Pues bien, de todos los finalmente identificados como potenciales beneficiarios del programa, un 65% declinaron la invitación a participar realizada de forma directa por el director de su oficina. De ellos, el 40% renunció durante el proceso a seguir participando en él, lo que sitúa el porcentaje de aceptaciones sobre el colectivo inicial en el 21%, esto es, uno de cada cinco. Sorprendente, ¿no? Lo de menos es cuántos de ellos terminaron formando parte de una empresa (3,5%) o el coste unitario de ese esfuerzo para el banco (4.400 euros), números ambos encomiables pero irrelevantes a los efectos que nos ocupan. Lo sustantivo es que 4 de cada 5 parados de larga duración con una hipoteca a cuestas prefirió quedarse a verlas venir. ¿Cómo lo ven?
Los impuestos no los pagan los ricos en ningún país occidental, sino esencialmente las clases medias: no hay suficientes ricos en ninguna sociedad para costear en solitario los gigantescos Estados de Bienestar occidentales. La base de la financiación del gasto público es la muy agresiva fiscalidad sobre las clases medias.
El problema de la periodista Sally Kohn es que ella no es nadie para definir "insultar". Esa definición de insulto solo la puede establecer un juez. Charlie Hebdo ha tenido procesos por caricaturas católicas subidas de tono, pero no violencia. Su objetivo es que el islam "puede banalizarse igual que el catolicismo". Han pagado un precio carísimo por ese derecho. Es un precio que muchos de sus compatriotas y colegas no creen que merezca la pena.
Obviar la identidad religiosa no es trivial. Porque aunque en los países de Occidente no exista excesiva consciencia de tal, sí está presente en la percepción externa. Cuando EE.UU. encabeza acciones armadas contra Afganistán (2001), Iraq (2003) y Libia (2011) o lanza misiones encubiertas en Pakistán y Somalia en Occidente lo percibimos como una acción de EE.UU. que ha de explicarse por una larga serie de cuestiones. Por ejemplo, el deseo de los Vulcanos de reconfigurar Oriente Medio con un Iraq democrático. Pero en el mundo musulmán se perciben como repetidas intervenciones de una potencia cristiana contra países musulmanes.
Idiota útil, permíteme que te diga: tu obsesión con que te puedan tomar por racista hace que defiendas a la extrema derecha musulmana. Entre los mil quinientos millones de musulmanes en cuyo nombre tú crees hablar, sólo algunas miles quieren llevar el niqab. La mezquita de La Meca, el lugar más sagrado del islam, prohíbe entrar con niqab, y tú defiendes que se lleve en la Universidad en Francia. Al tomar partido por el ala fascista del islam, arrojas a sus fauces a los demás, a la mayoría silenciosa y a la minoría laica militante. La Historia no te lo agradecerá.
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