Enlaces 04.01.2015
Freshman Advice. Joan Tubau
No te preocupes si no sabes qué quieres ser de mayor (no conoces ni tu bebida alcohólica favorita) pero piensa estratégicamente sobre tu carrera. ¿Quieres libertad? ¿Salario alto? ¿Ayudar a niños africanos? Escribe metas vitales y cómo satisfacerlas.
Honestidad con tus puntos fuertes y, sobre todo, debilidades. No es buena idea sobrevalorarte. No consiste en caer en el pesimismo, confía en tus posibilidades entendiendo tu posición.
Entrevista a Piketty. Cristóbal Bellolio
En todos los países, la desigualdad es una combinación de distintas fuerzas. Dos categorías son fundamentales: por una parte está la desigualdad de habilidades laborales o capital humano, y por otra, la desigualdad de riqueza. La tesis r>g es importante para describir la segunda. Por supuesto que la desigualdad en el ingreso laboral es relevante, y aquí la desigualdad en el acceso a la educación es fundamental, lo que es claro en el caso de Latinoamérica, pero también en Estados Unidos. Si miras sus últimos 30 años, la desigualdad que se ha agudizado no se explica tanto con la fórmula r>g, sino con desigualdad en las rentas del trabajo, lo que a su vez se relaciona con el desigual acceso a la educación en ese país. En Estados Unidos unos pocos van a las mejores universidades, pero el resto se queda con lo que aprendió en un sistema escolar apenas regular.
El ‘boost’ del petróleo: un sano estímulo para la economía estadounidense. Ignacio Moncada
Mi opinión es, sin embargo, que dichos miedos son infundados y la caída del precio del petróleo puede suponer, de mantenerse en el tiempo, un importante y sano estímulo para la economía estadounidense. Estados Unidos es, con diferencia, el mayor consumidor de petróleo del mundo. El petróleo es uno de los más importantes factores productivos en una economía como la americana, crucial para la competitividad de la industria, esencial para el transporte de personas y mercancías, e incluso también relevante para la generación eléctrica.
Capitalismo de filántropos. Juan Ramón Rallo
Durante mucho tiempo el Estado ha tratado de monopolizar las ideas de “bien común” o de “interés general”. Si sólo los Estados podían preocuparse por el bienestar del conjunto de las personas —a pesar de sus frecuentes guerras, de sus antihumanitarias barreras migratorias, del espionaje y control sistemático de la población o de su captura e instrumentación por parte de grupos de presión—, entonces parecería que la omnipresente coacción que tales Estados infligen sobre los ciudadanos estaría justificada: sólo desde intereses personales, egoístas, sectarios y antisociales podía uno oponerse el ordeno y mando estatal. Pero una vez nos damos cuenta de que todos, también los capitalistas, pueden perseguir el bien común de una sociedad desde los más variados y heterogéneos ámbitos de su vida diaria, entonces el intervencionismo estatal se vuelve todavía menos justificable. No manejemos la vida de la gente: permitámosle a cada cual realizar en este mundo su particular concepción de bien común.
Fidel Castro, un genio que nos vendió humo por revolución. Ramón Lobo
Pero me he saltado lo esencial. Antes de estos tres acontecimientos y de restablecer las relaciones diplomáticas con la URRS, Fidel confiscó las refinerías de Shell, Esso y Texas Oil por negarse a procesar el crudo soviético. De ahí partió una escalada de medidas que finalizó con el establecimiento de un embargo que los sucesivos presidentes fueron agravando con nuevas prohibiciones. Ese embargo, que sin duda ha hecho daño, ha sido la gran coartada del régimen: le ha permitido tapar sus errores. También le ha empujado a enrocarse y endurecer la represión de la disidencia. Es un embargo inútil que logrado lo contrario de lo que perseguía. Obama es el primero en reconocerlo.
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