"El nuevo populismo plantea una pregunta que creíamos contestada: ¿qué es la democracia? Y sentencia con letal ligereza: es la voluntad del pueblo, incluso contra las leyes, las instituciones y los jueces. Estados Unidos ha pasado de la ultracorrección política al culto ultra a la incorrección. Ya tiene su primer presidente iconoclasta, un hombre que ha hecho de las vísceras el motor de su campaña. En Gran Bretaña, ocho siglos y un año después de Magna Carta, tres jueces son agredidos por recordar lo obvio: que el Gobierno está sometido a las leyes, que el aval directo del pueblo no sustituye el aval constitucional del Parlamento, que no hay democracia sin reglas. La prensa los ridiculiza; los llama europeístas (!); señala y proclama, oh, que uno es gay. Y cuando la sensatez reacciona, el Gobierno -del partido de Churchill y Thatcher- defiende a la jauría y recurre a la Corte Suprema."
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