Desde Siria II. Jordi Pérez Colomé

El presidente de Siria, Bashar al-Asad, es alauí. Su familia gobierna el país desde que su padre, Hafez, llegó al poder en 1971. Los alauíes son una secta chií y en Siria son minoría, un 10 por ciento (la mayoría de sirios son suníes).

Siria presume, al contrario de sus vecinos Líbano e Irak, de que su identidad principal es la nacional, no la religiosa: son sirios antes que suníes o cristianos. Gracias a esto, en Siria la división sectaria ha sido menos tenida en cuenta. Pero en algunos ámbitos ha sido notable y hoy, en plena revuelta, se ve. Los altos mandos del ejército, los soldados de algunas divisiones militares importantes y las fuerzas secretas de seguridad son alauíes.

En Damasco conocí a un soldado suní de 20 años que había pasado toda su mili -un año y medio- en Deraa, el origen de la revuelta. Él hablaba poco inglés y yo menos árabe (nunca habré lamentado tanto no hablarlo; tenía dentro más historias de las que podré oír en mucho tiempo). Me decía que aún había cada día protestas en Deraa. Le pregunté si ellos les disparaban, pero me dijo que no, incluso se ofendió.



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