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Contra las cuerdas de nuestra propia deuda. Juan Ramón Rallo

824.494 millones de euros: ésa es la cifra de deuda pública italiana que posee el resto del mundo. No conozco ningún desglose de qué países poseen todo esa montaña de activos tóxicos, pero sí es sabido que la banca francesa –fondos de inversión y de pensiones al margen– está expuesta, al menos, a algo más de 100.000 millones. Por su parte, el conservador sistema financiero italiano ha adquirido alrededor de 855.000 millones de euros, cifra muy superior a los 383.000 millones con los que cuenta para absorber pérdidas. Pero lo peor llega cuando tenemos en cuenta que los vencimientos de esa deuda pública para el año que viene ascienden a 325.000 millones, a lo que habría que sumar otros 75.000 para financiar el déficit de 2012.

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[V]eo cinco posibles salidas, a cada cual peor.

Primero, puesta en marcha inmediata del Fondo Europeo de Rescate con participación muy intensa del FMI (es decir, de EEUU y China). Segundo, aprobación de los eurobonos, lo que significa que las emisiones de los países insolventes quedan avaladas por las de los países que todavía guardan algo de crédito. Tercera, monetización masiva de deuda por parte del Banco Central Europeo, lo que equivaldría a diluir el valor de la divisa para aliviar transitoriamente a los deudores en dificultades. Cuarta, ruptura del euro en dos monedas: un euro fuerte –en el que estarían Alemania, Holanda, Finlandia, Austria, Luxemburgo y tal vez Francia– y un euro débil que incluyera a todos los periféricos –y tal vez Francia– que se devaluara entre un 30% o 40% con respecto al euro fuerte. Y quinta, suspensión de pagos desordenada de países y regreso a las divisas nacionales con sus correspondientes devaluaciones.

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Pregunta sencilla: si los políticos europeos han sido lo suficientemente insensatos como para permitir que la solvencia de sus países se pudriera hasta este punto, ¿qué camino creen que tomarán a partir de ahora?


Leer completo en la Página Personal de Juan Ramón Rallo.

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