Atleta sexual

Encontré esto navegando por el blog de José Antonio Montano.

Es hilarante, vomitivo, sexual, excitante, insultante, estúpido...Me desconcierta.


TEXTOS:

Y tras los pasos perdidos, los primeros pasos. Como dice Eliot en sus Cuatro Cuartetos: "Están presente y pasado presentes/ tal vez en el futuro, y el futuro/ en el pasado contenido./ Si está eternamente presente el tiempo/ todo, todo el tiempo es irredimible". Eso es, unredeemable: como la pescadilla que se muerde la cola o el autofelante románico de la ilustración. He sacado de mis archivos los primeros textos de ese personaje deleznable e irresistible que es (¡que fue!) Atleta Sexual y recuelgo diecisiete de aquellas joyitas pestíferas:

* * *

Carta de presentación (23-X-2004)

Tengo ganas de contar mi vida salvaje, puesto que la considero ejemplar en grado sumo. El dato decisivo es este: mi polla es tan notable como mi cerebro, y por eso follo a tope y pienso a tope. No hago distingos entre los “coitos” y los “cogitos”: me patrocinan tanto Descartes como John Holmes o Rocco Sifredi (o, si descendemos al ámbito hispánico, tanto Eugenio Trías como Nacho Vidal). En este blog fluirán y bullirán las eyaculaciones y las reflexiones con el mismo ímpetu pornográfico. Va a ser, literalmente, la leche. Agárrense que vienen curvas!


Mi yoga chachi (24-X-2004)

Lo primero que hago cada mañana es una "salutación a mi polla", equivalente a la yóguica "salutación al sol". Y ciertamente mi polla comparte algo con el sol: el descomunal tamaño, la fogosidad y esa virtud curiosa de que los planetas giren en torno. La "salutación a mi polla" consiste, como era fácil imaginar, en una paja de lo más gratificante. Empezar el día haciéndose una paja es toda una declaración de intenciones. Y, sobre todo, una declaración de sobreabundancia seminal. Había un poeta que cada 31 de diciembre quemaba uno de sus poemas escritos en el año; con ello quería proclamar la confianza en su capacidad creativa: la desaparición de ese poema sería insignificante en comparación con los muchos poemas que se sentía capaz de escribir el año siguiente. A mí me pasa lo mismo con mis erecciones y eyaculaciones. Empiezo el día con una paja porque así ratifico mi capacidad genésica: eyaculo nada más despertar, pero sé que si se me presentan cuarenta zorras a lo largo del día, eyacularé otras cuarenta (¡u ochenta: dos por cada!) veces. Yo soy mi polla y sus circunstancias.


Divina costra (25-X-2004)

Cuando desvirgo a una virgo (y ya llevo varias en mi cuenta), me gusta dejarme la costra de sangre en la polla. Mear con la polla así rojiza es un gustazo. Y es más gustazo aún metérsela después a una zorra experimentada, para que le llegue al chocho un poco de sangre virginal como hacía siglos que no tenía. Es, literalmente, una transfusión de sangre virgen vía polla.


Un toque sádico (25-X-2004)

