¿Pero ves comparables las escalas de sufrimiento?
No, yo creo que hablamos de fenómenos distintos en calidad y en cantidad. Aquí nadie ha decidido exterminar a los palestinos, creo que es completamente distinto y compararlo es un error. Francamente, descalificaría por unas semanas a cualquiera que hable de genocidio aquí. “Genocidio” es una palabra muy gorda que hay que utilizar muy selectivamente para definir algo muy concreto: está en los diccionarios, se puede mirar. Aquí lo que hay son injusticias enormes, aun contando que las dos partes tienen su razón, pero no es lo mismo una injusticia salvaje que un genocidio.
No es normal leer a un periodista español afirmar que lo que hay aquí no es un genocidio.
Es verdad que hablando con compañeros… yo he estado en Ruanda, he visto montañas de cadáveres. Montañas. Hablamos de 100.000, 200.000, 300.000. “Plomo Fundido” fue una atrocidad, pero hay que mantener la escala y la proporción porque si no, ¿qué? Tienes que decir lo que es. La situación de los palestinos es intolerable, lo que está haciendo el gobierno israelí es intolerable, esa borrachera del año 1967 ha tenido efectos dramáticos.
España es el país antisemita perfecto, odia a los árabes y a los judíos y a todo el mundo por igual, es un país xenófobo y culturalmente basado en la tradición de la limpieza de sangre. Nadie es capaz de defender eso abiertamente —bueno, siempre hay alguno— pero queda un poso, y esto en prensa se nota. Si un israelí mata a un palestino sale en el periódico seguro. Si un sirio mata a treinta sirios, depende del espacio que haya; podemos darlo otro día o no darlo.
Espero que nadie sea tan burro como para cargarse la relación entre Turquía e Israel, que es fundamental. Para mí es más importante que la relación entre Israel y Egipto. Porque Turquía ha sido históricamente más autónoma que Egipto. Espero que esto no acabe siendo un drama, pero ahora mismo la verdad es que no estoy seguro. Hablando con diplomáticos israelíes te das cuenta de que están pensando “¿dónde quieren llegar los turcos?”. Me gustaría tener buenas fuentes en Turquía, fuentes internas. Hablo con analistas de allí y tampoco tienen las cosas muy claras.
Hay algunos que estarían encantados con que a los colonos judíos los arrasaran los palestinos porque el colono de Hebrón es algo especial, no es el tipo que te puedes encontrar en Ariel que dice “si me dan un dinero me voy a vivir a otra parte, no estoy aquí porque la Biblia me lo haya dicho sino porque me pareció que era un buen sitio para vivir, más económico”. Hay de todo, hay mucha diversidad y complejidad, y me deprime cuando se generaliza sobre “los colonos”. Hay gente que tiene vocación de colono y que quiere estar allí por los patriarcas bíblicos, pero hay otros que son sólo emigrantes socioeconómicos y que pasaron al otro lado porque el Gobierno lo favorecía: era más barato, más cómodo.
No seamos inocentes. Se ha ido allí para asegurar el suministro de petróleo. Y no sólo eso. Se ha ido para intentar asegurar que aquello no se convierta en un caos porque está al lado de Lampedusa, al lado de Italia. Europa está a dos manzanas. Pero Siria es otra cosa, y me parece que existe una completa indiferencia a los sirios. “Ah, ¿los sirios? Pobrecillos”. A todo el mundo le da igual. Lo de Hama se conoció tarde, comparado con lo que pasaba en Líbano… son cosas de ellos, no pasa nada. No hay ninguna presión para intervenir en ninguna parte. Lo de Libia me da bastante vergüenza. Es cierto que la Liga Árabe pidió la intervención aunque luego dijeran que no, que eran los rebeldes quienes pedían la intervención. Los rebeldes eran gadafistas que habían cambiado de bando.
El País fue un diario fundado por gente que venía del franquismo y escrito por gente que venía del partido comunista. Entonces, la redacción —hablamos de finales de 70— era muy de izquierdas, muy vinculada al partido comunista; la propiedad y la dirección venían directamente del franquismo. Cebrián era director de informativos de la tele franquista, más claro… Y lo que tienen en común esos dos grupos es una cierta propensión al centralismo, a la disciplina, al autoritarismo y a la homogeneidad ideológica como instrumento de organización laboral.
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