El optimista racional. Matt Ridley. 2010

Después de leer el libro de Matt Ridley, y tras haberme informado mucho sobre él, la conclusión es que es uno de los que debe leerse. Lo incluyo entre mis libros.


El libro es una defensa de la mejora en las condiciones de vida para los humanos a lo largo de toda la historia, y muy especialmente en los últimos dos siglos. La tesis principal es que esa mejora se ha dado gracias al intercambio, tanto de ideas como de materias.
Arcadi Espada destaca el libro en una reseña muy esclarecedora. Y que acaba con este párrafo:
Estas mañanas, mientras escribo solo y en silencio, oigo cómo llora el bebé reciente de unos vecinos. Sus lágrimas me traen una considerable melancolía del futuro. Como Armstrong, como la cita que abre el último capítulo del gran libro de Ridley, pienso que el bebé aprenderá mucho más de lo que yo sabré jamás. What a wonderful world. Eso es lo que pienso, como una tierna pava panglossiana.
No puedo estar más de acuerdo con lo escrito por Arcadi, y con el libro de Ridley.
El libro es un recorrido histórico, no se centra en ninguna época, donde analiza el progreso humano desde épocas prehistóricas hasta la actualidad, en todo el planeta, no en una localización geográfica concreta.
El autor indica (pp. 44-45) como casi todo lo que usamos a diario proviene de distintos lugares del mundo: "mermelada española...algodón de la India y lana de Australia...teclado de plástico tailandés".

La prosperidad se ha dado gracias a una seria de mecanismos, uno de ellos la especialización (p. 136): "La marca distintiva de la prosperidad es el aumento de la especialización. La marca distintiva de la pobreza es el regreso a la autosuficiencia".

Asusta pensar que hubiera pasado si no se hubieran inventado las máquinas que sustituyeron a los animales de carga, por ejemplo (p. 143): "La población de caballos en Estados Unidos llegó a su máximo de 21 millones de animales en 1915; en aquel tiempo, una tercera parte de la tierra de cultivo estaba dedicada a alimentarlos".

Norman Borlaug, persona desconocida para mí, es alabado (p. 145) como el responsable directo de la salvación de la vida de millones de personas. Gracias a sus investigaciones para la mejora de la agricultura y su implementación en países como India y Pakistán.

El autor destaca como la biodiversidad es protegida por la intensificación de la agricultura y la urbanización. Según investigaciones de Indur Goklany (p. 146) "si la productividad promedio de 1961 hubiera perdurado hasta 1998, entonces para alimentar a seis mil millones de personas se hubiera requerido ciltivar 7,9 millardos de hectáreas, en lugar de los 3,7 millardos que de hecho se sembraron en 1998. [...] Hoy en día las tierras agrícolas (de cultivo, cosecha o pastura) comprenden el 38% del área terrestre del planeta, mientras que con la productividad de 1961 tendría que ocuparse el 82%".

Los fenicios son admirados por el autor (pp. 170-171), muy por encima de otros pueblos más belicosos como los romanos  o los cartaginenses. No hace un retrato angelical de los fenicios porque "comerciaban con esclavos, algunas veces recurrían a la guerra y hacían tratos con los 'pueblos marítimos' filisteos, dados a la piratería". Pero el autor valora su predisposición al comercio y como supieron vencer la tentación de tener un emperador, "de volverse ladrones, sacerdotes y autoridades".

Aunque el progreso ha sido continuo, no se ha dado en todas las regiones por igual e incluso hay alguna que ha estado estancada durante cientos de años. Según estudios de Angus Maddison (p. 180) China "fue la única región en el mundo con un PIB más bajo en 1950 que en el año 1000, y son los gobiernos chinos los que cargan con la responsabilidad de ello".

