"Todo nacionalismo es también una fábrica de mentiras. Como te he explicado con enorme paciencia tantas veces la ventaja de las naciones antiguas es que sus mentiras fueron contadas hace mucho y su aire fétido se ha esfumado. Ser antinacionalista procura una saludable relación con la verdad. La verdad es una palabra en alza. Después de la siniestra campaña de Trump incluso algunos periodistas, gremio refractario a la verdad, a pesar de las apariencias, han descubierto que la verdad no tiene versiones. El propio New York Times hizo el descubrimiento deontológico del siglo al admitir que no debía poner en pie de igualdad una verdad y una mentira, como hasta entonces acostumbraba el periodismo hemos-de-conocer-su-versión-de-los-hechos. Ha sido necesario que las mentiras las pronunciara el que hoy es ya presidente de los Estados Unidos de América para que La Vieja Dama Gris quebrara su hipócrita tradición equidistante. Hay una cierta posibilidad de que The Trump after concite el desprestigio de la mentira política y acabe con ese grosero lugar común que identifica la verdad en la política con la ingenuidad de los principios. Los antinacionalistas, por lo general, son gente bien preparada para la verdad, porque el centro de su actividad ha sido el incesante decapado de las mentiras nacionalistas. Un partido antinacionalista español (y espero que celebres la malicia de que ponga estas dos últimas palabras a hablar) es el que ha de reclamar, por ejemplo, que los escolares aprendan una historia común objetiva, que no es la suma de los puntos de vista de los andaluces, catalanes o vascos, del mismo modo que la historia de la Guerra Civil, por ejemplo, no es la suma del punto de vista franquista y del punto de vista republicano... ¡para sacar después la media! Uno de los más graves problemas de la democracia es el de afrontar la circulación de las mentiras sociales y su influencia en la elección de los gobernantes. Los antinacionalistas pueden aportar un sólido know how. En España fueron los primeros en comprobar cómo las mentiras nacionalistas reducían la calidad (y la cantidad) de la democracia."
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