La reducción de la pobreza se consigue con crecimiento económico, las ayudas son buenas y sirven pero su efecto a largo plazo es irrelevante, a no ser que esas ayudas se mantengan y lleguen a quién realmente las necesita. Pero los países que las proporcionan pueden no querer o poder hacerlo siempre, y ese dinero puede irse, de hecho va en muchas ocasiones, a las élites políticas del país.
El ejemplo de Asia y África es paradigmático. Eran las regiones más pobres del planeta, pero Asia está saliendo poco a poco de ese problema, sobre todo gracias al crecimiento de China e India. Y África, aunque también está creciendo, aún no puede decirse que esté al nivel de Asia.
África ha recibido grandes cantidades de dinero, pero no le ha servido para encontrar la senda del crecimiento. En este artículo se analiza cómo se ha intentado ayudar a África a lo largo de los últimos años, y el fracaso de muchas de las iniciativas. Quizás el enfoque debe ser mucho más modesto y preguntar a los pobres cómo se les puede ayudar, tal y como hicieron Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo. (Aquí un buen artículo en español).
Cuando los países sean capaces de generar riqueza por sí mismos, serán capaces de mejorar y de salir de la pobreza. No cabe duda que un entorno internacional favorable será decisivo. Por ejemplo, ayudando con el tema de la inmigración.
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