Arcadi Espada da en el clavo al interrogar a uno de nuestros políticos españoles, Antonio Baños, que defienden no acatar las leyes:
Tuve unas palabras ayer con el diputado Antonio Baños, la pintoresca clave de bóveda de la gobernabilidad catalana. Baños, un cínico simpático que al fin ha encontrado trabajo, solo está dispuesto a acatar las leyes que le parezcan acatables. Se le planteó al diputado la posibilidad de que la Cup que representa promulgue leyes algún día, hipótesis que le hizo enrojecer. Que si las acatarían entonces, se le preguntó luego, y tras vacilar unos instantes dijo que sí, porque la lógica es mucha lógica, incluso sobre los espíritus más refractarios. Sin embargo, no supo cómo resolver la derivada: «¿Y una vez promulgadas esas leyes, diputado Baños, qué van a hacer con los que nos neguemos a acatarlas?».
En un país democrático como España la aplicación de la ley es una obligación. Hay mecanismos para cambiar esas leyes y aprobar otras. En España La Transición fue un ejemplo de esto.
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