Este mediodía ha estado en casa Andrea, una italiana a la que abordé la otra tarde en el metro. Le dije: "Yo sé hacer unas pizzas fabulosas, te invito a comer un día". Y ese día ha sido hoy. Quedó en pasarse a las tres, y como yo quería que la pizza estuviera calentita, no llamé al Telepizza hasta las tres menos veinte. La mala fortuna quiso que coincidieran en el ascensor ella y el marginal del niki rojo. Andrea iba a afearme la conducta, pero eché mano de mi encanto retórico y al final logré no sólo contener su enfado, sino hacerle pagar la cuenta. Nos comimos la pizza en cuatro bocados y luego, obviamente, nos fuimos a follar. Le eché cuatro polvos que fueron en sí divertidos, pero luego ella tuvo que estarse media hora en el bidet tratándose de quitar la mozzarella del chocho. No hay que ser Colombo para averiguar el camino recorrido por la mozzarela: su boca, mi pene, su chumino. Luego, como todas las zorras, quiso cepillarse los dientes. Y yo, que soy perro viejo, le di el cepillo rosa que tengo para tales ocasiones. Lo saco ceremoniosamente de un estuche y le digo: "Es nuevo". Y ella se cepilla poniendo sonrisa de gato de Chershire (o como se escriba), ignorante de que cuatrocientas mil petardas se han cepillado ya con ese mismo cepillo de dientes. Me gusta que queden unificadas así, no sólo vía mi pene, sino también vía ese cepillo de dientes rosa. Es como si ellas mismas, todas las que me he follado en casa, se besasen en la boca y se mordiesen los dientes. Como si se pasasen en buchitos, unas a otras, todo el semen que me mamaron o los pelitos de mis cojones que se quedaron pegados en sus gargantas. Es un toque sádico. Mi poesía secreta, como quien dice.


Mis atributos (26-X-2004)

Para la correcta comprensión de las historias que estoy contando, conviene que el lector (¡y la lectora!) tenga una imagen nítida de mis atributos. La cuelgo no por presumir (¡aunque podría!), sino por una mera cuestión de honestidad intelectual.


Las pellejas (28-X-2004)

Cuando tengo muchas ganas de follar pero muy pocas ganas de currármelo, recurro a las pellejas. PELLEJA: Dícese de toda mujer a partir de los 35 años, caracterizada porque se le caen las carnes y se le endurecen y arrugan hasta formar pellejos. Contra lo que pudiera parecer, a mí las pellejas me ponen. Y no sólo porque, al fin y al cabo, sean mejor que la masturbación, sino porque realmente follan muy bien. Las pellejas saben que cada polvo que echan puede ser el último, y por eso se vuelcan con un frenesí apoteósico. Suelen ser, por ello, bastante guarras, se dejan dar por el culo, la chupan fenomenal y dejan que te corras en su cara y en sus tetas. Ahora sí, hay que tener cuidado, porque se te enganchan que da gusto. Mi política es: “pelleja follada, pelleja largada”. Una sesión por pelleja y a por otra, que hay más pellejas que botellines.


Una guarrona (29-X-2004)

Inaudito. Anoche, poco después de colgar el post "Las pellejas", recibo un mail: "Soy una de esas pellejas y quiero que me folles... si es que esa foto de tu polla es verdad". Me dejaba su número de teléfono y la llamé enseguida. Quería venir a mi casa, pero me negué. La verdad es que nunca había pensado en este blog como un lugar de contactos. Es más, pensaba que mi franqueza espantaría a las tías. Pero no. Se ve que a algunas les va la marcha. Tomé un taxi ya a las tres de la madrugada y fui a Plaza de España. Resulta que la tía vive en la Torre de Madrid. Subo al piso veintiuno, llamo al timbre de la puerta correspondiente, pero nadie responde. Al ir a golpear en la propia puerta, veo que ésta cede: estaba abierta. La empujo y entro, cerrando a mis espaldas. El interior estaba oscuro, ni siquiera llegaban luces de fuera, porque las cortinas estaban echadas. "A tu izquierda, en el suelo, hay una linterna. Cógela, pero no la enciendas aún. ¡Ni avances ni un paso!". Obedecí a la voz femenina que surgía de la oscuridad (esto parece una novela mala: pero ocurrió así). "Bájate los pantalones y empieza a tocarte la polla hasta que se te ponga tiesa. Una vez que esté tiesa, alúmbratela con la linterna. Si es la de la foto, podrás entrar a follarme. Si es más pequeña, sal corriendo porque te estoy apuntando con una pistola. Y no hay nada que yo odie más que un tipo que presuma de polla grande y la tenga chica." Acojonado, empecé a hacerme una paja. Pero estaba tan asustado que la cosa no funcionaba. La tía se impacientó al cabo de unos minutos: "¿Qué pasa? ¡Si la tienes chica, sal corriendo ahora mismo y no me hagas perder más el tiempo, cabrón!". Traté de concentrarme en algo que me pusiera a cien. "Comerle el coño a Susana Griso por debajo de su mesa, mientras presenta el telediario. Me imaginé sus pelitos rubios, su apertura rosada, y un borboteo de flujo caliente anegando mi boca mientras allá arriba ella daba las cifras del hambre en el Tercer Mundo". ¡Dios, qué erección! Encendí la linterna, me alumbré la polla y del otro lado de las tinieblas escuché: "¡Mierda!". Sin más preámbulo la tía se abalanzó sobre mi polla y empezó a chupármela con frenesí. Después nos tiramos follando toda la noche, hasta hace un rato. Sólo al despertar me he dado cuenta de que era una auténtica pelleja, y además de las feas. Pero francamente me lo pasé pipa. Y algún día, lo dejo aquí escrito para que se sepa, conseguiré colarme bajo la mesa de Susana Griso, vaya que sí, y cumpliré mi fantasía. Porque, como decía William Blake: "Quien desea y no actúa, engendra pestilencia". ¡Permanezcan atentos a la pantalla!


