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España venció a la viruela. Pedro Fernández Barbadillo


En mayo de 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró erradicada la viruela, una enfermedad contagiosa que mató a cientos de millones de personas. El primer paso en esta aventura feliz se dio en 1796, con el descubrimiento de la vacuna. El segundo fue la Real Expedición Filantrópica promovida por el rey Carlos IV, una proeza científica y un acto de amor que difundió el remedio por América y Asia.

La viruela ha sido una enfermedad infecciosa con una gran mortandad y que ha afectado a reyes como a mendigos. El número de muertos por su causa es incalculable. Se le atribuyen unos cinco millones de fallecimientos al año sólo en el siglo XX. Los supervivientes podían padecer desfiguraciones y ceguera. La conquista de América la convirtió en una enfermedad de ámbito mundial.

En 1796 el médico rural inglés Edward Jenner descubrió la vacuna como medio de protección ante las enfermedades, y en concreto ante la viruela. La alta sociedad inglesa, en esos momentos la más exquisita y desarrollada de Europa, recibió el descubrimiento con desprecio y hasta con burlas. La Royal Society rechazó el informe en el que Jenner explicaba su hallazgo y la Asociación Médica se opuso a la vacunación como método seguro.

Sin embargo, la realidad se impuso. En España empezó a aplicarse enseguida. En 1797 se produjo una epidemia de viruela en México y se aplicó el método de la inoculación, recomendado por el propio arzobispo, monseñor Alonso Núñez de Haro; por el contrario, en Inglaterra parte del clero anglicano había desaconsejado la vacunación desde sus púlpitos, siguiendo el ejemplo de muchos académicos.

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