"De acuerdo a una tradición alternativa, que se remonta a Santo Tomás de Aquino, los precios deberían ser "justos". La economía ha demostrado que esta idea es realmente pésima, puesto que los precios constituyen el sistema de información que crea incentivos para que tanto proveedores como clientes decidan qué y cuánto fabricar o comprar. Hacer que los precios sean "justos" anula esta función, y deja a la economía en un estado de escasez perpetuo".
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