Una hora antiestatal (31-X-2004)

Me toca mucho la polla esa hora que el Estado nos regala paternalistamente cada otoño. Hoy, dentro de un rato, habrá que hacerlo otra vez: retrasar el reloj y su puta madre. Yo me lo monto siempre igual: antiestatalmente. Me busco una actividad antiestatal que llevar a cabo durante esa hora, y así le devuelvo al Estado en forma de bofetada su palmadita paternalista. Lo que tengo preparado para hoy es meneármela con fotos de embarazadas. Llevaba unos meses recortando fotos de embarazadas (Ana Duato, por ejemplo) y bajándome de la Red fotos porno de embarazadas, e incluso comprándome revistas alemanas (¡guarrísimas!) de embarazadas, para pasarme toda esta hora estatal del modo más antiestatal posible. Con todo mi material gráfico a mano empezaré a cascármela en el minuto uno de esta hora estatal que se avecina, convirtiéndola así en hora antiestatal, y minuto tras minuto seguiré meneándomela sin pausa, antiestatalmente. Durante toda la hora estatal yo mantendré una erección absolutamente abominable y antiestatal, ocasionada por las fotos de las embarazadas, y mantendré mi erección antiestatal justo hasta el minuto último de esta hora estatal, eyaculando antiestatalmente en el preciso instante en que las campanadas anuncien que la hora estatal se ha terminado, no habiendo podido ser estatal ni un solo segundo, sino únicamente antiestatal.


Follarse a un muerto (1-XI-2004)

Como mi sexualidad se rige últimamente por el calendario, hoy tocaba follarse a un muerto... Pero, tras sopesarlo unos minutos, he descartado la idea. Algún día lo haré, pero cuando se presente la ocasión. Por ejemplo, si estoy casado con Cristina Aguilera y se me muere, le echaría un último polvo antes de llamar a la policía. El tema de la necrofilia tiene su morbo, y su gracia. Dicen que, una vez, un gracioso que asistía a uno de los famosos seminarios de Lacan, le hizo la siguiente pregunta: "¿Qué posibilidades tiene de curación el elemento pasivo en una relación necrófila?". Y el verborreico Jacques se lanzó a responder... y no fue hasta pasada media hora de discurso cuando cayó en la cuenta de que el "paciente" en cuestión era el muerto.


