Vía Libertad Digital.
En la madrugada del jueves 27 de julio de 1994 el etarra Valentín Lasarte Oliden, a cara descubierta y acompañado por una terrorista que le dio cobertura, asesinaba de un tiro en la nuca al empresario guipuzcoano JOSÉ MANUEL OLARTE URREIZTI mientras jugaba a las cartas con un grupo de amigos en la sociedad gastronómica La Unión Artesana, en la parte vieja de San Sebastián. Herido de muerte, José Manuel fallecía poco antes de las dos de la madrugada en el Hospital Nuestra Señora de Aránzazu.
Según el relato de Lasarte Oliden en su declaración ante el juez Garzón en marzo de 1996, él se encontró con Olarte de forma casual, cuando acudió a tomar café al establecimiento donde estaba el empresario con sus amigos, después de haber celebrado el cumpleaños de su padre. Al verle, el asesino se fue a su domicilio, muy cerca de la sociedad gastronómica, cogió una pistola de tiro olímpico que había comprado en Hendaya (Francia) y regresó al local para tirotear a José Manuel. Durante su declaración judicial, confesó que no había recibido ninguna orden de la dirección de la banda, sino que lo hizo motu proprio.
En torno a la una de la madrugada, Lasarte se acercó por la espalda a José Manuel Olarte, conocido en determinado ambientes como Plomos y Pistolas, y le disparó un único disparo en la nuca. A continuación, huyó del lugar junto a la terrorista que le dio cobertura.
La sociedad gastronómica La Unión Artesana, donde se cometió el atentado, se encuentra a unos trescientos metros de la sociedad gastronómica Gaztelupe, donde el 19 de enero de 1993 fue asesinado el exfutbolista y empresario José Antonio Santamaría Vaqueriza, en un atentado muy similar: un tiro en la nuca disparado por Valentín Lasarte mientras cenaba con sus amigos con motivo de la Tamborrada que daba inicio a las fiestas patronales de San Sebastián.
José Antonio Santamaría y José Manuel Olarte habían aparecido en un informe de la Fiscalía de la Audiencia Provincial de San Sebastián, conocido como 'Informe Navajas', como personas clave de supuestas redes de contrabando y narcotráfico de Guipúzcoa. Parte de su contenido fue desvelado en 1989 en Diario 16 y, posteriormente, por el diario Egin. El abogado de ambos empresarios, Fernando Múgica Herzog, fue también asesinado por ETA en febrero de 1996, con participación, una vez más, del etarra Valentín Lasarte Oliden.
El llamado 'Informe Navajas', elaborado por el fiscal Luis Navajas, revelaba supuestas implicaciones de empresarios guipuzcoanos y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con el contrabando y el tráfico de drogas. De Olarte se indicaba que era el encargado de "tener los contactos con los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a los que se controla, así como de cobrar todas las cantidades que van destinadas a aquellos". En el informe se decía también que dependía directamente de José Antonio Santamaría. Publicado por primera vez en Diario 16, las acusaciones de la Fiscalía nunca llegaron a concretarse en cargo alguno contra José Manuel Olarte, que incluso había ganado una demanda contra El Independiente por calificarle de "confidente y narcotraficante" en un artículo en 1990, tal y como comunicó Múgica Herzog a El Mundo al día siguiente del asesinato de su cliente.
Desde que se hizo público el informe, fragmentos del mismo fueron difundidos en varias ocasiones por el diario Egin. Además, Olarte Urreizti apareció también citado en el libro La red Galindo, de José Benigno Rei Rodríguez, conocido como Pepe Rei, jefe del equipo de investigación del diario proetarra. Según los datos facilitados en dicho libro, Olarte estaba en paradero desconocido tras el atentado que costó la vida al exjugador de la Real Sociedad, José Antonio Santamaría, y había sido investigado ya a raíz de la desaparición de una parte del alijo de una tonelada de cocaína aprehendido en Irún en el mes de mayo de 1988. Pepe Rei, que citaba en su informe investigaciones realizadas por agentes anticorrupción de la Guardia Civil, señalaba en su libro que Olarte "valiéndose de su condición de confidente de altos vuelos, operaba en droga y tenía establecidos sólidos contactos, incluso con Colombia".
Igual que Santamaría, Olarte estaba condenado a muerte por todas esas informaciones aparecidas en periódicos y libros. El gobernador civil de Guipúzcoa, José María Gurruchaga, señaló a El Paísque la víctima había sido informada personalmente, tres meses antes de su asesinato, de que ETA tenía detallada información sobre sus movimientos. Por otra parte, su nombre apareció por vez primera en papeles de ETA en 1982, antes del 'Informe Navajas', y posteriormente en agosto de 1991 en la documentación intervenida al grupo Ipar Haizea de ETA, lo que le llevó a solicitar licencia de armas.
Para Santamaría y para Olarte la justicia llegó tarde. El juicio por Santamaría se celebró en abril de 1994 en la Audiencia Provincial de San Sebastián. El juez Luis Blázquez criticó en su sentencia "la escasa prueba acusatoria" aportada por el Ministerio Fiscal, impidiendo dar por válidas sus conclusiones y no condenando a Santamaría. Hacía un año y tres meses que había sido asesinado. En el caso de Olarte, las diligencias abiertas contra él en 1991 en el juzgado número 1 de San Sebastián, fueron posteriormente archivadas.
El asesinato suscitó una oleada de condenas y la bandera de San Sebastián ondeó a media asta en el Ayuntamiento. La patronal guipuzcoana Adegui declaró que "una vez más quienes se autoproclaman jueces y verdugos no dudan en matar y difundir el terror".
Herri Batasuna, por su parte, atribuyó el asesinato "a la espiral de violencia alimentada por el Estado español" y su portavoz Floren Aoiz afirmó: "Hay mucho narcotraficante en la calle protegido por el Gobierno".
En 1997 la Audiencia Nacional condenó a 29 años de reclusión mayor a Valentín Lasarte Oliden por el asesinato de Olarte Urreizti.
José Manuel Olarte Urreizti tenía 42 años y estaba soltero. Fue aspirante a ertzaina, pero no llegó a superar las pruebas. Su funeral se celebró en la Iglesia de San Vicente, con la asistencia, entre otros, del entonces alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, y otros concejales del Ayuntamiento, además de representantes del Gobierno vasco. Tras el acto religioso, sus restos fueron inhumados en el cementerio de Polloe con la asistencia de una veintena de familiares y amigos, entre los que se encontraba su novia.
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