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Tres estupideces europeas. Ignacio Moncada

Vivimos en una Europa en la que las cigarras se ríen de las hormigas. Grecia se ha convertido en el símbolo del cigarrismo. Sus políticos han construido un parque temático socialista en el que el gasto público supone un 50% del PIB. Esta fiesta se paga con deuda que no puede ser devuelta. Sólo pidiendo nuevos créditos se pueden afrontar los anteriores. La ruina a la que lleva esta política no sólo afecta a Grecia, sino que ha situado a toda Europa al borde del colapso. Tras innumerables oleadas de rescates por parte de los contribuyentes europeos, los políticos griegos siguen manteniendo su paraíso de gasto público. Siguen inmersos en politiqueos urdidos en las marisquerías. Se burlan de quienes durante años han sido austeros y razonables, como los alemanes, para poder luego sortear la crisis. Y, como es normal, esto empieza a servir de ejemplo. ¿Cómo van a esforzarse otros políticos europeos, ya sean italianos o españoles, si ven que la fiesta les puede salir gratis?

Mario Draghi, el nuevo presidente del Banco Central Europeo, ha llegado determinado a hacer grandes cosas. Mientras la inmensa mayoría de los políticos trabajan duramente por evitar que Europa salga de la crisis, él ya se ha puesto manos a la obra para causar la siguiente. No lo ha dudado. En su primer día ha bajado los tipos de interés, que están dos puntos por debajo de la inflación, y se ha puesto a comprar deuda soberana incobrable. Le ha cogido el gusto a la impresora. Me pregunto si en algún momento se habrá planteado por qué surgen las recesiones, o si creerá que son un castigo divino. La crisis fue generada por unos tipos de interés artificialmente bajos y una expansión del crédito, que crearon una burbuja que desfiguró la estructura productiva. ¿Cómo es posible que para salir de la crisis haya, precisamente, que bajar los tipos de interés y expandir el crédito? Es, como dijo Ortega y Gasset, "pedir el retorno de lo que fue la causa del trastorno".

Un nuevo eslogan recorre el socialismo europeo. Después de llevar a Europa al barranco, y de reducir muchos países a ruinas económicas, el socialismo de todos los partidos quedó desacreditado. Todos esos planes E y desembolsos masivos de gasto público con cargo a la deuda y al contribuyente, lejos de generar riqueza, la ha destruido. Así que, ante la lógica impotencia keynesiana que nos ha arrastrado a la pobreza, todos llegamos a la conclusión de que la austeridad presupuestaria, el no gastar más de lo que se ingresa, es el único camino que puede sacarnos del agujero. Pero el socialismo ahora ha decidido rizar el rizo. Desde los políticos reunidos en Cannes para hablar de la crisis de deuda europea hasta el propio Rubalcaba han encontrado un clavo ardiendo al que agarrarse. Dicen que la solución es aplicar a la vez austeridad y políticas de estímulo fiscal. En términos más sencillos, que lo que hay que hacer es gastar menos, pero a la vez gastar más. Lo siguiente será aprender a soplar y sorber al mismo tiempo. Todo es posible en el imaginario keynesiano. Lo que hay que oír.

La corrupción política e intelectual que puebla las instituciones europeas, incluida España, ha alcanzado cotas desconocidas. Son tiempos en los que las cigarras periféricas se burlan de los responsables. En los que las causas de los problemas a la vez sirven para solucionarlos. Y en los que se puede gastar menos al tiempo que se gasta más. Sirvan estas tres estupideces europeas como muestra de la corrupción intelectual de la política europea. Una podredumbre que nos hunde en la ruina.

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