Heidegger para frivolizar (3-X-2004)

A veces, para relajar un poco la tensión (¡de altísimo voltaje!) que me azota continuamente el intelecto, leo a Heidegger. Leo a Heidegger como quien lee un tebeo: Heidegger me sirve para frivolizar. Estos días he estado con La pregunta por la cosa, un libro que me recuerda mi infancia, porque todo lo que dice es justo lo que pensaba yo a los cinco años. Por ejemplo (abro al azar): "La esencia de la verdad, es decir, la estructura de la proposición verdadera, nos proporciona una prueba inequívoca para la verdad de la determinación que se atribuye a la estructura de la cosa". Yo leo esto y, como me sobra tanto cerebro, me voy haciendo una paja. Avanzo por el pensamiento de Heidegger (tedioso para mí, por conocido) al tiempo que me la voy cascando. Y eyaculo con frecuencia, porque son muchas las pajas que me hago leyendo a Heidegger. Por eso mis ejemplares de Heidegger están todos llenos de manchas blanquecinas. O sea, que si fuera por mí sus obras completas estarían en la Sonrisa Vertical; porque, como decía Berlanga, son libros que leo "con una sola mano".


Cómo montárselo con Bush (4-XI-2004)

Si por algo me satisface la victoria de Bush, es por la carita que se le ha quedado a la (patética) progresía de este (patético) país. Lo mejor que he escuchado sobre el resultado electoral, no ha sido ni en la televisión ni en la radio, sino en el bar de obreros adonde voy a tomarme mis bocadillos de calamares. Un albañil que parecía recién sacado de una película de Alfredo Landa, decía salpicando chistorra: "Anda, Kerry, ahora a casita. A ver si tu mujer se llena el chocho de ketchup y así puedes tirarte todo el mes follando con tomate". En fin, cuando uno duda de la Humanidad, siempre le queda el pueblo español para consolarse. Pero mi noche electoral fue maravillosa. Intuyendo más o menos lo que iba a pasar, tiré de agenda y quedé con mi amante más progre. Es una veinteañera muy parecida a Silke, con el mismo cuerpo y la misma cara; aunque ha leído más libros (exactamente tres). Se vino a casa, pusimos la tele... Yo había comprado champán para disimular, porque en realidad había quedado con ella, ladinamente, con la idea de celebrar la victoria de Kerry: "Vente esta noche a mi casa, que me he comprado unas botellas de champán del bueno para celebrar que Bush se va a tomar por culo". Se apuntó entusiasmada, sin saber que yo había comprado ese champán para brindar por Bush. Cuando los resultados electorales iban inclinándose por el entrañable carnicerito de Texas, mi amiga se echó a llorar. "No puede ser, no puede ser: cuatro años más de fascismo". "Bueno, tenemos el champán. ¿Por qué no nos emborrachamos para olvidar las penas?" Dercorché una, y nos la bebimos. Cuando íbamos por la mitad de la segunda, ella se desnudó, se fue a la bañera y me pidió que le echase champán ("mucho champán, océanos de champán") por encima. Ahí ya se me puso tiesa la polla. En fin, ¿para qué contar detalles? El sexo siempre es lo mismo: coños, pollas, triquitraca. Al mediodía regresó a su casa con la ideología por los suelos, y con el coño más destrozado que Bagdad.


XXL (6-XI-2004)

Al fin una película sobre la problemática de los tíos con pollones. He ido a esa sórdida sesión de las cuatro de la tarde y en la sala nos encontrábamos sólo diez tipos, distribuidos de tal forma que había la mayor distancia posible entre todos nosotros. Di por hecho que todos tenían (teníamos) pollones y que acudíamos al cine para ver algo de nuestras propias vidas. Y sí que lo vimos. La maravillosa amoralidad del personaje, ese dionisíaco Fali que haría las delicias de Nietzsche (es, de hecho, un genuino ángel nietzscheano), las reacciones de asombro de las mujeres que le van viendo la polla, cómo las gatas saltan como locas, huyendo, en cuanto nos la ven, la insaciabilidad de nuestras vecinas, en fin, todo lo que constituye el dulce transcurrir de nuestra cotidianeidad. A la salida me paré con la excusa de que se me habían soltado los cordones del zapato y fui fijándome en el paquete de los que salían. En efecto, a todos les abultaba el bultaco. Los nueve asistentes se fueron cada uno por una dirección distinta, y yo me alejé también por la que quedaba libre, pensando en nuestro destino de lobos esteparios, en cómo nuestros pollones nos empujan a la cópula, y copulamos mucho de hecho, pero en los largos lapsos en que no tenemos ensartado ningún chocho, nuestra soledad es insondable como la de los ascetas de la Tebaida.


