Psychologists have also long believed that pain creates exceptional bonds, and researchers have been running experiments, somewhat like Xygalatas’s, since the nineteen-fifties. Some of the earliest findings date back to Elliot Aronson, a Stanford University psychologist who had studied under Leon Festinger, the man who came up with the idea of cognitive dissonance. In 1959, Aronson found that the more painful the experience a young woman had to go through in order to join a community, the more she valued the group. Aronson, true to his roots, attributed the effect to dissonance reduction: you want to justify to yourself that the pain was worth it. More than fifty years later, and far from Palo Alto, Xygalatas concluded much the same thing.
Por último, no solo eran perniciosos el diagnóstico y el método de nuestros regeneracionistas de hace un siglo, sino también su forma de enfocar los problemas políticos y su desprecio por la economía. Hoy aún se admira que Ortega quiera “cambiar a España de raíz” (Vargas Llosa, EL PAÍS, 29-06-2014), o incluso que sea “radicalmente radical, porque va a la raíz de los problemas” (Cercas). Craso error. Buscar la raíz de nuestros problemas tratando de hallar la “opinión verdadera e íntima” de los españoles, como pretendía Ortega, es fútil y contraproducente. Científicos sociales, de Charles Lindblom a Roland Coase, pasando por Karl Popper, han demostrado que es más efectivo pensar en cambios incrementales y alternativas factibles. Lamentablemente, el pragmatismo exige más análisis y no es tan mágico ni espectacular como las enmiendas a la totalidad.
Pero los factores desconocidos en la oferta y la demanda pueden aliarse para producir el efecto contrario. En suma, cuidado con las predicciones, salvo con una: el mayor componente del precio de las gasolinas, cuyo peso ha ido incrementándose con el paso de los años, es decir, los impuestos, ésos no bajarán.
“Algunas veces mentir es muy útil en el entorno social. Un poco de deshonestidad puede servir como lubricante social. El problema viene en el mundo de los negocios o en política. Allí no estamos dispuestos a tolerar la deshonestidad porque trae serias repercusiones negativas”.
Although Epstein doesn't really defend this moral claim, he probably doesn't need to. Green slogans notwithstanding, almost all popular and/or academically prominent moral theories place heavy weight on human well-being. And as Epstein keeps reminding us, energy is no frippery. The people of the less-developed world - over a billion of whom still lack electricity - have an especially desperate need for cheap energy. As long as Epstein's descriptive claims are correct, there should be an "overlapping consensus" for fossil fuels. You could even call fossil fuels the efficient, egalitarian, libertarian, utilitarian way to power the world.
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