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España, en su segundo 20-N. Arcadi Espada

1. Parada. En el último año 215.000 personas en toda la Unión Europea y 329.000 en los países de moneda única se han añadido a las listas del paro. España, con el 22,6 % de la población activa desempleada (4.978.300 personas), es el líder absoluto. Y sigue también a la cabeza de la UE en paro femenino (23,1 %), masculino (22,1 %) y juvenil (48,0 %).

2. Pirata. El último informe de la Federación Internacional de la Industria Discográfica sobre el negocio musical subraya que España duplica la media europea en descargas ilegales. Duplica: el 45% de los internautas roba música frente al 23% del resto de Europa.

3. Sexy. España es el primer país de la Unión Europea en consumo de prostitución. Un 39% de ciudadanos pagan habitualmente por sexo. El país que le sigue es Suiza, con un 19% menos. Es decir, que los españoles casi doblan el consumo del segundo.

4. Sumergida. Un informe reciente de la Fundación de Cajas de Ahorros sitúa en un 23,7% del Producto Interior Bruto el porcentaje de la economía sumergida en España. Como es lógico, dada su característica principal, la economía sumergida es especialmente refractaria a la precisión estadística. Pero hay coincidencia en que la cifra española del dinero negro bate récords en Europa.

5. Drogadicta. España lidera el consumo europeo de cocaína. Según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, organismo integrado en la ONU, el hábito afecta a 3 de cada 100 españoles. La media europea es casi tres veces menor, de poco más del 1%.

6. Mísera. Hace algunos meses, el periodista José Carlos Rodríguez daba cuenta en el diario El Imparcial del trabajo de la economista Rebecca Wilder, que en su blog Angry Bear elaboró un índice de miseria para los países de la Unión Europea sumando sus datos de paro e inflación. Lo lideraba España, completamente descolgada de sus siguientes: Estonia, Eslovaquia y Grecia.

La estadísticas permiten toda suerte de escorzos. Pero con las seis anteriores poca pose puede componerse. Estos números afectan de un modo clave al nervio de una comunidad. Y exigirían de la política algo más que un mero ten con ten entre el ajuste y el gasto. Exigirían un programa de regeneración que no está explícito en las propuestas del partido que va ganar ni tampoco en las del que va a perder. Ausencia, pusilanimidad y desvarío que, por supuesto, son de todo punto coherente con las estadísticas.


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