Reflexiones 12.05.2013

Por Manuel Álvarez López.

El régimen cubano instaurado por los Castro ha sido devastador para la mayoría de los habitantes de Cuba. Excepto unos pocos privilegiados, que han gozado del favor del poder, el resto ha vivido y vive en unas condiciones deplorables, tanto desde el punto de vista material como moral. La falta de libertad ha sido la punta de lanza de la dictadura. Una prueba irrefutable del desastre de Cuba es que la gente arriesga su vida por salir de la isla.

Los responsables máximos son Fidel Castro y todos los dirigentes que le han ayudado, además de muchos miles de cómplices. La mayoría de la población, como en casi todos los regímenes despóticos, se deja llevar y procura no protestar. Delante de todos ellos, se han plantado auténticos héroes. Gente que con su valor, su palabra y sus actos, hacen que merezca la pena ser humano. Siempre con buen talante, sin violencia, sin dar su brazo a torcer, soportando encarcelamientos, agresiones, injusticias, represión, y todo tipo de atropellos.

Para intentar presionar al régimen desde el exterior se han usado distintas estrategias a lo largo de los años. Pero la que más controversia ha causado es el embargo por parte de los Estados Unidos. No cabe duda que la medida ha debilitado el poder del régimen, al limitar sus recursos. Pero mi opinión es que se debería haber dejado que los inversores eligieran libremente si deseaban invertir en Cuba. Además está la cuestión moral, apuntada, en un caso similar, por Juan Negrín. Él defendió públicamente en 1948 (en carta al New York Herald Tribune) la inclusión de España en el Plan Marshall norteamericano. La razón era que "soñar con el restablecimiento de la República a través del hambre y del empobrecimiento de España es un error. Ni con el Plan Marshall se le mantiene (a Franco en el poder), ni sin el plan se le echa".

La invasión de Cuba por parte de Estados Unidos podría haber sido, y es, una opción para acabar con la tiranía. Juan Abreu, cubano y huido de la isla, lo expresa con su habitual contundencia:
Yo prefiero una invasión norteamericana. Una invasión norteamericana sería un horror muy menor comparado con el horror del castrismo. Preferir el castrismo a una invasión norteamericana me parece miserable, hipócrita, cómplice y canallesco.
Una invasión hubiera supuesto un derramamiento de sangre y el establecimiento de un régimen posterior, se supone que democrático, que hubiera estado marcado por esa invasión. Pero es difícil imaginar que hubiera sido peor que lo sucedido los últimos 54 años en la isla.

Si yo fuera cubano, o español durante la dictadura franquista, me hubiera gustado que mi país hubiera sido invadido por un país como Estados Unidos, que derrocara y juzgase a los tiranos.

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