Baile y sueño (17-XI-2004)

Tiene guasa la cosa. El lunes fui a la presentación de la segunda parte de Tu rostro mañana, la estupenda novela de Javier Marías cuya primera parte ya me deslumbró hace dos años. Mientras me dirigía al Círculo de Bellas Artes, pensaba: "Menudo coñazo de blog. Otro acto cultural, y el sexo lo tengo olvidadísimo. Mis lectores se van a aburrir". Embutido en estos pensamientos melancólicos, llegué a la sala y ocupé mi asiento. Salieron Marías y el presentador, Agustín Díaz Yanes. Comenzó el acto. Todo iba superagradable, pero cuando me lo empecé a pasar realmente bien fue cuando descubrí que Javier Marías era un muñeco de José Luis Moreno. Sí: era justo el muñeco de un ventrílocuo. Todo encajaba: su cabeza grande, como de madera, la enorme apertura de la boca, sus mandíbulas hiperarticuladas, el torso como relleno de serrín y las dos piernecitas que caían como si no hubiese nada en los pantalones. Me quedé tan impactado, que quise comunicar mi noticia. Entonces, al girarme, descubrí que a mi derecha había una señora solitaria. Tendría unos cincuenta años, elegancia de catedrática de Historia del Arte en la Sorbona, con una piel ya arrugadilla pero apetitosa y unos, llamémoslos así, tremendos melones. Le revelé mi descubrimiento, y entonces me dijo: "Pensé que nunca te ibas a atrever. Anda, vamos al servicio a follar". Nos levantamos y salimos, justo cuando Marías estaba diciendo: "Tal vez el tercer tomo tenga otras cuatrocientas, o quizá quinientas páginas..." Lo del servicio fue prodigioso. Me hizo una mamada que, fuese lo que fuese madame, la hacía digna de la Sorbona. Luego me dio la espalda, se apoyó en el lavabo, se levantó la falda, se bajó el tanguita (¡llevaba un tanguita!) y me dijo: "Fóllame, superpollón". Se la metí y me agité a sus espaldas como un jabalí epiléptico, agarrándome de sus enormes tetas, hasta la eyaculación cosmonáutica que nos mandó a los dos a la luna. Nos quedamos luego varios minutos jadeando felices, sin poder hablar. Y en cuanto nos volvió la ratio adecuada de pulsaciones, ella dijo: "Javierín seguirá aún. Vamos a verle terminar". Y allá que volvimos. ¡Viva la cultura!


La caquita (20-XI-2004)

Siempre me ha llamado la atención la habilidad con que los gays eluden el tema de la caquita. Sí, sí: la caquita. Son todos (los gays) muy elegantes y empolvados, finísimos, middle-class, pero inevitablemente, a la hora de follarse los unos a los otros, tiene que salirles la caquita en la punta de la polla. El sexo anal no es lo que más me interesa, pero cuando he tenido que encalomarme a alguna pibita per agostam viam, siempre ha salido caquita en la polla. No digo yo que mucha caquita, pero sí alguna caquita, aunque sea una caquita microscópicamente testimonial. Y no pasa nada: es la Madre Naturaleza, que pone caquita en las pollas cuando éstas se introducen en los orificios que están hechos para cagar. Lo que a mí me sorprende no es el hecho de la caquita en sí, sino el hecho de que los gays siempre han eludido el tema. Ninguno, que yo sepa, ha hablado jamás de la caquita. Pero la caquita será una presencia constante en sus vidas, ¿no? Al menos en las vidas de los más folladores. Si algún gay lee esto, que me diga algo, por favor. ¿Qué ocurre cuando, en pleno éxtasis amoroso, en la habitación perfumada de rosas, entre el vapor de los inciensos y las velas y el Adagio de Albinoni, el dante saca la polla y aparece, en la punta, esa natita marrón? ¿Se la elude simplemente, y se recitan en su lugar poemas de Luis Antonio de Villena, o se hace alguna mención más o menos humorística, como cuando la sempiterna mosca de la tele atraviesa una tertulia? Pregunto.


