Víctimas:
Manuel Ferreira Simois, de 47 años, era natural de Untas (Orense), aunque llevaba quince años residiendo en el País Vasco. Residía en Santurce, estabacasado y tenía ocho hijos. Había ingresado en la plantilla del cuerpo de Policía Municipal de Portugalete exactamente diez años antes, en 1969. Uno de sus hijos, Francisco Javier Ferreira Castro, ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía. Quince años más tarde, fue víctima de otro atentado de ETA, en el que resultó herido leve. El 18 de junio de 1994, la banda terrorista colocó una bomba-lapa en su vehículo en Santurce, donde vivía. La bomba se activó cuando el agente aparcó en el Cuartel de Basauri (Vizcaya), donde prestaba sus servicios como radiopatrulla, tras haber recorrido casi veinte kilómetros sentado encima de la misma. Por un fallo en el ensamblaje del artefacto, estalló el iniciador, pero no el grueso de la carga explosiva compuesta por medio kilo de amerital. El policía sólo sufrió heridas leves, aunque tuvo que estar dos días ingresado por quemaduras en la zona sacra y una pequeña fisura. Una de las etarras que, presuntamente, participó en la colocación del mismo fue Mónica Martínez López, alias Monike y Julai.
José Miguel Moros Peña, de 18 años de edad, vecino de la localidad vizcaína de Portugalete, llevaba dos meses trabajando en la empresa Constructora Ugandía. Era su primer empleo.
En el año 2002, el Ayuntamiento de Portugalete rindió homenaje tanto a José Miguel Moros Peña como al policía municipal Manuel Ferreira Simois. Durante el homenaje, los padres de José Miguel, Margarita y Julián, colocaron un ramo de flores en el monumento dedicado a las víctimas del terrorismo en el parque de Ellacuría.
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