Imaginemos que hay dos caminos para recuperarse de una crisis, uno duro y trabajoso, y otro suave y sin esfuerzo. ¿Cuál elegiríamos? Y si sólo hay uno, el duro y trabajoso, ¿lo aceptaríamos?
Estas cuestiones son básicas para salir de cualquier crisis, incluida la económica que vivimos actualmente.
Es evidente que la crisis actual en España se debe a que hemos gastado mucho, tanto el sector privado como el público. El privado se ajustó rápido, por eso la alta tasa de paro, y el público lo está haciendo lentamente, pero al haber caído los ingresos en picado no es suficiente.
Pero lo que me interesa son las maneras de afrontar la crisis. Si en mi casa tenemos unos ingresos de 10, y yo pierdo mi empleo pasando a ingresar sólo 5 por el sueldo de mi mujer, es evidente que deberemos ajustar los gastos hasta que se igualen o sean menores que los ingresos. Ésta es la lógica que deberíamos aplicar a los países, ajustar los gastos a los ingresos, y empezar a reducir la deuda que se tiene.
Pero muchos expertos nos dicen que no, que el razonamiento anterior es erróneo, que lo mejor es seguir gastando, incluso más que antes, que luego esto se recuperará cuando las cosas vayan mejor. Es decir, que si me quedo sin empleo debo gastar más, pedir más créditos, que luego pagaré al tener un nuevo empleo. Pero qué pasa si mi nuevo empleo no da para pagar todo, qué pasa si el crecimiento del país no es suficiente para pagar la deuda acumulada.
Por desgracia, la crisis actual es muy profunda, pero para salir de ella hay que esforzarse y sufrir, hay que recortar en todo. Absolutamente en todo. No es un camino fácil. Aunque algunos nos lo quieran presentar así. Nadie se recupera de una enfermedad sin que su cuerpo note los efectos.
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