Una reflexión muy interesante del autor es la referente a los gobiernos, y su relación con la prosperidad, (p. 182) que "tienden a ser algo bueno en sus comienzos, haciéndose peores conforme más perduren. Primero impulsan el florecimiento de la sociedad al proveer servicios centrales y retirar las trabas al comercio y la especialización. (...) Pero después (...) los gobiernos dan trabajo a más y más élites ambiciosas que captan cada vez más ingresos de la sociedad al inferir cada vez más en las vidas de las personas estableciendo más y más reglas que hacer cumplir (...) Los economistas, con razón, hablan con facilidad del 'fracaso del mercado', pero hay una mayor amenaza del 'fracaso del gobierno'. Al ser un monopolio, el gobierno trae consigo ineficiencia y estancamiento a casi todo lo que dirige; (...) Y, sin embargo, a pesar de todo esto, las personas inteligentes aún piden al gobierno dirigir más instancias; por alguna razón asumen que, de hacerlo, lo haría de algún modo más perfecto y desinteresado la siguiente vez".

El factor geográfico tiene su importancia, por eso (p. 184) "debido a sus penínsulas y cordilleras, Europa es mucho más difícil de unificar que China: pregunten a Carlos V, Luis XIV, Napoleón o Hitler. Hubo una época en que los romanos lograron una especie de unidad europea, y el resultado fue igual al de la dinastía Ming: estancamiento y burocracia".

La migración a las ciudades otro tema fundamental en el desarrollo mundial, tal y como explica el autor sobre el caso de la India, (p. 188) "la ciudad, a pesar de todos sus peligros y miseria, representa oportunidades, la oportunidad de escapar de la aldea (...), en donde hay trabajo pesado sin sueldo y la asfixia del control familiar, y donde el trabajo tiene que hacerse bajo el inmisericorde calor del sol o el insoportable aguacero del monzón". En otra parte del libro (pp. 216-217) se indica que "bajo los parámetros modernos, los trabajadores de las fábricas de 1800 en Inglaterra trabajaban durante una cantidad inhumana de horas, desde una edad demasiado temprana, en condiciones de terrible peligro, ruido y suciedad; regresaban a través de calles contaminadas a hogares hacinados y poco higiénicos, y tenían terribles condiciones de seguridad laboral, dieta, servicios de salud y educación. Sin embargo, también es cierto que vivían mejores vidas que sus abuelos agricultores y sus abuelas hiladoras. Es por ello que se movilizaban en desbandada del campo a las fábricas (...) Es también por ello que los trabajos en las fábricas se les negaban a los irlandeses en Nueva Inglaterra y a los negros en Carolina del Norte".

Para explicar el despegue de Gran Bretaña a comienzos del siglo XIX las cifras son esclarecedoras (p. 201) "en 1830, Gran Bretaña tenía 17 millones de hectáreas de tierra arable, 25 millones de ha. de pastizales y menos de dos millones de ha. de bosque. Pero consumían azúcar de las Indias occidentales equivalente (en calorías) a la producción de por lo menos otros dos millones de ha. de trigo; madera de Canada equivalente a otro millón de ha. de bosque; algodón de las Américas equivalente a la lana producida en la impresionante cantidad de 23 millones de ha. de pastizales, y carbón de las minas equivalente a  15 millones de ha. de bosque". Todo ello fundamental para dar impulso a la Revolución Industrial incipiente.

Desde el año 1804 en el que se alcanzaron los 1000 millones de habitantes (p. 205) se ha ido incrementando la población mundial hasta los 7000 millones actuales. Siempre consiguiendo alimentar a una gran mayoría de la población. El ritmo de crecimiento se ha ralentizado en los últimos años.

En definitiva un libro rico en detalles, cifras y hechos que confirman la tesis principal del mismo, el mundo está mejor que nunca, pero peor de lo que está por venir.

Otro tema de interés es la multitud de referencias que hay en las notas, por ejemplo:
An African Success Story: Botswana. Daron Acemoglu, Simon Johnson and James A. Robinson.
Un último comentario del libro, la relación de la ciencia con los inicios de la prosperidad. Por ejemplo (p. 251): "La industria que más se estaba transformando, la del hilado y el tejido de algodón, era de poco interés para los científicos, y viceversa. Las máquinas de hilar de husos múltiples, hidráulica, híbrida y los telares que revolucionaron el trabajo del algodón fueron inventadas por hombres de negocios hábiles, no por cerebritos pensantes: "por cabezas duras y dedos astutos". Se ha dicho que nada en sus diseños hubiera desconcertado a Arquímedes". Aunque el autor indica que (p. 252): "Posteriormente, la ciencia sí contribuiría al creciente ritmo de invención, y la línea entre el descubrimiento e invención se volvería más difusa conforme avanzaba el siglo XIX".

