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¿Sirve para algo la economía financiera? Juan Ramón Rallo

Cuando nos planteamos qué es crear riqueza, instantáneamente tendemos a pensar en fabricar cosas, como cortar un árbol y convertirlo en una mesa o sacar piedra de la cantera y construir una casa. Y así sucedía en las etapas más primitivas de la producción de bienes y servicios: cuando lo único que teníamos que hacer era tomar de la naturaleza las materias primas necesarias y esforzarnos en transformarlas, crear riqueza equivalía a convertir el entorno en las mercancías que directamente satisfacían nuestras necesidades o en las herramientas que necesitábamos para fabricarlas de una manera más eficiente. Por eso, en su momento los fisiócratas y los socialistas pensaron que el valor procedía respectivamente de la tierra y del trabajo: aquello que parecía esencial para generar riqueza obtenía valor de manera natural.

Con todo, la cosa cambia cuando el proceso de creación de riqueza se vuelve mucho más complejo al implicar a un número infinitamente mayor de agentes y de recursos que deben coordinarse entre sí en momentos muy distintos del tiempo. En tal caso, las decisiones sobre qué y cómo producir ya no resultan tan sencillas, pues de lo que se trata es de organizar todos esos recursos de tal manera que sean capaces de generar la mayor cantidad posible de bienes y servicios valiosos. Es entonces, en el momento en que dejamos de producir para el autoconsumo y pasamos a hacerlo para los demás, cuando los mecanismos de coordinación y de asignación de los factores productivos van adquiriendo una importancia cada vez más decisiva.


En concreto, los mercados financieros sirven para que los ahorradores señalicen cuánto tiempo están dispuestos a esperar y qué riesgos están dispuestos a asumir para disponer de bienes económicos futuros: quien invierte en una imposición a cinco años se está comprometiendo a renunciar durante un lustro a hacer uso de ese dinero (a menos que llegue otro ahorrador que se subrogue en tu posición y compre el bono); quien adquiere deuda subordinada está indicando que no le importa asumir un riesgo importante con tal de ver aumentada su rentabilidad; quien compra acciones transmite el mensaje de que desea formar parte de los propietarios de la compañía, asumiendo las venturas y desventuras del negocio; quien emite un CDS se está comprometiendo a asegurar un activo, aportando los recursos necesarios para cubrir las quitas en caso de que aparezcan, etc.



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