"El cálculo de la posibilidad de sufrir daños o la repugnancia no solo física sino moral de la pelea les llevaría a desistir. Naturalmente si en vez de defender su libertad de palabra se hubiera tratado de defender su vida también ellos hubieran usado la fuerza. La libertad es la vida.
Por miedo al daño y por repugnancia moral los ciudadanos delegan en la policía el uso de la violencia. Es lo que resulta del monopolio estatal de la coacción, de la división del trabajo y de la profesionalización en las sociedades modernas."
"Las bellas almas se niegan a incluir el uso de la coacción y la fuerza entre las competencias de la política. Y la política es negociación y diálogo, pero también fuerza. Lo entienden bien los dirigentes del partido Podemos que, como los remotos comunistas, se definen como un partido de lucha y de gobierno, que es una manera hermafrodita de decir un partido de lucha allá donde no gobiernan."
"¿Cómo es posible entonces que partidos e instituciones que cruzan al otro lado de la ley reivindiquen que sus acciones forman parte de la política, y algunos representantes de las instituciones democráticas, apegados a la ley y refrendados por ella, interioricen que la violencia, legítima, desapasionada y proporcional a cada circunstancia, no forma parte de la política y del mandato político que otorgan los ciudadanos?"
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