Otra obra maestra total y absoluta.
Película mítica. Perfecta en su desarrollo. Con un James Stewart perfecto, un papel que le va como anillo al dedo.
Mi escena favorita es aquella en la que George Bailey (James Stewart) pierde los nervios y da todo por perdido. Y como su mujer (Donna Reed) es capaz de mantener la calma y ayudarle.
Me encanta el cine clásico americano. Su sutileza. Su manera de narrar. Su simpleza, tanto en la interpretación de los actores como en el desarrollo de la historia. Lo bien que se presenta a los personajes.
Si alguien no la ha visto, cosa que dudo, debe hacerlo inmediatamente. En definitiva, una película que merece la pena ver una y mil veces.
En blanco y negro, con una gama infinita de grises intermedios.
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