Los 'testimonios' colombianos y las FARC. Inger Enkvist

Leer completo en La Ilustración Liberal.


Extractos:

Los guerrilleros intentan humillar a los secuestrados, por ejemplo, filmándolos en secreto cuando hacen sus necesidades o se bañan. Otro propósito de estas grabaciones es mostrar la mala situación de los secuestrados, para que sus familiares y la opinión pública presionen al Gobierno. Esto es perverso, dice Pérez, ya que la guerrilla es el problema y no una parte en un proceso de negociación. El secuestro es pura extorsión y un negocio magnífico (p. 58). El autor [ex senador Luis Eladio Pérez] no concede ni sombra de justificación política a semejante práctica.


¿Se necesitan más testimonios como los que acabamos de ver? La conclusión es obvia: si alguien está en contra de la esclavitud, debería clamar contra las FARC. Si alguien quiere proteger a la mujer o al indígena, debería clamar contra las FARC. Si alguien abomina de los campos de concentración nazis, debería clamar contra las FARC. Si alguien quiere promover en Latinoamérica el Estado de Derecho, debería clamar contra las FARC, una organización que se financia por medio del secuestro, la extorsión y el narcotráfico. Si, con todo lo dicho, hay quien no quiere denunciar a las FARC... entonces nos viene a la mente el viejo dicho de que no hay peor ciego que el que no quiere ver.



La mayoría llega a la guerrilla sin tener el menor conocimiento del mundo y sin saber leer y escribir. Los guerrilleros son también "secuestrados", porque la deserción casi siempre equivale a una condena a muerte.
La mayoría de los guerrilleros son muy jóvenes: de 14, 16, 18 años. Lo que pasa es que aparentan más edad, son muchachos con caras de viejo y con cuerpos de viejo, porque no descansan un día. Los 365 días del año hacen trabajos pesados. Las mujeres, además de trabajos físicos, hacen trabajos sexuales, entonces las niñas de 13, 14, 15 años tienen caras de viejas (p. 190).

Zenaida Rueda, guerrillera desde los 18 hasta los 36 años de edad, cuenta que proviene de una familia campesina. La guerrilla mandó un mensaje a su familia en el que decía que uno de los hijos debía sumarse a la organización, y que pasaría a buscarlo. Enseguida Zenaida se dará cuenta de que en la guerrilla no se tiene derecho a nada, ni a la comida, ni a disfrutar de tiempo libre, ni a comprar lo que sea, ni a expresar opiniones propias. La vida de los guerrilleros pertenece a la organización, que hace lo que quiere con ellos. Por eso los rehenes tienen una ventaja sobre los guerrilleros: valen algo, se pueden canjear. Además, pueden soñar con ser liberados y tener otra vez una vida normal. Un guerrillero sabe que no puede salir de la guerrilla, y que la mayoría muere joven.

Rueda habla de los peligros de la vida diaria en la guerrilla, del capricho de los jefes, del hambre; del no tener novio, y de lo difícil que resulta para una guerrillera negarse a acostarse con un jefe. No se acepta que un guerrillero se case o tena hijos. Si las guerrilleras se quedan embarazadas, se les obliga a abortar. Para reforzar la coacción están las sesiones de autocrítica y lostribunales, que pueden ordenar la ejecución de un guerrillero si un jefe así lo decide. En lostribunales, los acusados están condenados de antemano. Si alguien protesta por una injusticia, se convierte en la próxima víctima. Los guerrilleros aprenden a disparar a los compañeros como si nada.


Según el investigador francés Jean-Jacques Kourliandsky –2008–, en Colombia se produjeron 23.400 secuestros entre 1996 y 2001. Queda más claro así que el secuestro es una industria




No hay comentarios:

Publicar un comentario