1933. La mayoría de los demógrafos y de los historiadores están de acuerdo hoy en que en aquellos años Stalin condenó a morir de hambre alrededor de diez millones de personas" (p. 305). ¡Diez millones de personas!, una de cada cuatro personas que viven actualmente en España, aproximadamente.

"La perestroika fue el resultado de la convergencia de dos grandes procesos a los que se sometió a la sociedad del Imperio:
- un tratamiento masivo de desintoxicación del miedo, y
- un viaje colectivo al mundo de la información.
En que no haya sido educado en una atmósfera de miedo animal y omnipresente, y en un mundo sin información, tendrá problemas a la hora de comprender de qué se trata" (p. 334).

A pesar de todo lo anterior, y como muy bien escribe Ryszard Kapuscinski (p. 351):
Las grandes sociedades tienen una enorme fortaleza interior. Entrañan inagotables dosis de toda clase de fuerzas y albergan en su seno energías suficientes como para reponerse de las derrotas más dolorosas y salir de las crisis más graves.
China supo salir del agujero de la humillación y del hambre, y emprender un desarrollo independiente y fructífero. La India sigue su ejemplo. Brasil e Indonesia tampoco se quedan a la zaga".

Titulo: El Imperio
Título original: Imperium
Autor: Ryszard Kapuscinski
Editorial: Anagrama
Fecha: 1993 (2008)
Traductor: Agata Orzeszek
Páginas: 357

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