La III República la traderá la derecha (23-XI-2004)

He estado follándome esta tarde a una redactora de El País (no diré su nombre, pero la chupaba de miedo) y me ha estado poniendo al día de las últimas arremetidas contra el Rey de Jiménez Losantos (el Stephen Hawkins del liberalismo español; del mismo modo que Ludolfo Paramio es, o era, el Stephen Hawkins del socialismo). Reconozco que no estaba al tanto, porque últimamente siempre que abro el periódico es sólo para ver las últimas noticias sobre Nicky (Gran Hermano). Me he quedado barruntando, mientras la chica me la chupaba (me lo había contado antes, mientras yo le hacía el cunnilingus, con las orejas abiertas) y de pronto exclamé: "¡Qué fuerte! ¡Al final la III República la traerá la derecha!". ¿Para qué diría nada? La redactora, sin duda excitada en sus instintos prisáicos, me pegó un involuntario mordisco. Por fortuna, mi instrumento es sólido como una barra de hierro, con lo que apenas sentí daño. Ella se quedó alucinada, porque va a ser exactamente así. A los de izquierdas (y yo soy de izquierdas, a pesar de todo: estoy más solo que la una, pero soy de izquierdas) nos cae más o menos simpaticote este Rey. Por supuesto que abrazar a Ibarretxe es sucio, porque el euskonazismo es sucio; pero un Rey tiene que hacer esas cosas. Y Losantos y todos los demás lo saben. Lo que llama la atención no es la crítica en sí, sino el encono. Como cuando Peñafiel se mete con la deliziosa Letizia. Así que la derecha nos traerá la República... Yo, que pensaba suicidarme un día de estos, ya no lo haré, en espera del espectáculo. Y es que Gil de Biedma tenía una vez más razón: "la vida nos sujeta porque precisamente/ no es como la esperábamos". También le dije esta cita a mi querida redactora, y entonces (ya estábamos follando) me hizo otra ofrenda lírica: apretó por dentro sus músculos vaginales, haciendo que mi férrea polla se contorsionara como un espaguetti.


Atentado metafórico (4-XII-2004)

Ya había colocado los esquíes en el Jeep Cherokee, camino de mi deporte metafísico favorito, que comparto con Heidegger, cuando la ETA ha vuelto a hacer el ganso una vez más y he tenido que quedarme en casa. En esta ocasión no han matado a nadie, pero se han cargado la Operación Salida. Creo que en esto hay una evidente indicación metafórica. Se cargan la Salida del puente (¡el puente de su tan denostada Constitución, no lo olvidemos!) como metáfora de que se cargan la Salida del, así llamado por ellos, conflicto vasco. Lo del conflicto vasco tiene miga. Según ellos, "el conflicto vasco existe". Y es cierto: el conflicto vasco existe. Pero sólo porque ellos existen para afirmar que el conflicto vasco existe. Es decir: ellos son el conflicto vasco. Igualito a cuando Al Capone llega a un establecimiento y lo ametralla mientras le dice al dueño: "Tienes un problema". Pero en fin, yo ahora normalmente me estaría follando a alguna tía con estatus, de esas que se acumulan en los hoteles lujosos de las estaciones nevadas. Suele ser bonito follar ahí, y lo que más me gusta es quitarles los calcetines de lana a esas zorritas. La posterior "introducción del pene en la vagina" no está mal, pero a esas alturas la considero ya un mero trámite. Pero la triste realidad es que estoy en casa. Inicialmente me mentalicé para soportarlo, para soportar una noche solitaria hasta mañana, en que pueda por fin partir en el Jeep Cherokee camino de mi deporte metafísico favorito, que comparto con Heidegger. Sobre esto, sobre la cualidad metafísica del esquí, basta leer un memorable poema de Moreno Villa en que compara el descenso por la blanca ladera ("en un fino deslice sin roce y sin cesura") con la paz de la muerte. Pero mi polla pedía comida (comida o nido), así que he tirado de agenda para llamar a alguna amiguita sin estatus, de esas que se habían tenido que quedar en Madrid de todas formas, a pasear por el Retiro, comer kikos y tal. Llegará en media hora (yo la invitaré al taxi, como siempre), y trataré de follármela igual que si esquiase. Le quitaré los calcetines y luego me despeñaré por su cuerpo "en un fino deslice sin roce y sin cesura". Será una noche bonita, de calor mutuo (¡y cojonudo, con el frío que hace!). Pero mañana a primera hora la mandaré de nuevo a casita. La invitaré a otro taxi, o quizá yo mismo la lleve a su portal en el Jeep Cherokee, camino definitivamente de mi deporte metafísico favorito, que comparto con Heidegger.


