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Una isla, perdida en el tiempo. Angélica Mora

Angélica Mora

Nueva York

Apuntes de una Periodista


Para el que no es nacional los acontecimientos en Cuba se ven a través de una especie de prisma nebuloso, difícil de entender.

Lo primero que llama la atención es la pasividad del hombre y mujer que habita la Isla.

No se entiende su estoicismo de 52 años, a menos que se comprendan los diferentes ángulos de la vida política, conformados desde que el Pirata del Caribe bajó de la Sierra Maestra dispuesto a adueñarse del país.

El Barbudo, que bajó con un rosario al cuello, persiguió luego a los religiosos y se dedicó también a tratar de cambiar la manera de pensar del pueblo a través de promesas que nunca cumplió.

Lo hizo, en parte, implantando caprichosas medidas educacionales para "lavar" cerebralmente a la niñez y la juventud.

La otra parte fue física, a través de la represión. Encarceló, fusiló y obligó a ir al exilio a más de un millón de sus compatriotas.

Los que comprendieron a tiempo el rumbo hacia donde se encaminaba la Nave Nacional la abandonaron, para nunca más volver. Otros se unieron más tarde, motivados por problemas de opresión y falta de lo más elemental para poder vivir.

En la Isla quedan los que esperan un milagro. Esperanzados estos días por los acontecimientos mundiales.

Todos esperan que la libertad les caiga del Cielo como una fruta madura, pero nadie hace nada por liberarse.

No salen a las calles, no realizan protestas. Sólo se limitan a esperar y ver lo que pasa. Salvo el grupo de locos divinos llamados Opositores, que día a día lo arriesgan todo.

Solamente cuando el pueblo se sume a esos valientes, se habrá logrado la libertad de Cuba.

¿Cuándo?. Cuando ellos lo quieran.

Por eso se entiende el terror del Régimen de La Habana hacia cualquiera manifestación opositora.

Sólo cuando el pueblo se sume a ella podrá recuperar la Libertad y con ello, lo perdido.

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