Destaco:
Fuentes de las que no sale una gota de agua porque dejaron de funcionar con la primera ventolera, sin que las ONG que las instalaron hubieran previsto esa posibilidad; envíos masivos de vacunas que, una vez en territorio africano, y debido a la falta de neveras donde conservarlas, se tiran a la basura –eso, en el mejor de los casos; hay ONG que las administran entre la población, quién sabe si por aquello de que ir por ir es tontería–. (Que las vacunas estén en buen estado no garantiza nada; por lo general, con las segundas y terceras dosis suele ocurrir lo mismo que con la fuente). Donaciones de toneladas de cuadernos a lo pinta y colorea que ya han sido pintados y coloreados por quienes los donan; reparto gratuito de libros que obligan al cierre a modestas librerías regentadas por lugareños que, mira por dónde, creen a pie juntillas en la economía de mercado; secuestro de niños bajo el pretexto del desarraigo social (como ocurrió en el Chad en 2007). Aún hay más.
Es obvio que al autor el asunto le quemaba entre las manos. También a los cooperantes españoles secuestrados por Al Qaeda en Mauritania les reserva su mirada perpleja, punzante, abatida.
Algunos ciudadanos se preguntaron qué hacían el director de una de las grandes infraestructuras viarias de Cataluña, la mujer del alcalde y un montón de altos cargos de la función pública haciendo de camioneros por el desierto. Otros trataron de averiguar cuánto había costado la operación a los bolsillos de los contribuyentes (hay tanta confusión sobre el coste de la caravana oficialista no gubernamental como sobre el rescate de los secuestrados). Y muchos africanos se mostraron preocupados porque los europeos estaban financiando, con sus rescates, a los integristas de Al Qaeda. Además, algunos habitantes de África Occidental estaban indignados porque el Gobierno español, con sus presiones, había conseguido que el Gobierno mauritano liberase a un peligroso terrorista a cambio de los pseudocooperantes. Se preguntaban si el Gobierno español habría liberado a algún etarra si ETA hubiese secuestrado a un mauritano en Los Monegros.
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