Desde la estación de esquí (5-XII-2004)

Aunque las golfas de lujo se me agolpaban en la puerta de la suite, he preferido dormir hoy solo. Y no solamente porque la sesión folladora de anoche con mi amiga sin estatus fue intensa (¡cuatro le eché!), sino porque esta misma tarde me he follado a dos amigas con estatus, de las que andan petardeando por aquí: a una en los servicios de la cafetería calefactada, a la otra tras unos matorrales (no calefactados) nada más bajarnos del telesilla. Hace un rato, además, me ha venido una imagen a la mente del ser de mi vida mientras me duchaba y he tenido que meneármela. En veinticuatro horas cuento siete eyaculaciones: me merezco un descanso. Ya estoy metidito en la cama con mi portátil, en este hotel de maravilla donde puedes enchufarte a internet. A veces me siento un Juan Cueto (aunque yo sí pasaría un control antidopping). Miro la prensa. En el Babelia sigue sin aparecer el amigo Echevarría, y hoy se cumplen ya los tres meses; pero la verdad es que me la suda. Esto otro me abochorna: "Paco Ignacio Taibo II y el Subcomandante Marcos escriben juntos una novela negra". A los que estamos por una izquierda seria e ilustrada, una izquierda crítica y antiboba, nos toca muchísimo la polla el espectáculo sensiblero del Subcomandante Comechorizos y toda su cohorte de palmeros más o menos bigotudos. Qué triste la deriva de esta izquierda panfilota que ha renunciado a pensar y cuya única carta de naturaleza parece ser la de mostrarse como una mera opción estético-sentimental, sin operatividad alguna (sin operatividad que no sea totalitaria y nefasta, se entiende)... La izquierda se ha convertido en un refugio de cúrsiles aprovechados, en un patético almacén de llorones retros; en una, por decirlo claramente, película de Garci. Y cuánta culpa tuvo en ello el desaparecido Montalbán, con aquellas ristras de chorizos que transportó sudorosamente por la selva para el estomagante Subcomandante, en plan Fitzcarraldo lacandón. Si la izquierda está fundamentada en el gracejo y simpatía de su presunto líder universal, ¿qué pasa con todos aquellos a los que ese idiota enmascarado no nos hace ninguna gracia ni nos resulta simpático? Pero bueno, tampoco es plan lamentarse por la decadencia de la izquierda en una suite de lujo. Le pediré al mozo unas ostras acompañadas de Möet-Chandom, para que mis enemigos puedan seguir acusándome de facha, actividad que parece ser el único entretenimiento de sus pichiblandescas vidas... Y luego a lo mejor hasta le abro la puerta a alguna de esas golfas.

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