Este diálogo que adjunto se produjo ayer en Twitter. Participan un profesor de periodismo que debe de llevar casi medio siglo en el oficio. Un diplomático joven. Y una más joven aún licenciada en Ciencias Políticas y periodista. La impresión que da el viejo profesor es penosa. Esa arrogancia, sobre todo: «No quiero que estés de acuerdo, quiero que lo comprendas». O bien: «Este debate ya está muy superado en Europa». En Europa. El vapuleo al que le someten los jóvenes es de aúpa. Pero lo más significativo es hasta qué punto el relativismo del viejo profesor, su desprecio de la verdad objetiva y sus confusos tópicos sobre la percepción intoxican hoy la mayor parte de las escuelas de Periodismo, las redacciones y el periodismo tout au long. De ahí que la breve conversación sea modélica: por la sensatez intelectual de los dos jóvenes y por la decrepitud del profesor. Un reparto de características que me llevan a proclamar, una vez más, que hay esperanza.
Primero, los servicios de consultoría prestados en 2013 por los que Monedero ingresó 425.000 euros podían haber tributado en una de estas dos figuras fiscales: o por ingresos profesionales dentro del IRPF o por ingresos del Impuesto sobre Sociedades. En el primer caso, los ingresos estaban sometidos en el ejercicio fiscal de 2014 a una escala progresiva montorianamente confiscatoria: la suma entre 53.000 y 120.000 euros abonaba un tipo marginal del 47%; entre 120.000 y 175.000, el 49%; entre 175.000 y 300.000, el 51%; y por encima de 300.000 euros, el 52%. En el segundo caso, la fiscalidad era algo más reducida: los primeros 300.000 euros tributaban al 20% y a partir de ahí al 25%. Si Monedero escogió tributar por Sociedades y no por IRPF (a un tipo marginal máximo del 25% y no del 52%) es por lo obvio: porque Montoro convirtió el impuesto sobre la renta en un auténtico infierno fiscal… no sólo para las rentas más bajas, sino también para las más elevadas.
Soy un ciudadano así que es estoy en ambos lados. Con los leones en la medida que voto y son mis representantes y con los dioses en tanto que soy un consumidor/inversor/trabajador, es decir un agente económico. No me ha gustado esta confrontación de la que considero responsables especialmente a nuestros líderes.
Economist Esther Duflo of the Massachusetts Institute of Technology, a co-founder and co-director of J-PAL, co-author of the India and Morocco studies, and founding editor of the American Economic Journal: Applied Economics, said, “These loans do help, but the changes are not transformative, certainly not transformative enough to justify charitable donations to the standard microcredit model. We have seen, though, that these are viable profit-making products, and so investors interested in a double-bottom line should take note.” Duflo suggests researchers and non-profits focus their attention on other approaches for financial inclusion for the poor.
“Todas las opiniones son respetables”. Pues no, ni mucho menos. Todas las personas deben ser respetadas, eso sí, sean cuales fueren sus opiniones. Si alguien sostiene que dos y dos son cinco, no por ello debe ser encarcelado, ni ejecutado en la plaza pública (tampoco recomendado como profesor de aritmética). Pero su opinión puede y debe ser refutada, rechazada y, si viene al caso, ridiculizada. Las opiniones o creencias no son propiedad intangible de cada cual, porque en cuanto se expresan pueden y deben ser discutidas (etimológicamente, zarandeadas como quien tira de un arbusto para comprobar la solidez de sus raíces). Todo el progreso intelectual humano viene de la discusión de opiniones santificadas por la costumbre o la superstición.
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