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El triunfo de la esperanza sobre la experiencia

Por Diego Sánchez de la Cruz:




El 9 de enero de 2009, el presidente de Estados Unidos Barack Obama afirmó confiado que “nadie discutía” la necesidad de un “plan estatal de recuperación”. Acto seguido, la Casa Blanca propuso la aprobación de un millonario “paquete de estímulo”, valorado en más de 787,000 millones de dólares. Era evidente que la apuesta del Ejecutivo para salir de la Gran Recesión pasaba por aumentar el tamaño del Estado.
Aunque el presidente se había mostrado muy confiado, algunos le llevaron la contraria. El Instituto CATO, uno de los think-tanks más influyentes de EEUU, no tardó en encabezar la oposición liberal al gran proyecto keynesiano del gobierno de Barack Obama. Así, el CATO organizó la publicación de un breve manifiesto, firmado por cientos de economistas y reproducido a toda página por los principales periódicos estadounidenses. El texto afirmaba lo siguiente:
“Con el debido respeto, Señor Presidente, lo que afirma no es cierto. Pese a que los estudios digan que todos los economistas son keynesianos y que todos respaldamos un gran aumento en el peso del gobierno, nosotros, los que aquí firmamos, no creemos que más gasto público pueda mejorar el desempeño de la economía estadounidense. El aumento aprobado por los gobiernos de Hoover y Roosevelt no sacó a la economía estadounidense de la Gran Depresión en la década de 1930. Tampoco resolvió la ‘década perdida’ de Japón en los noventas. De tal manera que es un triunfo de la esperanza sobre la experiencia creer que más gasto público ayudará a EEUU hoy. Para mejorar la economía, los políticos deberían enfocarse en reformas que eliminen los obstáculos al trabajo, al ahorro, a la inversión y a la producción. Tasas de impuestos más bajas y una reducción de la carga tributaria siempre son las mejores maneras de utilizar la política fiscal para estimular el crecimiento”.

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