Este artículo de Dani Rodrik explica que la economía no es la clase de ciencia para la cuál un modelo es el más adecuado para todas las realidades, sino que hay que evaluar qué modelo se adapta mejor a cada entorno, es decir, distintas circunstancias necesitan de distintos modelos para su interpretación. Al ser los hombres los que provocan el mundo social, éste es diferente al físico porque los hombres son infinitamente más maleables. En este punto entronca con las ideas de Simón González de la Riva que señala, en su artículo Sobre los cajones de sastre en la economía (I): "la economía es una ciencia humana, su objeto de estudio es el ser humano, cuyo comportamiento varía con el tiempo, la experiencia, su percepción de su situación en cada momento y las expectativas que tenga".
Para entender la realidad necesitamos recurrir a simplificaciones, ya que de otra manera haríamos modelos tan complejos que serían como la realidad. Rodrik recurre al famoso cuento de Borges en el que: "los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él". Además, como indica Simón: "Al acumular variables en un modelo más complejo sucede también que no sabemos ni, en mi lega opinión, podemos saber cómo se comporta la variabilidad de la agregación de variables". Remata Rodrik que no es necesario responder a la complejidad de la realidad con modelos cada vez más elaborados sino aprender cómo los distintos mecanismos causales funcionan de manera aislada, y entonces averiguar cuales son los más relevantes para el entorno analizado.
Simón continúa en su artículo incidiendo en que la economía es "un sistema dinámico, y por ello es completamente cierto que necesita análisis de segundo, tercer o cuarto orden". Por ejemplo, a la hora de fijar un precio precisa que "ningún mercado genera un precio único para toda transacción, ningún mercado es estático, ni las preferencias del consumidor estables, ni lo son sus deseos o demandas". La clave está en saber sobre qué se está fijando el precio, en palabras de Simón: "¿Cuál es el precio de algo? Se suele decir que lo que alguien esté dispuesto a pagar. Pero antes de aclarar el cuánto habría que aclarar el qué".
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