Yemen da un paso grande
El presidente de Yemen, Ali Abdulá Saleh, ha aceptado traspasar el poder a su vicepresidente, Abd-Rabu Mansur Hadi, según la iniciativa propuesta por los países del Golfo. Había prometido ya otras tres veces que lo haría. Hoy, por fin, ha viajado a Riad, la capital de Arabia Saudí, para firmar su renuncia. Saleh llevaba 33 años en el poder y la oposición yemení llevaba 40 viernes en la calle.
La resolución de la ONU hace justo un mes por la violencia excesiva y la amenaza de sanciones pueden haber hecho recapacitar al presidente. Saleh mantiene el título honorífico de presidente, pero Hadi deberá formar un gobierno con miembros de la oposición y convocar elecciones en tres meses. Entonces se haría realidad el cambio en Yemen.
Saleh es el cuarto presidente árabe que -en principio- se va este año. Es el que mejor trato ha conseguido. Lo tenía fácil. Túnez tiene poco peso, a Mubarak el ejército le hizo la cama, Gadafi molestaba más que ayudaba, pero Saleh era aliado de Estados Unidos -que se alegra por la firma, según un comunicado- porque les dejaba atacar a Al Qaeda en su territorio y de Arabia Saudí porque los dos estaban interesados en reprimir a los chiíes Huthi, en la frontera entre ambos países, que seguirán con su lucha por autonomía.
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