Desoladora y elegante película dirigida por Kenji Mizoguchi; algo más de dos horas mostrando el sufrimiento de algunos personajes. La película es una oda a la familia y la justicia. El ritmo es pausado y con poco movimiento de cámara, se centra más en la acción general que en acercarse a los personajes en planos cortos o medios. Las escenas más duras no se muestran explícitamente; por ejemplo, en una de las escenas ordenan cortarle los tendones de Aquiles a uno de los personajes para evitar que vuelva a intentar la huida; y aunque no nos muestran el acto en sí, tanto la orden dada para realizar ese acto atroz como el grito de dolor de la mujer al recibir el castigo fueron suficientes como para dejarme impactado e incómodo. Lo mismo sucede en la escena del suicidio de otro de los personajes, quien se interna en un río para ahogarse; Mizoguchi no nos muestra el ahogamiento. La escena me provocó una inmensa tristeza. No la recomiendo en periodos de bajón anímico. El final de la película sí deja ver un atisbo de alegría.
‘El intendente Sansho’, de Ōgai Mori a Kenji Mizoguchi. Por Carles Matamoros Balasch.
El intendente Sansho, por David Vericat.
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