Cualquier año trae buenas y malas noticias. Pero este será muy recordado por su carácter benéfico. De un lado a otro que miro sólo veo motivos para la felicidad. Empezaré por lo cercano. ETA asumió la tremenda derrota que le ha infligido el Estado español y dejó la muerte, es decir, su única razón de ser. El jefe de Gobierno más incompetente de la España contemporánea abandonó su cargo, después de una espectacular derrota electoral: el Gobierno que sustituye a los suyos supera los 55 años de media y acaba con la paridad sexista. Por primera vez desde 1978 los dos principales partidos españoles pactaron una decisión política trascendental, abriendo el camino a mayorías parlamentarias que prescindan de los nacionalistas. El yerno del Rey fue acusado públicamente por el fiscal de hacer negocios ilícitos. Los indignantes fuesen fuéronse y no hubo nada. Como Wikileaks. El periódico, instrumento de alfabetización y conocimiento durante los 200 últimos años de la Humanidad, mejoró su legibilidad y eficacia pasando del papel a la tableta. Por primera vez las leyes de la propiedad intelectual fueron objeto de defensa generalizada en España, cuando hasta la fecha sólo habían sido víctimas de la agresión populista. El humo de cigarro fue sólo el atrezzo seductor e inofensivo de las películas en blanco y negro y no el apestoso peaje de nuestras juergas fuera de casa. Y hacía cincuenta veranos, cincuenta, que no morían menos de 340 personas en las carreteras españolas.
La Comunidad Europea decidió controlar los presupuestos de los países integrantes, lo que supone un paso inédito hacia la completa unidad económica y política de nuestro lugar en el mundo y una muy agradable pérdida de soberanía nacional. Berlusconi dejó de ser primer ministro de Italia. Al cuarto terremoto en intensidad de la historia, el de la nación japonesa, le correspondió el lugar número 18, como mucho, en cuanto a víctimas mortales: el violentísimo tsunami posterior que destruyó la central de Fukushima no produjo una catástrofe nuclear.
Ni Bin Laden ni Gadafi ni Mubarak ni Ben Alí ni Kim Jong-il gobiernan y hasta hace meses eran tiranos en sus reinos. Steven Pinker publicó el libro del año, The Better Angels of Our Nature, donde demuestra que la historia de la humanidad es la historia de la reducción de la violencia.
A todas estas consideraciones retrospectivas de orden particular se añade la alentadora evidencia profética general de que cualquier año que venga será mejor que el anterior.
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