6 comentarios:

  1. Tiene muy buena pinta este libro que expones; yo sin embargo aunque estoy obviamente a favor del progreso pues gracias a él se curan más enfermedades , hay menos hambruna que hace unos años y hay más conciencia social sobre el respeto a los animales entre muchas otras cosas ,pienso que algún día nos devorará y nos convertirá en seres robotizados cuya única finalidad de su existencia será lograr una considerable posición social obviando valores tan elementales como la unión familiar, la conformidad, que a veces viene bien para ser realmente feliz, o la empatía hacia el prójimo ; no quiero decir con esto que las personas no debamos ser ambiciosas, pero también debemos ser coherentes y tener la capacidad de saber decir : "hasta aquí". No me considero pesimista, pero creo que los avances tecnológicos nos ofrecen un montón de posibilidades de mejora, y solamente es la condición humana ,que suele ser egoísta por naturaleza, la que lo desvía todo de su finalidad que en un primer momento fue buena. Espero que sea verdad y que lo mejor este por venir, pero ¿Qué es lo mejor?...¿Qué se acabe el hambre en el mundo?¿Qué dejemos de talar árboles y así no "robemos" el hábitat natural a miles de animales,? etc....Ojalá que así suceda, pero mientras no nos quitemos la venda de los ojos y comprendamos que hay pequeñas cosas que te pueden satisfacer más o igual que una boyante cuenta corriente me parece difícil. Como ves me he puesto algo filosófica jajaja.

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  2. Al final los hechos son los que se imponen, te recomiendo que leas el libro y verás que todo eso que comentas se ha mejorado gracias al progreso.

    Mejor es que cada día mucha más gente viva en mejores condiciones, que gente que ahora muere de cáncer, de SIDA, de esclerosis, etc. se pueda salvar en unos años, mejor es poder dedicar más tiempo a la familia que a trabajar, que haya más conocimiento para poder colonizar el universo, para poder conocer como funcionan las cosas, etc.

    Yo soy optimista, pero también creo que no somos más que polvo de estrellas, lo mejor es disfrutar el tiempo que estemos vivos y no molestar mucho.

    El hambre en el mundo se acabará, los árboles se han preservado gracias a los combustibles fósiles, y en un tiempo podremos hacer crecer bosques en un breve lapso de tiempo.

    El hombre que crea este progreso es también egoísta, lo somos. Pero hay está lo espectacular, a pesar de nuestros sentimientos encontrados, normalmente la gente procura tirar del carro, y no joder.

    Un abrazo y gracias por el comentario filósofa.

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  3. Buenas noches, me convencieron! Me gustaría leer el libro. Alguien podría decirme donde puedo descargarlo? Gracias. Mi correo es jael_ingeniera_art@hotmail.com

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    1. Hola Jael,

      Puedes comprarlo en amazon: http://www.amazon.es/El-optimista-racional-capacidad-PENSAMIENTO/dp/8430608109

      Saludos.

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  4. Hola Manuel, desde hace tiempo que busco este libro para mi kindle y no lo encuentro en ninguna parte ni para compra ni gratuito y tampoco en librerias de mi ciudad, lo tendrás por casualidad para e-reader?

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    1. Hola, Zurita:

      Aquí lo tienes de pago en inglés, en Amazon: https://www.amazon.com/Rational-Optimist-Prosperity-Evolves-P-S/dp/0061452068/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1470415150&sr=1-1&keywords=rational+optimist

      En español no lo encuentro en versión digital. Merece la pena tenerlo en papel, aunque sea más incómodo de leer.

      Saludos.

      M.

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